ASTILLERO
Julio Hernández López
EL PRESIDENTE FOX tuvo ayer la zoológicamente insólita oportunidad de escuchar y saludar a un pez gordo. Este, a su vez, y otras especies pertenecientes al ámbito de las aguas contaminadas por petróleo, conocieron, en justa correspondencia, un acontecimiento políticamente inusitado: el silencio absoluto del Presidente en el marco de una efeméride que forma parte de la historia que desea borrar.
FUE EN REALIDAD como una sesión oficial de tanteo: el pez Romero Deschamps saludó en tres ocasiones al Presidente del gobierno cuyo contralor había jurado poner a freír ejemplares nadadores obesos en sartenes untadas con aceites moralizantes, e incluso se dio el lujo de hablar de la soga en la casa del ahorcado, al mencionar las indagaciones judiciales en su contra y demandar que haya resultados que supone le serán favorables. También se permitió darle un coscorrón discursivo a los disidentes. Luego advirtió que no deben darse confrontaciones entre empresa y trabajadores, y que juntos deben ir agarraditos de la mano (y del presupuesto, supone esta columna que no es de confianza, porque es sindicalizada). Y otro llegue menor pero simbólico: que la riqueza petrolera patria enfrenta hoy riesgos como los que en su momento vivió Lázaro Cárdenas del Río, nada más que ahora se disfrazan de globalización.
EL DIRECTOR DE PEMEX, Raúl Muñoz Leos, leyó a su vez un discurso entre técnico y económico, entreverado con un rollo histórico e ideológico más o menos similar al que podía haber dicho cualquier funcionario de la era priísta. Puso énfasis en los temas de las disposiciones presupuestarias y el régimen fiscal, y anunció el hallazgo de tres nuevos yacimientos de gas no asociado: Lankahuasa (que no está en Hawai, sino en el estado de Veracruz), Playuela (que no tiene nada que ver con el libro memorable de Julio Cortázar) y Hap (que no es marca de ropa ni ritmo del Bronx). Y, al estilo castañedista tan en boga, Muñoz Le(d)os dio por terminada una era y abrió otra (Antes de Fox y Después de Fox), pues dijo que ha llegado "el fin de la época en que se limitó la capacidad del país para generar mayor riqueza a partir de uno de sus recursos fundamentales. Reitero: la Expropiación Petrolera, ahora, debe ser entendida como la restitución de esa riqueza a toda la sociedad mexicana".
FRENTE A ESAS FINTAS MENORES, amagos sin sustancia, el Presidente de México prefirió (aunque usted no lo crea) la abstinencia verbal. Acaso sea, en realidad, que esté guardando palabras y energía para la reunión que en Monterrey se ha iniciado y que servirá para convalidar las nuevas directrices de la economía mundial conforme a los intereses de la principal potencia y sus órganos supranacionales controladores. Es tanto el barullo proveniente de la ciudad regiomontana, convertida en catarata de discursos, que acaso Fox habrá preferido el silencio para no perderse allí sin remedio. Otra posibilidad es que el Presidente de México no haya hablado porque no tuviera nada sustancial que decir (aspirantes a columnistas amargosos, absténganse de sugerir con falso sentido del humor que entonces poco o casi nada sería lo que el susodicho Presidente hablaría en público), o que le enojara tener que cumplir con la obligación institucional de presenciar las piruetas en libertad del pez gordo que preferiría ver tras acuáticas rejas, o que no pudiera ni debiera decir lo que en realidad piensa de la expropiación petrolera y del cardenismo porque entonces se armaría un revuelo que podría hacerle ruido en Monterrey, o que simple y sencillamente todavía no tenga claro por dónde caminará el tema de la reforma energética y prefiera el silencio antes que enredar más la madeja (muy al estilo de la casa) de por sí bastante hecha bolas.
TOTAL, QUE EL PRESIDENTE FOX no habló. En cambio, por ejemplo, el gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, se lanzó ayer en Morelia con una tesis que habrá de causar agruras y úlceras a los fundamentalistas del PRD y a los nostálgicos del primer cardenismo. Técnicamente puede ser válida la postura del joven mandatario, quien dijo que "la defensa de este pilar fundamental (Pemex) para el desarrollo social y la recuperación de su futuro no implica cancelar las oportunidades de inversión privada, nacional o extranjera", pero política e ideológicamente no pareciera que sus palabras fuesen a ganar coros de aprobación en las manifestaciones globalifóbicas de Monterrey. Aún más, podrían ser clasificadas militarmente como colaboración con el enemigo, pues viniendo de él, y produciéndose en este momento, parecieran una invaluable bocanada de oxígeno para el foxismo ansioso de sumar voces que ayuden a desarrollar sus planes de apertura del sector energético a particulares nacionales y, sobre todo, extranjeros.
NO DIJO, CIER-TA-MEN-TE, Cárdenas Batel que esa apertura debería darle a manos privadas el control del petróleo, e incluso añadió a esa frase controversial un párrafo gramaticalmente tembloroso (acaso sus redactores de discursos los escriben mientras practican la Danza de los Viejitos) en que dijo algo parecido a que los mexicanos debemos decidir si queremos ser esclavos de la globalización o amos de nuestro destino (es decir, como una canción de Javier Solís, pero en tarasco moderno). Pero dicen los clásicos de la política (como algún día llegará a ser Brozo) que la política es circunstancia, y las palabras del actual Lázaro no parecen tener la mejor circunstancia hoy, hoy, hoy, cuando se inicia la reunión de elite de Monterrey frente a las protestas de quienes piensan en modelos económicos alternativos, cuando más necesita el presidente Fox palabras de aliento a su proyecto de convertir a la principal empresa mexicana en trasnacional con sede en Houston.
TODOS ESTOS ENREDOS de peces gordos, silencios presidenciales y discursos del nuevo cardenismo han ayudado a diluir el impacto de la batalla interna perredista en la que, para variar, y según denuncias de militantes del propio sol azteca, hubo una amplia exhibición de artes de adulteración electoral que podrían ganar el Oscar en la materia, suponiendo que algún mapache de caricatura así se llamara. También ayudará a los apaciguamientos de las tribus perredistas el descanso de Semana Santa que está en puerta. Jesús Ortega, por lo demás, aguantó a pie firme y reconoció el triunfo de Rosario Robles a pesar de que, de haberlo deseado, pudo haberse valido de los múltiples y, en algunos casos, graves incidentes habidos en toda la República, para impugnar y desconocer la elección.
Y YA CON ESTA SE DESPIDE por hoy este tecleador acalorado, que propone ponerles segundo piso a los puentes vacacionales.
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