Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 30 de marzo de 2002
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Más de seis horas de pie o a caballo, en ayunas, bajo el sol inclemente

Los policías vivieron su propio viacrucis en Iztapalapa

ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ

Durante más de seis horas, 350 policías auxiliares de la delegación Iztapalapa y metropolitanos de los agrupamientos femenil, a caballo y granaderos, padecieron su propio viacrucis al permanecer de pie, inmóviles y en ayunas, bajo un inclemente sol que ayer calentó la plancha de cemento de la plaza Cuitláhuac, con una temperatura que alcanzó los 29.7 grados centígrados mientras se desarrollaba la representación de la Pasión de Cristo.
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Para muchos uniformados, como José Luis Rangel, oriundo de los rumbos de la Basílica de Guadalupe, por Indios Verdes, y que recuerda los 12 de diciembre que le ha tocado también hacer guardia allá, el "camino al calvario" inició desde las 4 de la mañana, cuando salió de su domicilio para llegar a tiempo al cambio de turno, a las 6, previendo la falta de transporte por ser día santo.

Con turnos de 24 por 24, "o sea que entramos hoy a las 6 y salimos mañana a la misma hora", desde el pase de lista tuvieron que aguardar en formación en el sereno, pues aun cuando están adscritos a la policía delegacional de Iztapalapa, carecen de instalaciones y el cuartel de su destacamento se ubica en División del Norte y Romero de Terreros, en Coyocán.

Espectáculo previo

Antes de que nazarenos y romanos ocupen de nuevo la explanada de la Plaza Cuitláhuac, son el primer espectáculo para los visitantes, que los miran ir de un lado a otro ejecutando órdenes: "¡Atención!, ¡flanco izquierdo!..", en tanto los jefes se ponen de acuerdo sobre dónde ponerlos. Hasta el mediodía, la plaza fue sólo suya.

Varios vivieron su viacrucis propio. Una joven policía del agrupamiento Cisne, que se negó a dar su nombre, acudió a la ambulancia 257 de los Servicios de Salud del GDF al sentirse mareada. Ahí le dijeron que necesitaba una inyección de parasetamol, que no tenían, por lo que la pasaron al puesto de atención médica ubicado en una carpa.

Explicó que desde el jueves estuvo de servicio en el lugar, comió algo y le dio diarrea. El malestar no la dejó dormir, por lo que estaba desvelada y además llegó al servicio, ayer, en ayunas. Una doctora le dio el medicamento en solución; ante el reclamo de la otra uniformada, la doctora explicó que la inyección tarda más en surtir efecto. "Póngale una inyección, tiene fiebre, insistió la policía. "La estoy valorando ?respondió la galena?, quiero ver que no esté deshidratada". Cuando se levantó para ir por su instrumental, sus compañeras rescataron a la enferma y la llevaron de vuelta a la ambulancia, para sorpresa de la doctora. "Que por escrito digan que se la llevan bajo su responsabilidad", sugirió otro médico, cuando ya se habían alejado.
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Desde las 10 de la mañana el Servicio Meteorológico registraba 21 grados centígrados. Pese al calor, los policías aguantaron, con el estómago vacío y sin siquiera beber agua. Casi una hora antes, un civil desmayado, que fue cargado por la valla de uniformados para ser atendido por los paramédicos de la Cruz Roja, alertó a uno de los mandos, que de inmediato ordenó a granaderos y auxiliares que se quitaran los cascos.

"Misión cumplida"

Cuando al fin la procesión salió hacia el cerro de la Estrella, se dio la voz: "misión cumplida", y les dieron jugo, fruta, un emparedado y un dulce. Pero había que estar alerta hasta el final. "La gente está tranquila, pero uno nunca sabe lo que puede pasar", dijo Rafael Pérez, de la Montada, en camino al autobús que los trasladaría, dos horas después, a su cuartel en Cabeza de Juárez.

"Mentalmente nos preparamos", asegura José Luis Rangel, de la Policía Auxiliar, quien dice estar listo para la visita del Papa, a fines de julio; dice que en la visita anterior él y sus compañeros tuvieron que hacer valla "12 horas completitas"; pero como dice su compañero Andrés Olguín: "nosotros solamente somos policías que realizamos nuestro trabajo".

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