Cinco décadas de folclor
Hace cinco décadas nació la compañía de danza de Amalia Hernández, bailarina, maestra y coreógrafa que hasta entonces había trabajado en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Hernández decidió enfocar hacia el folclor mexicano el conocimiento y la experiencia adquiridos como alumna de Gloria Campobello, Tessy Marcue, Waldeen, Luis Felipe Obregón, Encarnación López, Xenia Zarina, Seki Sano y Miguel Covarrubias, así como de Hipólito Sybine y Nesly Dambré, del ballet ruso de Anna Pavlova y del de la Opera de París, respectivamente. De todos ellos recibió enseñanza en danza clásica, española, indígena, tap, danza oriental, teatro, así como arte mexicano.
Con el nombre de Ballet Moderno de México, la compañía de Amalia Hernández empezó a trabajar de forma esporádica en la Sala Chopin, donde interpretaba el número Sones de Michoacán. El éxito de esas funciones le abrió las puertas para trabajar en el programa televisivo Funciones de Gala, que permitió al ballet captar la atención del entonces Departamento de Turismo, que halló en este grupo lo necesario para promover una imagen amable de México. Así comenzó la proyección de la compañía en el ámbito internacional.
Los primeros países que visitó el ballet fueron Cuba, Canadá y Estados Unidos. En 1959 la compañía representó a México en los Juegos Panamericanos de Chicago y es cuando adopta el nombre de Ballet Folklórico de México. Después de una destacada participación el gobierno mexicano le ofreció todo el apoyo. Comienzan las funciones permanentes en el Palacio de Bellas Artes.
En 1961 ese ballet se convirtió en representante oficial del país en el festival de las naciones de París. A partir de entonces se transformó en una institución que hasta la fecha cuenta con un equipo en el que participan bailarines, compositores, cantantes, diseñadores de vestuario y escenografía, músicos y técnicos.
La labor de la compañía ha merecido más de 200 reconocimientos en el mundo, entre ellos el Premio Roma, la Condecoración Rubén Darío y el Premio Tiffany que otorga la Sociedad Internacional de Gerentes de Artes Interpretativas de Nueva York, así como el Premio Nacional de las Artes en México.
En 1966 el ballet emprendió la construcción de su escuela, teatro y sede, ubicados en la calle de Violeta esquina Riva Palacio, en la colonia Guerrero.
Amalia Hernández murió en noviembre de 2000; al frente de la compañía quedaron su hija Norma López Hernández y su nieto Salvador López. Actualmente el agrupamiento está integrado por 600 personas y la escuela forma a más de 280 alumnos.
Esta empresa cultural, que ha subsistido mediante la combinación de recursos públicos y privados, festejará medio siglo de vida con 50 funciones gratuitas en el interior de la República, que se realizarán en plazas y lienzos charros.
ANASELLA ACOSTA NIETO