MEXICO-CUBA
Señala puntos de coincidencia con la respuesta
mexicana del pasado lunes
Gesto de distensión de Castro aleja levemente
la posibilidad de ruptura
Reconoce en Fox a una persona decente
pero inexperta y dependiente del canciller Castañeda
BLANCHE PETRICH Y GERARDO ARREOLA ENVIADA Y CORRESPONSAL
La Habana, 23 de abril. El presidente Fidel Castro
alejó hoy levemente la posibilidad de una ruptura de relaciones
diplomáticas con Mé-xico, al señalar puntos de coincidencia
con la declaración de Los Pinos emitida el lunes sobre la crisis
bilateral, pero insistió en que el gobierno foxista miente; reconoció
en Vicente Fox a una persona ''decente'' pero inexperta en política
y dependiente del canciller Jorge G. Castañeda, y defendió
la divulgación de la cinta grabada como la prueba que el gobierno
mexicano reclamaba sobre el conflicto de Monterrey.
Castro dijo que era la única vez que había
empleado una grabación similar en público; que, con ''repugnancia
por la mentira'', no temía afrontar la responsabilidad que implicaba
esa decisión; afirmó que todos los gobiernos registran llamadas
telefónicas oficiales, reclamó desterrar la ''hipocresía''
que lo niega y anunció que se somete al más amplio debate
público sobre el carácter ético de su acción.
''La tensa y dramática situación''
En contraste, el mandatario cubano contratacó sobre
el tema del espionaje telefónico y acusó a Estados Unidos
de grabar todas las conversaciones de todos los jefes de Estado del mundo.
Castro habló durante tres horas y cuarenta minutos,
casi el doble del tiempo habitual, en la Mesa Redonda Informativa
cotidiana de la televisión, que hoy fue anunciada con el tema ''La
tensa y dramática situación de las relaciones Cuba-México''.
Estuvieron como invitados en el estudio el vicepresidente
Carlos Lage, el canciller Felipe Pérez Roque y el comandante y ex
ministro del Interior, Ramiro Valdés Menéndez, uno de los
líderes históricos de la Revolución cubana y fundador
de los órganos de seguridad del Estado.
Castro se apoyó en una parte de la declaración
del vocero presidencial, Rodolfo Elizondo, para reducir a corto plazo el
riesgo de una ruptura de relaciones diplomáticas. Leyó el
fragmento (''continuará con sus relaciones diplomáticas con
la República de Cuba, con el mismo respeto que a México le
merecen todos los países con los que mantiene relaciones'') y dijo
que es ''una declaración inteligente''. Estaría "de acuerdo
totalmente con ese párrafo. Que se cumpla el párrafo. Nos
satisface realmente esa decisión'', subrayó Castro.
''Me alegro muchísimo de esta idea''. Hasta ahí
dejó el gesto de distensión y empezó a precisar sus
condiciones en las nuevas reglas del juego con el gobierno mexicano. Dijo
que ante todo demandaba, precisamente, el mismo respeto que dispensa el
gobierno de Fox a los otros países. ''Nosotros no recibimos el mismo
respeto'', señaló Castro. ''Respeto es lo que reclamamos
y no traiciones. Respeto y no engaños. Respeto y cumplimiento de
los compromisos y de la palabra empeñada. Respeto sin que nos arrebaten
los derechos consagrados por la Carta de las Naciones Unidas y las normas
vigentes''.
Castro empezó su intervención explicando
que respondía al vocero mexicano pese a que en su gobierno había
opiniones en contra, por la diferencia del nivel jerárquico. Dijo
que la réplica era para el gobierno de Vicente Fox, en cuyo nombre
había hablado Elizondo.
También estimó que la respuesta mexicana
a su discurso del lunes era precipitada, emitida después de poco
tiempo disponible para meditar. ''Es imposible que en una hora se hubiera
tomado la decisión'', agregó, en el desarrollo de un dato
erróneo: dijo que Elizondo había hablado a las 9 de la noche,
hora mexicana, cuando en realidad fue una hora más tarde (es decir,
a las 22:00 de México, 23:00 en La Habana, tres horas después
de que Castro terminó su discurso).
De cualquier forma, mantuvo su impresión de que
fue una respuesta ''precipitada, rápida y no profunda; no podía
ser un análisis serio... podría decir que no es una respuesta
verdaderamente seria''.
Fue cierto lo que dijimos
La televisión mostró íntegramente
la intervención de anoche de Elizondo, y Castro empezó a
desgranarla: ''Lo más importante de esta declaración es que
se reconoce que no ha habido un átomo de mentira'' en el discurso
del lider cubano del mismo lunes. ''No impugnaron ni una coma de la conversación.
Eso, a mi juicio, es positivo. Fue cierto todo lo que nosotros dijimos''.
Castro estuvo de acuerdo con Elizondo cuando dijo que
la grabación del diálogo con Fox ''habla por sí misma''.
Con esa base reanudó la réplica al Presidente mexicano, para
reafirmar su denuncia de que fue presionado para reducir su estancia en
Monterrey. ''Tengo que ir a un país donde es evidente, y lo prueba
esta conversación, que el Presidente no quería que fuéramos
y el poderoso vecino del norte tampoco quería'', reclamó
Castro. ''No tenía disyuntiva. No tenía alternativa''.
Dijo que no aceptó el viaje condicionado, sino
que se lo impuso Fox. Citó el tramo del diálogo donde el
mexicano le dice en parte: ''... Me acompañas ahí y te regresas''.
De ahí ''cumplo sus órdenes y me regreso'',
respondió Castro en la conversación telefónica. Hoy
dijo: ''Pido a los mexicanos que mediten esa frase''. Castro subrayó
que acató las ''órdenes'' de Fox Quesada, sin alternativa.
Luego criticó el tramo de la declaración
mexicana de ayer en la que se convoca a la unidad nacional contra la ''mentira
y la ofensa externa''.
Dijo que ''es pura demagogia, a partir de la mentira y
del engaño, apelar a la unidad de los mexicanos''.
Una necesidad de trabajo para gobernantes
Fidel Castro reclamó que la revelación de
su conversación telefónica con el presidente Fox no se presente
''como que hicimos una trampa, que yo lo engañé porque tuvimos
conversación y la grabé. No estoy aquí para pedir
excusas sino para decir la verdad de una conversación entre dos
jefes de Estado. No es una carta amorosa, no es un secreto de confesión.
Fue una conversación política entre dos jefes de Estado''.
Retó: ''Me gustaría que el presidente Fox
dijera si no cree que el gobierno de Estados Unidos graba o no todas las
conversaciones'' que sostiene con jefes de Estado todos los días.
Y defendió la práctica de grabar y transcribir
conversaciones por teléfono ''como una necesidad de trabajo, primero,
y segundo, de la historia''.
Se remontó, como suele hacerlo, a la historia antigua
para justificar el uso de los archivos, los códigos y todos los
registros y constancias de la diplomacia desde sus inicios.
Todo ello para franquearse y reconocer que desde los primeros
años de la revolución todas las conversaciones que él
sostiene por cualquier teléfono con jefes de Estado, diplomáticos
e incluso con sus compañeros de partido son grabadas como ''ayuda
me-moria'', como lo hacen, aseguró, todos los gobiernos del mundo,
el presidente George Bush en primer lugar. ''No tengo, no tengo por qué
compartir la hipocresía que reina en el mundo de mentiras convencionales''.
Lo que sí admitió es que es la primera vez
que hace pública una de esas grabaciones. ¿Cuántos
de esos registros tiene su gobierno? ''Nadie se lo imagina, no caben en
esta sala''. Para subrayar lo dicho, un asistente le pasó un grueso
fajo de hojas. Es la transcripción de las conversaciones telefónicas
que sostuvo el 12 de abril en la madrugada, en plena crisis del golpe de
Estado contra Hugo Chávez, con el embajador cubano en Venezuela
Germán Sánchez.
Se refirió lo mismo a las constancias que tiene
de sus intercambios con Kruschov, durante la crisis de los misiles en 1962,
que a "todo lo que se dijo" cuando Cuba peleaba el retorno del niño
Elián.
Minutos antes de que empezara a abordar el tema, dentro
del estudio de la televisión cubana, un asistente le entregó
un mensaje. Leyó en voz alta: "Habla Kofi Annan." Dio instrucciones
de que le devolvería la llamada más tarde. Sería más
de dos horas después, porque su disertación se prolongó
hasta las 21:40 horas. Pero en ese momento, al acordarse de su pendiente,
reconoció: "Kofi va a pasar también por el telefonito".
Insistió en que grabar conversaciones entre jefes
de Estado es una necesidad y que negarlo es hipocresía. "El que
no lo haga es que no funciona."
Y se defendió señalando a los demás,
en especial a Estados Unidos. Retó a que se demuestre públicamente
que Estados Unidos no hace lo mismo. "Seamos serios, no tienen otra alternativa.
Que Fox le pregunte a sus políticos si no dejan constancia de sus
conversaciones. Si no lo hacen es porque son irresponsables. ¿Cómo
se van a acordar dentro de un año de lo que hablan todos los días?
Son conversaciones políticas que le interesan al mundo. La historia
requiere de constancias para que no haya traiciones."
En su gobierno grabar las conversaciones telefónicas
es un acto "automático", ya que de cualquier conversación
política con un jefe de Estado o de gobierno queda constancia escrita.
"Sí, muchas veces estoy solo en mi despacho y lo hago. No lo hago
con los telefonitos (celulares), porque es una irresponsabilidad."
En cuanto a que él sea objeto de grabaciones, dijo
que no le preocupa. "Yo tengo un vecino que tiene la mejor tecnología
del mundo. No hay una sola conversación mía que los estadunidenses
no tengan grabada. Graban de los telefonitos que tienen todos los ministros
y viceministros."
Se declaró "enemigo jurado" de los celulares y
bromeó acerca de quienes aún creen que "escondiéndose
detrás de una mata de plátano pueden hablar cualquier cosa".
Acerca de las grabaciones ?nunca mencionó la palabra
espionaje telefónico? dijo que "a Fox, si quiere, yo lo puedo asesorar
sin cobrarle un centavo".
Insistió en que ante los apremios del gobierno
mexicano de que presentara pruebas de su argumento, en el sentido de que
había sido presionado para abandonar Monterrey, tuvo que recurrir
a hacer pública la grabación. "A veces hay que ser audaz.
En la opinión pública mexicana hubo ese gran escándalo.
Esto no es el caso. Había una cuestión ética. Vamos
a discutir éticamente si fue correcto o no. Me someto al juicio
de los filósofos", ofreció.
Fox, "decente" pero dependiente
En este tenor de querer suavizar algunas de sus críticas
a México, Castro opinó que el presidente Fox es "una persona
decente", si bien "con poca o nula experiencia política" y carente
de conocimientos de filosofía y doctrina política. De paso
volvió a cargarle la tinta al secretario de Relaciones Exteriores,
Jorge G. Castañeda, quien, señaló el mandatario, "tiene
una dependencia de algún modo especial", como si fuera una especie
de "asesor cultural o intelectual".
Al referirse a Fox, Fidel Castro aclaró: "No estoy
intentando halagarlo en lo más mínimo. Me pueden creer".
Pero añadió: "Su pensamiento está
muy condicionado por su vida de hombre de empresas. Comete errores. Pienso
que, como político, necesita un norte, que tiene que coincidir con
determinados principios y normas éticas". Abundó sobre la
"dependencia total" del Presidente mexicano de los Chicago boys,
"que estuvieron en tal más cual universidad estadunidense y en especial
Castañeda, que nadie sabe por qué está ahí
como ministro, si no lo consultó ni con su partido, el PAN".
Ya entrado en cuestiones de política interna mexicana,
se refirió al incidente público entre la ex vocera presidencial
Marta Sahagún, antes de su matrimonio con Fox, cuando dijo de Castañeda
que éste no era el dueño de la política exterior mexicana.
"Fox se sintió obligado" a defender al canciller, remató.
Sin embargo, arremetió contra el sistema político
y el modelo económico mexicanos, y dedicó más de media
hora a hacer comparaciones sobre las condiciones de los derechos humanos
?recordó, entre otras cosas, el asesinato de Digna Ochoa? e índices
de pobreza, salud y educación entre las dos naciones. "No voy a
culpar a Fox. Se trata de un sistema anacrónico donde no prospera
la ética, la solidaridad, el respeto a los derechos humanos. El
caballero ?se refería al vocero presidencial Rodolfo Elizondo, transmisor
del comunicado mexicano de la víspera? habla de sistema democrático.
Democracia bananera", descalificó.
Uruguay rompe relaciones con La Habana
Mientras hablaba de la crisis con México, Castro
recibió un despacho de una agencia noticiosa que anunciaba que Uruguay
había roto relaciones diplomáticas con Cuba. El mandatario
no pareció alterarse. Se dirigió a Pérez Roque para
preguntarle cómo había llamado el canciller hace días
al presidente Jorge Batlle.
"Judas genuflexo", gritó Pérez Roque desde
un sector del estudio.
Castro repitió el calificativo y siguió
refiriéndose a Batlle: "Un mentiroso de los grandes. Un individuo
lacayo". Y subrayó el argumento que daba Uruguay para la ruptura:
"los agravios cometidos contra el país".
El presidente cubano replicó: "Siempre el mismo
truco, las mismas mentiras. Insultos al país, como si ellos fueran
el país".
Luego recordó que Cuba está enviando como
donación un lote de cientos de miles de vacunas contra la meningitis,
tras la aparición de brotes de la enfermedad en el país sudamericano.
Se emocionó cuando relató el envío de los antídotos
y su pronta aplicación, pero regresó al tono y al tema mexicano,
con un evidente desdén por la decisión del gobierno de Montevideo.
"Soborno" petrolero
La crisis bilateral incluye, por parte de Castro, la exhibición
de episodios poco conocidos o de plano ignorados de las relaciones recientes
entre los dos países. El lunes, el mandatario sacó del archivo,
en pocas frases, el tema petrolero.
Desde el boom de su producción petrolera
en los años 80, México ha vendido crudo a Cuba en forma eventual,
con altas y bajas, generalmente en condiciones financieras rigurosas, pero
siempre bajo un estricto hermetismo oficial de ambas partes. El panorama
de esa relación sólo se ha conocido al paso del tiempo mediante
filtraciones y cabos sueltos. Castro confirmó en su discurso una
decisión mexicana evidente pero mutuamente silenciada: "El gobierno
de México siempre se opuso sistemáticamente a que Cuba recibiera
beneficio alguno de los acuerdos como los de San José y otros".
El mandatario hablaba del pacto de 1980 entre Venezuela
y México, mediante el cual ambos países venden petróleo
desde entonces a naciones centroamericanas y del Caribe en condiciones
preferenciales. Nunca hubo un argumento público mexicano para la
exclusión de La Habana de ese beneficio, pero era patente.
Cuando Cuba empezó a producir petróleo,
en los años 90, el pretexto estuvo a la mano: con el acuerdo de
San José sólo se suministra crudo a los países no
productores.
En 1995 México hizo una oferta para modernizar
una vieja refinería, en la surcentral provincia de Cienfuegos, y
suministrar el combustible. Se firmó un acuerdo que incluía
participación de Pemex y de empresas privadas mexicanas. Pero meses
después el convenio fue declarado inviable por las dos partes, sin
mayores precisiones.
El petróleo mexicano llegó de todas formas
a la isla, que lo pagaba a precio de mercado con carta de crédito
confirmada a un mes (mecanismo casi equivalente al contado). Pero nuevamente,
sin explicación pública de ningún lado, dejó
de venderse aproximadamente en 1996.
La interrupción ocurrió cuando los dos países
disputaban por un oscuro episodio ?que quizá salga a flote en el
futuro próximo? sobre pagos y adeudos mutuos, originados por el
interés de la empresa regiomontana Domos, entonces socio único
minoritario de la telefónica local.
En 2000 el gobierno del presidente Hugo Chávez,
de Venezuela, garantizó a Cuba el suministro regular y concesional
de 53 mil barriles diarios de crudo, equivalente a un tercio del consumo
total de la isla y a la mitad de sus importaciones de combustible.
Además de su impacto estratégico, el derrocamiento
definitivo de Chávez hubiera representado para la isla la pérdida
de ese suministro. Castro habló el lunes de lo que ya había
revelado días antes el embajador mexicano, Ricardo Pascoe. En los
momentos en que parecía todo perdido para el líder venezolano,
Fox Quesada ofreció a Cuba la cuota de petróleo que se iba.
Pero el mandatario vio el asunto de esta manera: "Lo más
grotesco es que hasta se nos quiso sobornar y comprar nuestro silencio
sobre lo ocurrido en Monterrey. En medio de los dramáticos acontecimientos
que tenían lugar en Venezuela, cuando la vida de Hugo Chávez
corría mortal peligro y todo parecía liquidado, el embajador
de México en Cuba, al que no culpo, transmitía la tarde del
13 de abril, aproximadamente 38 horas antes del comunicado del día
15 (cuando México anunció su voto en Ginebra), un mensaje
del gobierno mexicano prometiendo que Petróleos Mexicanos podría
asumir los suministros venezolanos que dejaría de entregar PDVSA
(Petróleos de Venezuela)".
"Nos repugnaba la cínica maniobra de engaño
con la que pretendían neutralizar nuestra protesta contra la fechoría
que iban a cometer en Ginebra. Le dimos fríamente las gracias y
no mostramos interés por la hipócrita oferta", concluyó
Castro Ruz.
Silencio en la embajada
La embajada mexicana, en el residencial barrio de Miramar,
parecía hoy desde el exterior en situación normal. En uno
de sus costados se formaba, como todos los días, la fila de cubanos
que realizan trámites consulares.
Pero Pascoe no estuvo disponible para hablar con la prensa.
Una funcionaria de la misión dijo a La Jornada que la embajada
tenía órdenes de la cancillería de evitar declaraciones
a la prensa y había prohibido al embajador tener algún contacto
incluso informal con periodistas, "dado lo delicado de la situación".
Sin embargo, la funcionaria aseguró que la representación
y el consulado trabajaban normalmente.