Más de seis horas de pie o a caballo,
en ayunas, bajo el sol inclemente
Los policías vivieron su propio viacrucis en
Iztapalapa
ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ
Durante más de seis horas, 350 policías
auxiliares de la delegación Iztapalapa y metropolitanos de los agrupamientos
femenil, a caballo y granaderos, padecieron su propio viacrucis al permanecer
de pie, inmóviles y en ayunas, bajo un inclemente sol que ayer calentó
la plancha de cemento de la plaza Cuitláhuac, con una temperatura
que alcanzó los 29.7 grados centígrados mientras se desarrollaba
la representación de la Pasión de Cristo.
Para muchos uniformados, como José Luis Rangel,
oriundo de los rumbos de la Basílica de Guadalupe, por Indios Verdes,
y que recuerda los 12 de diciembre que le ha tocado también hacer
guardia allá, el "camino al calvario" inició desde las 4
de la mañana, cuando salió de su domicilio para llegar a
tiempo al cambio de turno, a las 6, previendo la falta de transporte por
ser día santo.
Con turnos de 24 por 24, "o sea que entramos hoy a las
6 y salimos mañana a la misma hora", desde el pase de lista tuvieron
que aguardar en formación en el sereno, pues aun cuando están
adscritos a la policía delegacional de Iztapalapa, carecen de instalaciones
y el cuartel de su destacamento se ubica en División del Norte y
Romero de Terreros, en Coyocán.
Espectáculo previo
Antes de que nazarenos y romanos ocupen de nuevo la explanada
de la Plaza Cuitláhuac, son el primer espectáculo para los
visitantes, que los miran ir de un lado a otro ejecutando órdenes:
"¡Atención!, ¡flanco izquierdo!..", en tanto los jefes
se ponen de acuerdo sobre dónde ponerlos. Hasta el mediodía,
la plaza fue sólo suya.
Varios vivieron su viacrucis propio. Una joven policía
del agrupamiento Cisne, que se negó a dar su nombre, acudió
a la ambulancia 257 de los Servicios de Salud del GDF al sentirse mareada.
Ahí le dijeron que necesitaba una inyección de parasetamol,
que no tenían, por lo que la pasaron al puesto de atención
médica ubicado en una carpa.
Explicó que desde el jueves estuvo de servicio
en el lugar, comió algo y le dio diarrea. El malestar no la dejó
dormir, por lo que estaba desvelada y además llegó al servicio,
ayer, en ayunas. Una doctora le dio el medicamento en solución;
ante el reclamo de la otra uniformada, la doctora explicó que la
inyección tarda más en surtir efecto. "Póngale una
inyección, tiene fiebre, insistió la policía. "La
estoy valorando ?respondió la galena?, quiero ver que no esté
deshidratada". Cuando se levantó para ir por su instrumental, sus
compañeras rescataron a la enferma y la llevaron de vuelta
a la ambulancia, para sorpresa de la doctora. "Que por escrito digan que
se la llevan bajo su responsabilidad", sugirió otro médico,
cuando ya se habían alejado.
Desde las 10 de la mañana el Servicio Meteorológico
registraba 21 grados centígrados. Pese al calor, los policías
aguantaron, con el estómago vacío y sin siquiera beber agua.
Casi una hora antes, un civil desmayado, que fue cargado por la valla de
uniformados para ser atendido por los paramédicos de la Cruz Roja,
alertó a uno de los mandos, que de inmediato ordenó a granaderos
y auxiliares que se quitaran los cascos.
"Misión cumplida"
Cuando al fin la procesión salió hacia el
cerro de la Estrella, se dio la voz: "misión cumplida", y les dieron
jugo, fruta, un emparedado y un dulce. Pero había que estar alerta
hasta el final. "La gente está tranquila, pero uno nunca sabe lo
que puede pasar", dijo Rafael Pérez, de la Montada, en camino al
autobús que los trasladaría, dos horas después, a
su cuartel en Cabeza de Juárez.
"Mentalmente nos preparamos", asegura José Luis
Rangel, de la Policía Auxiliar, quien dice estar listo para la visita
del Papa, a fines de julio; dice que en la visita anterior él y
sus compañeros tuvieron que hacer valla "12 horas completitas";
pero como dice su compañero Andrés Olguín: "nosotros
solamente somos policías que realizamos nuestro trabajo".