El oficio de
nuestros diputados
Menudo estreno
tuvieron como representantes y gestores sociales
el diputado del PAN, José Roberto Grajales
Espina, y su colega del PRD, Jesús Alonso
Cañete.
El primero, la semana anterior pasó un ridículo
digno de Cámara escondida. El martes,
acompañado de su sen sei político, Angel Alonso
Díaz Caneja, Grajales Espina llamó a una rueda
de prensa sólo para anunciar que juntos
derribarían al día siguiente el muro de una
escuela con el cual están inconformes algunos
vecinos de San Baltazar Campeche.
Llegada la hora, sólo se presentó en el plantel
el pequeño José Roberto, pues su tutor, tal vez
recapacitando sobre la metida de pata que ambos
habían dado la víspera, brilló por su
ausencia. Grajales Espina arribó sin mazo,
cincel, demoledora, dinamita o artefacto alguno
que le sirviera para su justiciera empresa. La
determinación que mostró ante los dueños del
local, antes de que los reporteros llegaran para
atestiguar el derrumbe que se les había
prometido, se fue desvaneciendo conforme le
presentaron argumentos sustentados en documentos
oficiales -una sentencia del Juzgado Primero de
Distrito, incluida-, que permiten la permanencia
de la polémica pared.
Robertito también pareció irse haciendo
chiquito en su silla -como aquellos personajes de
las caricatures infantiles que caen en desgracia
pública por su errada testarudez- a medida que
uno de los propietarios lo fue enterando de la
otra versión de la pugna y hasta lo regañó por
haber declarado a la prensa que la construcción
en cuestión era producto directo de la co
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rrupción, sin aportar pruebas.
Total, que el mancebo legislador albiazul se fue
del lugar con un acuerdo que no arregló nada y
que dejó inconformes a las dos partes, pero
principalmente a los que él quiere
"favorecer".
No menos penoso fue el episodio que Jesús Alonso
Cañete vivió el viernes 15 de febrero, cuando
azuzó a más no poder a pobladores de Santa
Clara Ocoyucan para que tomaran la carretera
federal PueblaAtlixco, como una medida de
presión para lograr que el gobierno eche de ese
municipio a las huestes de Antorcha Campesina,
que allí han hecho de las suyas por lustros, con
la complacencia de las autoridades priistas.
Antes de lo que esperaba el representante popular
perredista -alter ego de su homólogo federal,
Luis Miguel Barbosa Huerta- llegó al lugar un
funcionario de primer nivel de la administración
estatal, el subsecretario de Gobernación,
Víctor Gabriel Chedraui. Conforme a lo planeado
con los vecinos la noche anterior, Alonso Cañete
procedió a plantear sus demandas y propuestas de
solución. En menos de 20 minutos ya había
llegado a un acuerdo con la autoridad. Pero la
gente se le salió de control y le exigió al
diputado que logrará la presencia en ese mismo
momento del gobernador Melquiades Morales Flores.
Dos horas tardó nuestro novel propietario de
curul en convencer a sus representados de sus
buenos oficios. Les pidió, le suplicó, incluso
hizo berrinche y amenazó con dejarlos solos en
su lucha sino actuaban con "prudencia".
(¡Término paradójico viniendo de alguien que
alienta a la consumación de un delito federal!).
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Al final de cuentas Jesús Alonso
Cañete logró su cometido y la vía fue abierta
nuevamente a la circulación, con la promesa de
una negociación posterior en Casa Aguayo.
Para ilustrar la cordial relación que algunos
labriegos de Ocoyucan tienen en su representante,
queda un intercambio de palabras que puede ser
botón de muestra en las relaciones del PRD
poblano con el campesinado al que dice servir.
El diputado: "¡Me van a cansar, me voy a
ir, no me busquen!" (sic).
Un campesino: "¡Nosotros te ayudamos, tú
ya estás donde querías, ora danos a nosotros lo
que nos prometistes...o qué ya te vendistes con
el gobierno!" (sic)
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