Se ha optimizado la multiplicación del hombre, pero no la calidad de vida Pobreza, problema olvidado por científicos Victoriano Garza Almanza De los 6 mil 100 millones de habitantes que tiene el planeta, probablemente 5 mil millones tienen una pobre calidad de vida, de mala a pésima; y de ellos, unos 3 mil millones sobreviven, no viven, y esa sobrevivencia se da en entornos insalubres, desbordantes de ignorancia y casi sin alimentos. Cuando México tenía 40 millones de habitantes, más de 20 millones vivían en la miseria. Ya fueran del norte o del sur, de la costa o la sierra, el panorama era el mismo: seudoviviendas de hojas de palma, de madera, de lámina y cartón o de tierra; carencia de servicios básicos, enfermedades, desnutrición y analfabetismo. Ahora, con casi 100 millones de habitantes, la pobreza se multiplicó, y en lugar de 20 hay casi 70 millones de pobres. Y esta parte de la población mexicana, como los pobres de otras naciones, sobrevive; de alguna manera le hacen sus integrantes para alcanzar los 20, 40 o 60 años de existencia. Pero sobrevivir no es suficiente, apuntaba Alexis Carrel en su obra póstuma Reflexiones sobre la conducta en la vida, la calidad de vida es más importante que la vida misma. Paralelamente al avance vertiginoso de la ciencia en el siglo XX, y especialmente gracias a ésta, la población aumentó de mil 200 a 6 mil 100 millones de habitantes en 100 años. Esto se debió al progreso de la medicina, la agricultura, la industria y otras actividades apoyadas por la investigación científica y tecnológica. El impacto de las hazañas científicas fue inigualable a cualquier otro logro en la historia de la humanidad. Por la ciencia se pudo multiplicar la vida humana, pero no los beneficios para que todos alcanzaran una vida plena. Esta es una de las fallas de la ciencia. ƑPor qué si el hombre ha sido capaz de llegar a la Luna, trasponer con artefactos espaciales el sistema solar y elucidar el genoma de su especie, ha sido incapaz de resolver ųasí sea parcialmenteų el problema de la pobreza? A nivel global se impone un estilo de vida ųel "american way of life"ų, en el que lo proveniente del desarrollo científico y tecnológico, la visión occidental de las cosas, es lo mejor y lo único que cabe en el mundo; y la gente que en ese mundo cabrá será quien tenga dinero para comprarlo. A esto, Paul Feyerabend le denominaba la prepotencia del racionalismo. Los científicos, con sus investigaciones y descubrimientos ųy en un maridaje con el poder de los intereses creadosų, son quienes han ido marcando el rumbo de la humanidad. Pero no por eso, decía Feyerabend, la gente debe decir amén cuando un científico reza: "todo el mundo tiene que seguir este camino". Siendo uno de los mejores filósofos de la ciencia del siglo XX, Feyerabend se destacó por buscarle las espaldas y desnudarla tal cual. Decía que a la ciencia, lo mismo que a otras formas de pensamiento, no había que tomarla demasiado en serio sino leerla como un cuento de hadas, que tenía cosas muy buenas pero también cosas perversas. Su obra principal, Tratado contra el método (1975), paradójicamente un racional estudio contra el racionalismo científico, resquebrajó la inmaculada muralla de respeto y devoción que guarecía a la ciencia. Quienes le escucharon, tanto científicos como filósofos, como la que después fuera su esposa, exclamaron al escuchar sus razonamientos: šnos robó las llaves del Universo! Para ellos, la ciencia no volvió a ser la misma. Y una de las perversidades que se entrevén en el quehacer científico, es que conoce la existencia de asuntos cuya resolución poco le importa. Por eso mismo, dentro de la visión cósmica de la ciencia, como quizá diría Monsiváis, no cabe la búsqueda de soluciones a problemas de pobreza o ambientales o de salud pública. Estos temas se estudian como materia de interés que generará toneladas de información ųestratégicaų y les producirá publicaciones científicas y renombre a los investigadores, pero que raramente aportarán soluciones reales. En el México actual, el del neoliberalismo y la globalización, ya no sólo se pretende privatizar Pemex, los servicios de salud ųIMSSų, el abastecimiento de agua potable, los servicios de limpieza urbana, sino también el quehacer científico. Las actuales políticas de investigación científica en México, que están tejiéndose en la nueva administración federal, tienden a impulsar estudios que propongan o solucionen problemas tecnológicos para mejorar la productividad industrial y que, al propio tiempo, conlleven un beneficio económico a corto plazo. La ciencia mexicana, tradicionalmente unida al Estado, ahora conformará la trinidad ciencia-industria-Estado, triángulo cancerbero de las puertas del Universo. Mientras tanto, en el aire se percibe que los problemas de la sociedad de contribuyentes, que con sus impuestos financia al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, pasarán a un segundo término dentro de la lista de prioridades de investigación nacional por ser económicamente improductivos. Los problemas de la sociedad civil mexicana son tan pobres como los más pobres de México. Es investigador del área de salud ambiental de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
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