Lunes 18 de marzo de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Tauromaquia

Adiós a toros y toreros

n Alcalino

El último día del mes -domingo 31, a las 10:30 de la noche- va a emitirse el programa final de "Toros y toreros", un clásico de la televisión mexicana al que la actual administración del Canal 11 ha vapuleado todo lo que ha querido antes de cortarle definitivamente las alas, siguiendo quizás la moda prohibicionista de influencia anglosajona del PVEM, o interpretando tal vez que su auditorio está deseando un viraje hacia la zafiedad más cruda, bajo la probable amenaza desde arriba de que en el contexto globalizador que el gobierno federal parece haber asumido como cosa propia, todo aquello que no justifique su existencia con rentabilidad pura y dura no merece sobrevivir. Al menos, esto resulta más creíble que esa otra versión, según la cual la causa detonante estaría en los nexos afectivos que unen a Julio Téllez -creador, productor, director y conductor de "Toros y toreros"- con la familia Cárdenas Solórzano, presunción desprendida de la reciente efigie de doña Amalia, en el reportaje de una corrida moreliana a la que asistía su nieto Lázaro, en uno de sus primeras apariciones públicas como gobernador de la entidad.
Treinta años al aire. Sea como sea, "Toros y toreros" se va y hora es de destacar -cosa que en más de una ocasión había hecho esta columna- la formidable labor de difusión y promoción de la fiesta llevada a cabo por Julio Téllez, un michoacano licenciado en Derecho que de aficionado de tendido pasó con juvenil arrojo a seguidor cámara en ristre de sus toreros preferidos a través de la geografía taurina nacional, hasta que para justificar tan itinerante y desaforada condición -que le costó dinero, matrimonio y carrera- se le ocurrió proponerse como conductor de su propio programa televisivo, basado en las películas que iba imprimiendo por esas plazas de Dios. Corría el año de 1972, mes de diciembre, y las escenas que de la última corrida capitalina presentó esa noche -tomadas desde su localidad de segundo tendido- no serían las mejores que de Martínez, Cavazos y Mariano se conserven, pero señalaban un hito que las sucesivas administraciones del canal del IPN no se habían atrevido a tocar -"Toros y toreros" fue siempre un programa genuinamente cultural e insultantemente barato- hasta que la actual decidió neoliberarnos de la presencia del entrañable Gordo y sus filmes taurinos de ayer y hoy.
Eternización de lo efímero. Más que convertirse en programa de opinión, "Toros y toreros" buscó siempre destinar su tiempo de pantalla al toreo, representado por sus cultores más ilustres, pero sin omitir un guiño de amistoso respeto por los de menor renombre y jerarquía, aspirantes desconocidos del presente o diestros menores del pasado, rememorados a través de sus momentos más felices o dramáticos sin distinción de banderías ni nacionalidades. Uno podía estar en desacuerdo con tal o cual señalamiento específico de Téllez, nunca con su intención de rescate y difusión de lo taurinamente más valioso, interesante o raro de encontrar. Gracias a "T y T" conocimos a figuras tan alejados en el tiempo como los Gallos, Gaona o Belmonte, pero también saboreamos faenas completas seleccionadas entre las mejores de las ferias españolas del presente. El suyo era el único programa capaz de sorprendernos con escenas de una corrida de pueblo con toros de verdad, con un mágico quite de Ortiz o con una serie de verónicas purísimas, trazadas por un innominado ayer mismo o setenta años atrás. Además de dejar bien sentada la decadencia en México de la tauromaquia, el mortal bajonazo a "Toros y Toreros" ilustra, tristemente, el brutal desprecio por nuestra cultura que vienen emitiendo los distintos círculos de poder.