Día de luto, sin tristeza
En calles del Centro Histórico no faltaron los baños de agua a punta de cubetazos. Hubo recordatorios familiares, pero lo que más abundó fue el fortalecimiento de la amistad entre los vales de la paloma, del barrio y de la cuadra. A aguantarse, y ya.
Una vez crucificado el Mesías, el Sábado Santo es especial. Jesús murió y su espíritu fue a reunirse con varios ancestros importantes, entre ellos Abraham. Pero estaba en la oscuridad que preparaba la luz. La fe descansa sobre un sepulcro vacío. Resucitará y su sacrificio no será en vano.
En entrevista, el sacerdote Salvador López Ramírez, encargado de Pastoral de la Catedral Metropolitana, explicó que Jesús bajó a los infiernos -que no es como lo entendemos ahora, como en los dibujos de la Lotería, con ficción-. Fue con Abraham y se llevó las almas. "Realmente murió, pero resucitó. Es un misterio que aceptamos por fe".
-ƑCómo se relaciona todo eso con el llamado Sábado de Gloria?
-Es porque el sábado se celebraba la resurrección del Señor, más temprano. La gente se bañaba y las niñas que nacían ese día se les ponía el nombre de Gloria. Eran costumbres que variaban dependiendo del pueblo. Sábado de Gloria era el sábado en que el Señor resucitó.
"El agua va en relación con el bautismo. En este día santo se bautiza a los catecúmenos. El lugar, la fiesta adecuada para el bautismo es la Vigilia Pascual. Es la fiesta de las fiestas."
-ƑEl sábado es de luto?
-Sí. Para la Iglesia es un día de meditar sobre la muerte del Señor y de consolar a la santísima Virgen. No hay que estar tristes, sino que hay que esperar la resurrección.
ARTURO CRUZ BARCENAS