Es el primer presidente que no ofrece mensaje para conmemorar la gesta petrolera
Fox guarda silencio ante un desafiante Romero Deschamps en el aniversario de la expropiación
A nadie conviene que haya roces entre empresa y trabajadores, indica el líder del STPRM
JUAN MANUEL VENEGAS
Desafiante fue ayer el líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps. Y absoluto silencio guardó el presidente Vicente Fox Quesada, quien por primera vez en más de un año de gobierno prefirió mantenerse expectante, convirtiéndose así, también, en el primer mandatario que no ofrece un mensaje en el aniversario de la expropiación petrolera.
De la investigación de la que es sujeto por su presunta participación en el desvío de recursos de Pemex al PRI, el líder sindical dijo: "lo que no ha sido juzgado ni suficientemente fundamentado es germen de incertidumbre". El, aseguró, no le entrará a la "diatriba pública". Y advirtió: a nadie conviene que "haya roces" entre el sindicato y la empresa. Coreado su nombre por cientos de trabajadores, agregó: "hoy la industria petrolera corre graves riesgos... revestidos de la sutileza de la globalización económica".
En cuanto al sigilo de Fox, se argumentó que fue preparado. Previamente decidió: ni discurso para elogiar al sindicato ni mensaje que significara confrontación. Optó, pues, por "la reserva" en el caso, explicaron sus allegados.
Fue ésta, en menos de un mes, la segunda ocasión en que el acusado dirigente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana alardea de seguridad ante el titular del Ejecutivo Federal, presumiendo de las muestras -preparadas- de apoyo de los trabajadores del gremio que representa.
El pasado primero de marzo, en la asamblea de la CTM, ocupó lugar en el presídium al lado del secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda. Ese mismo día, entre los apagones con que los cetemistas recibieron a Fox Quesada, se confirmó que Romero Deschamps sería distinguido con la Medalla Fidel Velázquez al Mérito Obrero.
Pero este lunes, en la ceremonia del 64 aniversario de la expropiación de la industria petrolera -cobijado por los suyos--, el también diputado federal priísta se lanzó directo en defensa propia. Primero echó en cara al gobierno federal que hoy lo investiga su decidida participación para mantener en orden a la paraestatal: "lo que menos deseamos es que Petróleos Mexicanos enfrente dificultades por causa de confrontaciones. Mantener tranquilidad en los centros de trabajo no ha sido tarea fácil para las dirigencias sindicales. Ha significado una cuota extra de ecuanimidad para actuar con prudencia cuando se trata de convencer al obrero de posponer justas demandas en aras de mantener funcionando a la empresa".
Y enseguida, ligando lo uno con lo otro, buscó deslindarse de las probables irregularidades en el manejo de los recursos de Pemex para financiar la campaña electoral del PRI hace dos años. "A esa misma prudencia hemos recurrido cuando, en medio de los acontecimientos que todos conocen, se ha puesto en duda a nuestra organización. Lo que aún no ha sido juzgado ni suficientemente fundamentado es germen de incertidumbre, cuyo desvanecimiento esperamos se dé cuando el caso llegue a la instancia judicial, que dará la razón a quien la tenga."
Manifestó su "resistencia" a sumarse a la "diatriba pública" y confió en su exoneración: "reafirmamos nuestra fe en que apegarse a la ley es nuestro mejor recurso. Hemos puesto a disposición de la autoridad competente toda la documentación necesaria para nuestra defensa. Lo que teníamos que hacer, está hecho. Esperamos resultados favorables a nuestra posición".
"šPetroleros con Romero, petroleros con Romero...!", se escuchaban los gritos de cientos de trabajadores afuera y dentro de las instalaciones de Pemex en Marina Nacional. "šY una porra para Carlos...!", ordenaba una voz. Y los cientos se desgañitaban. Una, dos, tres... varias veces se repitió la consigna de respaldo al líder que la Contraloría y la Procuraduría de la República traen en la mira.
Esta vez no estuvo Creel para acompañar a Fox -como aquel viernes primero de marzo en la CTM-, pero sí estuvieron los secretarios de Hacienda, Francisco Gil Díaz; de Energía, Ernesto Martens, y de Trabajo, Carlos Abascal. También el vocero presidencial, Rodolfo Elizondo, y a su lado, el senador panista Diego Fernández de Cevallos... En fin, todos se veían serios mientras transcurría el discurso de Romero Deschamps. La única relajada en esos momentos en el presídium fue, sin duda, la priísta Beatriz Paredes Rangel, presidenta de la Cámara de Diputados.
Romero Deschamps, al final, se los dejó en claro: "entendamos que a nadie convienen los roces entre empresa y trabajadores en momentos en que lo que urge es caminar juntos. Lo que menos deseamos es que Pemex enfrente dificultades por causa de confrontaciones".
Por la defensa de Pemex
No pararon ahí los alardes. Faltaba la parte de defensa de Petróleos Mexicanos... y la hizo: "nadie puede negar que la industria expropiada corre hoy riesgos graves como los que enfrentó en la época del general Lázaro Cárdenas, pero revestidos de la sutileza de la globalización de la economía".
Los avances tecnológicos, añadió, "hacen viejo en un día lo que llevó años construir y aprender a manejar. Esto impone un replanteamiento de las formas de actuar de los trabajadores agremiados en el sindicato, sin olvidar que somos una fuerza social investida de personalidad jurídica y no producto de la benevolencia del Estado o del permiso de los patrones".
Saltó entonces a la defensa de los trabajadores, de su esfuerzo "para hacer más con menos" y de su disposición a toda prueba para solucionar los problemas por la vía del "entendimiento", sin olvidar su compromiso con "la mayor productividad".
Al sindicato, por otra parte, le preocupa la flota petrolera, "cuya renovación está amenazada por la lentitud de la aplicación presupuestaria, que ha impedido cumplir los convenios firmados hace dos años", subrayó Romero Deschamps, al tiempo que anunció su respaldo a "la dirección general" de Pemex para "modificar el régimen fiscal" de la paraestatal. Y ahí quedó la carta sobre la mesa: el sindicato apoyará la pretendida reforma foxista a la industria petrolera nacional.
Todo este lunes, con ocasión del 64 aniversario de la expropiación de la industria petrolera, hizo recordar otros momentos, también de confrontación, de acusaciones e investigaciones. Uno, entre otros, aquel 8 de enero de 1986 en Palacio Nacional, cuando el entonces secretario general del sindicato de Pemex, José Sosa Martínez, se atrevió a sentenciar ante Miguel de la Madrid: "por su mala administración, Petróleos Mexicanos está a punto de hundirse, y si se hunde, nos hundimos todos: usted, señor Presidente, y el país".
Y otro más, atribuido al mismo Romero Deschamps, hace exactamente siete años, advirtiendo al presidente Ernesto Zedillo: "la privatización de las plantas petroquímicas no es garantía de desarrollo", en tanto que si siguen "descuidando el salario de los trabajadores sólo estarán acarreando inestabilidad social en las zonas petroleras".
Pareció, pues, que en la explanada de la torre de Pemex, ayer, revivían aquellos tonos, salvo que esta vez el Presidente de México prefirió el silencio.