Sergio Zermeño
Ejemplo de seguridad pública
Hay tres verdades incontrovertibles en este terreno: primero, la inseguridad, ser víctima de un delito, es el tema que más nos preocupa a los habitantes de esta ciudad y de este país desde que las tasas de la delincuencia se dispararon hace diez años, al igual que en todo el mundo, y no han dejado de crecer (entre 1930 y 1993, según Rafael Ruiz Harrel, la criminalidad creció 3 por ciento anual, mientras que en los años siguientes lo hizo a razón de 33 por ciento anual); segundo, sólo con la participación de la ciudadanía organizada y articulada con los cuerpos policiacos se han logrado abatir algunos índices delictivos, pero particularmente se ha mejorado el sentimiento de protección entre los habitantes de zonas vecinales delimitadas; tercero, aun ante estas evidencias han sido muy lentas las iniciativas y prácticamente nulas las innovaciones en materia de seguridad.
Por eso es altamente loable la experiencia que 11 comités vecinales de Coapa, en Tlalpan, echaron a andar hace año y medio, y que consistió, primeramente, en delimitar el territorio que sintieron que les concernía: Viaducto-Tlalpan, Periférico, Miramontes, calzada del Hueso (de unos 50 mil habitantes). Sus reuniones se llevan a efecto en la institución de educación pública situada en el corazón de esa zona y que les ha brindado todo tipo de facilidades: las oficinas centrales de la UAM. Un equipo especializado en participación ciudadana del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM ha acompañado esta experiencia desde el inicio. Después, cuando el jefe de Gobierno del Distrito Federal propuso canalizar 500 mil pesos hacia cada uno de los mil 352 comités, la Asociación de Comités de Coapa celebró la iniciativa, aunque en sus reuniones semanales se dio cuenta de que en menos de un mes resultaba imposible decidir si la delincuencia en su vecindario se resolvería con más patrullas, luminarias, alarmas, cuatrimotos, casetas.
Hicieron sus opciones compelidos por esa lógica administrativa y contable, ajena a la lógica de la sedimentación paulatina del asociativismo y la cultura cívica, pero tomaron la iniciativa de separar 5 por ciento de aquella importante suma para llevar a cabo un diagnóstico sobre seguridad en los meses siguientes, que diera paso a un plan de acción que se concretaría entre 2002 y 2003.
Las autoridades delegacionales entendieron perfectamente esta demanda y canalizaron 175 mil pesos para el diagnóstico y el plan de acción. Una ONG especializada en violencia ciudadana (WOLA), con experiencia en Colombia y El Salvador, se interesó por el experimento y financió la visita de especialistas en el tema (J. M. Rico, E. Olson, R. Nail). En febrero pasado se levantó una encuesta sobre victimación y hace dos semanas se realizó un seminario para analizar los resultados.
El plan de acción que de ahí ha resultado fija tres zonas específicas de reordenamiento y vigilancia del comercio ambulante, el transporte, los bares y los expendios de alcohol próximos a las escuelas; trabajo especial en torno a la juventud popular articulando centros escolares de gran importancia en la zona (Tec, Madrid, UAM, La Salle, Valle de México, entre otras), empresas (laboratorios y grandes cadenas comerciales) e instituciones eclesiales, así como la urgencia de poner en funcionamiento un programa de "policía de proximidad".
Los comités se preguntan cuál es la eficacia de 88 mil policías vigilando el Distrito Federal, y la de los 440 policías que en teoría les corresponderían a los 50 mil habitantes de Coapa, seis veces más que la media mundial: por cada 100 policías en la ciudad de México, en Río de Janeiro hay 40, en Nueva York 53, en Londres 39 (R. Harrel). No es el número de policías, sino la confianza que evocan, y ésta depende de la buena preparación de los cuerpos policiacos y de su buena comunicación con el entorno vecinal.
Mejorar la seguridad no es un asunto de masificación policiaca, sino de alta preparación y tecnología. Con una cuarta parte de los recursos invertidos en esos 400 policías se puede contratar un inspector de alta preparación y cuatro mandos medios, igualmente bien entrenados y bien pagados, que tengan una mejor vigilancia de la zona (sobre las corruptelas de funcionarios delegacionales al otorgar licencias para bares y construcciones), que no abandonen su zona a la primera oferta de mejoramiento salarial, y capaces de articularse con los distintos cuerpos de la policía (federal, preventiva, auxiliar, agrupamientos especializados en estupefacientes, secuestros, etcétera).
Curiosamente, estos comités llegan a tal conclusión al mismo tiempo que el procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, y el presidente Vicente Fox dieron a conocer el pasado 22 de abril la iniciativa de una ley para coordinar a las policías con la participación vecinal.