Luis Javier Garrido
El abrazo
ƑDónde está la clase trabajadora de México en el momento en que el gobierno foxista prosigue de manera soterrada el desmantelamiento del Estado mexicano posrevolucionario y cancelando los derechos de los trabajadores?
1. El abrazo de Vicente Fox -el primer presidente mexicano no surgido en más de 70 años del partido de Estado- a La Güera Leonardo Rodríguez Alcaine -el dirigente de la CTM, "pilar del antiguo régimen"- durante la ceremonia en la cual el Congreso del Trabajo (CT) "se sumó" al Acuerdo Político para el Desarrollo Nacional promovido por Fox (18 de febrero) fue presentado en los medios como un acto de respaldo de los trabajadores sindicalizados a las políticas del gobierno, pero tuvo más el carácter de un símbolo de que el sistema de poder muy poco ha cambiado en México.
2. A un año de haber llegado a Los Pinos, Fox no sólo no ha impulsado el desmantelamiento del viejo sistema priísta, sino que lejos de esto se está apoyando en el mismo y en sus mecanismos de control y manipulación a fin de seguir imponiendo las mismas políticas antinacionales de los gobiernos de Salinas y de Zedillo. En España, "la transición" entrañó, entre otros cambios, la declaratoria de ilegalidad a los sindicatos verticales del franquismo, pero aquí, por el contrario, el nuevo gobierno ha mantenido una turbia relación con las estructuras corporativas estatales.
3. Los capos sindicales necesitan del gobierno foxista para mantener su estructura de privilegios a espaldas de los trabajadores y de la nación, y Fox necesita de ellos para poder imponer mejor sus políticas; de ahí lo que acontece. El gobierno foxista ha apostado a que el PRI y su estructura corporativa van a desaparecer en corto tiempo al perder sus apoyos económicos, y no le preocupa en tanto seguir utilizando lo que queda de los aparatos del viejo "sistema" y a los vetustos líderes sindicales, que le son tan funcionales como lo fueron al PRI.
4. El acto, en todo caso, no pasó de ser una simulación, pues los jefes obreros agrupados en el CT, que constituyen la fuerza fundamental del sector obrero del PRI, no representan a nadie más que a sí mismos. Montados en una estructura sindical antidemocrática, que no ha desaparecido en México, no tienen el consenso, sino el repudio de las bases sindicales que dicen representar.
5. La fuerza del PRI, como se vio después del 2 de julio, fue sobrevalorada en las dos últimas décadas por las fuerzas de oposición, que no entendieron que el predominio priísta se sustentaba, entre otros factores, en la falta de organización de la propia oposición, y en el escenario sindical acontece algo parecido. Los sindicatos oficiales no tienen más fuerza que la que les otorga el propio Estado presentándolos como "los representantes de la clase trabajadora", en nombre de la cual han hablado en el último medio siglo, ante la ausencia de un sindicalismo independiente tanto del Estado como de los partidos.
6. En un estudio reciente de Javier Aguilar, La población trabajadora y sindicalizada de México en el periodo de la globalización (FCE e IISUNAM, 2002), se confirma con las propias cifras oficiales que el poderío real del CT y de las principales centrales es mucho menor de lo que muchos suponen. En 2000, la población económicamente activa era de 43.2 millones, de los cuales 23.5 eran asalariados, pero de éstos sólo 4.7 millones están sindicalizados: 2 millones de ellos en el CT y entre éstos un millón perteneciente a la CTM. ƑCómo puede, pues, seguir esta simulación?
7. El verdadero control a los trabajadores ya no se ejerce en lo esencial desde ese aparato corporativo del Estado, que le sirvió a los gobiernos priístas como ahora al de Fox, sino desde otros aparatos del Estado (como los medios) y muy especialmente a través de los mecanismos de la política económica neoliberal. Los dirigentes sindicales del ancien règime aún tienen papel significativo en la imposición de las políticas neoliberales, pues contribuyen a mediatizar a los trabajadores y a impedir, en connivencia con los empresarios y con el gobierno, su libre organización, e incluso aún pretenden hacerlos votar por los candidatos priístas. Han actuado como "un candado de seguridad" del neoliberalismo, pero no constituyen ya el factor determinante de la subordinación de los trabajadores.
8. El verdadero control en el mundo del trabajo es el que se ejerce a través de la política económica de la globalización neoliberal que atrás de los vocablos "modernización" y "productividad" (es decir, el trabajo a destajo) no puede esconder que lo que ofrece es un escenario de terrorismo de Estado para los trabajadores: desempleo y subempleo, contratos temporales, despidos sin indemnización, así como el fin de la jornada máxima de trabajo, de los contratos colectivos y del salario mínimo. En una palabra, la cancelación de sus derechos sociales.
9. Las exigencias del Banco Mundial a Fox son las mismas que a sus predecesores, y aunque en los hechos los principios del artículo 123 constitucional y de la Ley Federal del Trabajo ya no se respetan, la profundización de la contrarreforma laboral es inminente, y hay que tener algo muy claro.
10. La resistencia a las políticas neoliberales en el ámbito laboral, que Fox busca imponer de manera más autoritaria que antaño lo hicieron Salinas y Zedillo, no la van a encabezar los sindicatos ni mucho menos los partidos políticos, sino tiene que ser la tarea de los propios trabajadores, de dentro y fuera de los sindicatos oficiales e independientes, así como de la sociedad en su conjunto. Tendrá que pasar por la búsqueda de nuevas formas de organización y de lucha, y en esa empresa los trabajadores no van a estar solos.
