Explotan laboratorios el conocimiento indígena Alberto Betancourt Posada Alrededor de 7 mil de las medicinas más usadas en el mundo provienen de conocimientos botánicos y farmacéuticos de los pueblos indígenas (John Merson, Bio-prospecting: property wrigts and conservation). Los conocimientos ecológicos tradicionales han contribuido al bienestar de la humanidad con numerosos productos farmacéuticos, industriales, agrícolas y alimenticios, afirma el recientemente desaparecido profesor Darrell A. Posey, en su texto Amazonia 2000: development, enviroment and geopolitics. Como ejemplo, Posey cita una gran variedad de medicinas para el tratamiento del cáncer, tranquilizantes, control natal, anestésicos, tratamientos oftálmicos, neurológicos y respiratorios. Sin embargo, muchos laboratorios farmacéuticos no reconocen el origen de estos conocimientos, ni comparten sus ganancias con los pueblos indígenas. Los laboratorios farmacéuticos ganan anualmente cerca de 40 mil millones de dólares por la venta de productos basados en la medicina tradicional. El uso de conocimientos indígenas puede reducir los costos de investigación y desarrollo hasta en 40 por ciento, se afirma en el artículo de Posey, en investigaciones médicas que pueden costar hasta 200 millones de dólares. Por ejemplo, en 1988, la compañía Merck comercializó un anticoagulante (Tiki Uba) desarrollado por el pueblo urueu-wau-wau. Este fármaco se introdujo rápidamente en los quirófanos de cirugía cardiológica, pero la empresa no compartió sus ganancias, afirma Posey. Las empresas farmacéuticas han aprovechado las fallas de la Convención Sobre Diversidad Biológica, firmada en 1994, para beneficiarse de los conocimientos indígenas, sostiene el profesor. La imposibilidad de registrar conocimientos producidos colectivamente o agregar algún componente a la sustancia activa han sido algunos de los mecanismos utilizados por las empresas. Según Amazonia 2000, muchos conocimientos indígenas se preservan a través de visiones, transmisión oral o revelaciones de ancestros y las empresas argumentan que se trata de conocimientos de dominio público. Por su parte Gian Carlo Delgado, científico del
Hasta hace unos años, sostiene Delgado, las multinacionales intentaron obtener muestras biológicas y su conocimiento ex situ, por medio de dos mecanismos: los mil 500 jardines botánicos existentes en el mundo y la implantación de áreas naturales protegidas y deshabitadas. Sin embargo, este modelo enfrenta serias limitaciones. "Los procesos biológicos en los jardines botánicos no cuentan con variables existentes en las áreas naturales como: mecanismos de autocorrección natural, capacidad de adaptación y defensa de las especies, cambios bruscos de temperatura y la relación entre la especie y su entorno", sostuvo. Aunque en las áreas naturales deshabitadas existen las variables ausentes en los jardines botánicos, se requiere de astronómicas inversiones para mal suplir los conocimientos desarrollados "por pueblos que tienen una relación histórica con alguna especie vegetal". La necesidad de aprovechar los conocimientos ecológicos tradicionales, abundó Delgado, ha generado un nuevo sistema mundial de bioprospección in situ, a través de redes que involucran a empresas multinacionales, organismos internacionales, universidades, jardines botánicos y ONG. Actualmente "la bioprospección se basa en la promoción de nueve corredores biológicos ubicados entre los 12 grandes centros mundiales de biodiversidad". El proyecto de crear estos corredores enfrenta numerosos
problemas, pues independientemente de si cumplirán o no sus objetivos
de preservación, sus impulsores están involucrados en la
explotación comercial de la biotecnología y además
su establecimiento generará rutas de transferencia de conocimientos
muy difíciles de seguir. Rastrear una ruta de transferencia de conocimientos,
agregó Delgado, "es sumamente complicado, por las fusiones entre
laboratorios, la diversificación de aplicaciones y la migración
de científicos". Una investigación de este tipo además
de compleja implicaría costos de hasta un millón de dólares,
señaló el científico universitario, eso es lo que
han gastado algunas multinacionales en pesquisas para defender sus patentes.
Estos serán algunos de los problemas que surgirán de concretarse
proyectos como el corredor biológico mesoamericano que impulsa el
Banco Mundial, remató.
Historiador y profesor de la Facultad de Filosofía
y Letras de la UNAM, donde coordina el seminario Historia y semiótica
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