Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 30 de abril de 2002
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Sociedad y Justicia

INFANCIA

Si no contamos para las autoridades, que al menos nos dejen tranquilos, piden

Refugiados bajo un puente del Circuito Interior

Niños de la calle, limpiaparabrisas y ambulantes se apiñan en Melchor Ocampo y Sullivan

MARIA RIVERA

Un semáforo marca el límite entre la supervivencia y el desamparo para decenas de personas. Desde hace un mes en el cruce de Circuito Interior y Sullivan, delegación Cuauhtémoc, decenas de jóvenes de la calle, limpiavidrios y comerciantes informales se apiñan en el único punto de venta que les han dejado la intimidación policiaca de la delegación Miguel Hidalgo.

El conflicto sólo se trasladó de lugar. Pero el espacio donde se han replegado, coincide la mayoría de los afectados, no da para todos así que no faltan los que se atreven a desafiar la autoridad y cruzan la frontera. Pero más tardan en comenzar a trabajar que en aparecer elementos de seguridad pública para exigirles que se retiren. Si así no entienden llegan las corretizas y en algunos casos las detenciones. El roce constante ya cobró una víctima: hace una semana una joven fue atropellada mientras evadía la persecución.

ninos_calle_733Los policías explican que sus acciones responden a quejas de vecinos que han sido agredidos por el grupo. De los acusados surgen versiones que van desde inocencia total hasta quienes admiten que algunos jóvenes que viven en la calle atacan a transeúntes y automovilistas. La policía no hace distinciones: igual levantan agresores que a limpiavidrios o vendedores de dulces.

Para los ambulantes es un lugar de trabajo con espacios claramente delimitados. Como algunas vendedoras no tienen quien les cuide sus hijos los llevan consigo. No es extraño verlos jugando o haciendo sus tareas, mientras los autos pasan a toda velocidad a su lado. Los hermanos mayores cuidan a los pequeños, pero cuando la vigilancia cede, se manifiesta la solidaridad. Con un silbido alertan que algún pequeño se ha acercado a la acera, y si la madre está lejos corren a resguardarlo.

"šAhí están sus tamales y su atole!"

Candelaria Suárez es la veterana del grupo de vendedores. Recuerda que cuando empezó a vender allí, hace treinta años, no existían la torre Pemex ni el centro comercial Galerías. Con el tiempo "y la crisis" -precisa- llegó al semáforo el resto de los ambulantes y hace como tres años empezaron a juntarse los muchachos que viven en el lugar. Ahora son decenas.

Su jornada comienza a las 10 de la mañana con la venta de dulces; por la tarde, cuando salen los periódicos, también hace de voceadora. "Antes sí me iba muy bien, con lo que trabajábamos mi esposo y yo sacamos adelante a la familia -explica-; ahora no llego ni a cuarenta periódicos vendidos, a pesar de que trabajo todo el día."

El conflicto con la policía le preocupa. "Les pregunté por qué es esta persecución, y me dijeron que porque hay muchas demandas. Por la noche se juntan muchos muchachos que viven en las calles y verdad es que sí son medio canijillos con las personas. Antes yo me retiraba a mi casa hasta las 10 de la noche, pero ahora tengo que irme desde temprano porque esto se pone pesado."

Pero si para el resto el camellón es sólo un sitio de trabajo, para el grupo más numeroso de jóvenes de la calle es su único punto de referencia. La mayoría ha estado en prácticamente todos los refugios para indigentes de la ciudad, pero reconocen que no les gustan esos sitios. Hace tanto tiempo que están en el abandono que ya prácticamente no les quedan ni recuerdos de su vida anterior. Su presente se limita al día que viven.

Dos colchones viejos y unas cuantas cobijas es todo lo que tienen. No queda espacio ni para la palabra, pues no alcanzan a hilvanar su propia historia. Los efectos de la "piedra", que consiguen a unas cuadras, en Santa Julia, son notorios. Duermen de día y al anochecer se levantan para conseguir algunos pesos, comer y volver a drogarse.

"Estos chavos son mi familia, me han enseñado varias cosas, son todo lo que tengo", resume Ricardo García, de 17 años, 10 de los cuales ha pasado en la calle. Cuando tenía dos años su madre los abandonó a él y a sus ochos hermanos. Su abuela lo recogió y con ella estuvo hasta los siete años, cuando se fue a vivir a las calles.

Es famoso en el grupo porque participó en la comida que ofreció el presidente Vicente Fox a los niños de la calle en Tepito. "Fui a ver qué onda, pero no me latió. Nos dijo: 'a ver, qué quieren' y pues todos los chavos le contestaron que si no quería que viviéramos en la calle que nos diera una casa, pero ya ve, nada. Por eso desde el principio le dije: 'šahí están sus tamales y su atole!', y me salí."

-ƑQué le pide a las autoridades?

-Que no nos molesten, que si no contamos para ellos, que al menos nos dejen tranquilos.

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