Se ha apoderado de la toma de decisiones: Gaviola
Critica experta estrategia de la corriente hegemónica feminista
Quedó atrás la rebeldía y la subversión, dice Lagarde
ROSA ROJAS
Una crítica a la estrategia de "empoderamiento" que ha seguido la corriente hegemónica dentro del feminismo latinoamericano hizo la historiadora chilena Edda Gaviola, al señalar que se ha puesto énfasis en el acceso de las mujeres a espacios de poder y decisión social, internacional, nacional y local, sin profundizar en los mecanismos que tienden a la exclusión del sector y que emanan de esos mismos espacios.
Así, explicó la experta, se pide "al modelo neoliberal y globalizador y a sus organismos multinacionales superar la feminización de la pobreza, cuando estos modelos y esos organismos son los que la generan".
En la sesión de ayer del seminario Feminismos latinoamericanos. Retos y perspectivas, que organiza el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) con motivo de su décimo aniversario, destacó la participación de la antropóloga mexicana Marcela Lagarde quien, durante su intervención en la mesa Luchas y rebeldías históricas, hizo un recuento de lo que a su juicio han sido los avances del movimiento feminista.
"Un aporte importante ha sido pasar de la rebeldía y la subversión a la construcción práctica de alternativas; la construcción de redes, la multiplicidad de temas en las agendas; su aporte a la construcción de procesos democráticos", enumeró.
Añadió que "la filosofía feminista ha dado unidad a la diversidad". El movimiento está participando con las organizaciones críticas a la globalización, y plantea un marco jurídico avanzado que reconozca derechos colectivos, empezando por los de las mujeres, los humanos, lo cual constituye la síntesis cultural de la alternativa de mundo que vamos creando".
En su exposición, Gaviola señaló que el movimiento feminista ha sido capaz de ensayar estrategias para generar cambios a nivel individual y colectivo entre las mujeres, mediante pequeños grupos que, desde la autonomía, han logrado trascender en distintos momentos históricos y acceder a nuevas formas de conciencia de lo que significa ser mujer en la sociedad.
En su crítica a la estrategia de "empoderamiento", la historiadora mencionó que se ha convocado a las mujeres "a una solidaridad por el hecho de ser mujer, y no por las propuestas políticas que se desarrollan en dichos espacios".
El acceso al "poder muchas veces genera una desidentificación entre las 'representantes' y las 'representadas', se olvidan de su origen y de su condición de oprimidas y discriminadas... las más de las veces sin reconocer la larga historia de esfuerzos colectivos que las han llevado a eso. De esta forma, unas hacen política a nombre de las otras, toman decisiones y demuestran su experiencia sin un cuestionamiento a las bases de la marginación de todas", afirmó.
Por otro lado, dicha estrategia "ha puesto en tensión la capacidad de elaboración utópica del movimiento, toda vez que la lógica política tradicional se relaciona más con las realidades posibles de las políticas gubernamentales que con las necesidades estratégicas de las mujeres.
"Aquí, un problema fundamental es la concepción misma del Estado y la lectura que se hace de él, sin reparar en la formulación ética e ideológica de quienes detentan el poder o de su propia institucionalidad. De esta forma, los temas de las mujeres aparecen descontextualizados, despolitizados, tecnocratizados y sin un posicionamiento crítico en su actuar", sostuvo la historiadora.
Otro problema no resuelto y vinculado al anterior es el de la negociación de las "agendas", que en tanto se realiza desde la desigualdad, fracciona al movimiento en temas aislados como producto de una cierta especialización y no en la totalidad de la transformación cultural que se requiere, "lo que le resta fuerza a sus planteamientos y a su capacidad de acción/visión holística en los distintos ámbitos de la sociedad".
Citó como ejemplo el de la "salud reproductiva", en el que se ha venido trabajando, colocando el énfasis en los problemas de planificación y de control de la natalidad, así como en los de la salud materno-infantil, sin plantear con la misma fuerza la capacidad y el derecho que tienen las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, a conocer y ejercer su sexualidad, a la libre opción sexual o a decidir sobre la maternidad.
Así, "se recicla la cultura vigente que expropia a las mujeres de su cuerpo, que les inhibe la capacidad de actuar como personas adultas y les aliena la posibilidad de la libertad y, con ello, se reinstala simbólicamente en la sociedad la incapacidad de las mujeres a decidir en todas las dimensiones de su vida", apuntó la historiadora.