Hacedores de palabras integra en 18 libros
y dos juegos 500 textos y acuarelas
Niños indígenas relatan y pintan su mundo
La colección del Conafe se presenta el martes
Circulan en comunidades 17 mil ejemplares
ANASELLA ACOSTA NIETO
Los niños indígenas escriben aquello que
miran, escuchan y tocan. El sol, la luna, los montes, las cosechas, el
maíz, el agua, los brujos, los naguales y las historias que van
y vienen en voz, pasan por el crisol de su imaginación y se convierten
en palabra escrita.
Ellos son poetas, cuenteros, intérpretes, rezadores,
cantadores, pintores y sobre todo defensores de su cultura en formación;
son hacedores de las palabras.
Como
resultado de una selección de más de 500 textos escritos
por los niños indígenas de las comunidades que atiende el
Consejo Nacional de Fomento Educativo, recientemente se editó una
colección de 18 libros y dos juegos de memoria con el título
Hacedores de las palabras, publicado por el Conafe.
Esta es la primera edición de carácter literario
que se realiza en más de 50 lenguas vernáculas y español
por niños indígenas.
Rimas, mitos, refranes, rezos, relatos, cuentos, adivinanzas
y chistes aparecen salpicados de acuarela y crayón multicolor de
los dibujos realizados por los niños que además de los textos
aportaron su visión plástica del mundo que los circunda.
Rocío Casariego, subdirectora de Educación
Indígena del Conafe, explica que hace cinco años se lanzó
la primera convocatoria a niños indígenas para escribir textos
de carácter literario en su propia lengua a partir de la visión
cultural de su comunidad.
Se recibieron más de mil trabajos con traducciones
realizadas a veces por los propios niños y, en otras, por los instructores.
Al revisar la diversidad y riqueza del material se tomó la iniciativa
de editar los textos en lengua nativa y en español, comenta.
Posteriormente se realizaron talleres de pintura en las
comunidades, con el propósito de que los niños, además
de autores , fueran los ilustradores de los libros. En estos talleres también
se trabajó con adultos, específicamente con las madres.
La escritora Elisa Ramírez Castañeda, encargada
de adaptar algunas historias, escribe acerca de esta colección:
refleja el conocimiento exacto por parte de los niños acerca de
su entorno y es un retrato vívido de sus relaciones y de sus comunidades.
Pero también ?precisa? "son palpables y visibles
sus carencias, su pobreza, la violencia imperante en muchas comunidades;
su marginación, discriminación y acoso".
Estos textos revelan "la permanencia de una mentalidad
y de una visión distinta del mundo. Los niños se convierten
en portadores, voceros y hacedores de cultura, en conservadores e intérpretes
de tradiciones".
Los límites entre lo real y lo ficticio, así
como las fronteras entre lo censurable y lo permitido son diferentes en
este ámbito ?señala Estela Ramírez?; aquí los
niños hablan de naguales, de zopilotes que se encabronan, y de un
cazador que no caza porque su mujer tiene un Sancho. Sin olvidar la presencia
de fragmentos de mitos de las antiguas culturas, como los enigmas y adivinanzas
en torno a Chilam Balam.
Ante
''los medios de comunicación y la literatura infantil comercial
chabacana, azucarada grotesca y barata", la escritura de los pueblos indígenas
surge como "una de sus nuevas estrategias de fijación, circulación,
intercambio y resistencia", considera Ramírez Castañeda.
Para Rocío Casariego la importancia de esta edición
es la prueba de que es posible escribir las lenguas nativas y el estímulo
que representa para las comunidades que aún no comienzan a hacerlo.
Aclara que se buscó respetar la manera de contar,
proveniente de la tradición oral en las poblaciones indígenas,
y que sólo se tuvieron que adaptar algunas historias que resultaron
ilegibles en español por cuestiones de traducción.
La primera edición constó de 18 mil ejemplares,
de los cuales más de 17 mil ya fueron enviados a las bibliotecas
comunitarias (uno por biblioteca), con la posibilidad de ser leídos
por 47 mil niños indígenas y mestizos.
El paso siguiente es diseñar o recuperar estrategias
pedagógicas que privilegien la literatura, la parte lúdica
del lenguaje y, en concreto, los saberes indígenas como valores
y bienes, menciona la subdirectora de Educación Indígena.
Otro de los planes a corto plazo es encontrar patrocinadores
para la creación de un sitio en internet en el que se puedan leer
y escuchar los textos en las diferentes lenguas indígenas y en español,
así como observar los dibujos elaborados por los niños, agrega
Casariego.
Hacedores de las palabras se presenta este martes
a las 19 horas en el Palacio Postal (Tacuba y Eje Central Lázaro
Cárdenas, Centro Histórico).