Einstein firmó una carta para pedir al
presidente Roosevelt crear armas nucleares
Persiste el misterio del supuesto apoyo de Bohr
y Heisenberg para la bomba atómica alemana
La reciente publicación de las misivas del físico
danés aporta nuevos datos a la polémica
Obras literarias y de teatro recrean la reunión
de los dos científicos en Copenhague
YANIRETH ISRADE
La publicación en días pasados de 11 borradores
inéditos de cartas escritas por el físico danés y
premio Nobel Niels Bohr aporta elementos a la polémica ?familiar
y añeja en los ámbitos científicos? relacionada con
la intervención de su colega Werner Heisenberg en el desarrollo
de armas nucleares para el régimen nazi en la Segunda Guerra Mundial.
El supuesto apoyo a Adolfo Hitler con tecnología
nuclear fue uno de los temas que discutieron ambos personajes en Copenhague,
capital de Dinamarca, durante un encuentro efectuado en 1941, cuyos detalles
son un enigma, un misterio que han recreado obras teatrales y literarias.
La época exigía a los científicos
de todo el mundo tomar posiciones. Incluso Albert Einstein, quien debió
abandonar Alemania y refugiarse en Estados Unidos, aceptó, a petición
de sus colegas, firmar una carta dirigida al presidente Franklin Delano
Roosevelt.
Esta misiva, fechada el 2 de agosto de 1939, mencionaba
la posibilidad de que la construcción de bombas altamente poderosas
ya se hubiese iniciado en Alemania, y solicitaba fondos especiales para
acelerar la investigación en los laboratorios universitarios estadunidenses.
Dos meses después, un comité especial nombrado
por Roosevelt accedió a destinar 6 mil dólares a las investigaciones,
cantidad que se extrajo del presupuesto del ejército y la armada.
En Alemania, mientras tanto, el gobierno había
organizado en dos ocasiones reuniones de físicos para discutir el
posible uso de la energía nuclear. Entre las primeras medidas adoptadas
estaba la prohibición de exportar el uranio de las minas checoslovacas,
país entonces ocupado por Hitler. El Proyecto Uranio, destinado
a controlar el desarrollo de la investigación nuclear, se centró
en el Instituto de Física Kaiser Wilhelm, de Berlín, bajo
la dirección de Heisenberg.
Dejar en paz a los espíritus del pasado
De acuerdo con las cartas ahora conocidas de Bohr a Heisenberg
disponibles en el sitio de Internet http://www.nbi.dk /NBA/webpage.html,
Heinseberg (laureado también con el Nobel en Física) habría
expresado en aquella reunión la necesidad de desarrollar armas atómicas
para Alemania. Incluso, escribe Bohr, Heisenberg había trabajado
durante dos años en ese proyecto.
Heisenberg, sin embargo, ofrecía otra versión,
muy distinta de los acontecido allí, según publica la agencia
Dpa:
''El afirmaba que en aquel encuentro había tratado
de advertir sobre los peligros de la bomba atómica en general y
que su propósito era inducir a una renuncia universal de todos los
físicos para la construcción de esas armas."
Las divergencias de los recuerdos de los dos físicos
sirvieron al dramaturgo británico Michael Frayn para su elogiada
obra teatral Copenhague, montaje que por cierto se presenta en México
en el teatro El Galeón, con dirección de Mario Espinosa.
En el escenario, Frayn presenta los vaivenes en la memoria
de ambos científicos. Según el dramaturgo, Bohr y Heisenberg
compartían la misma tendencia ?se deduce que apoyar a los alemanes?
no obstante que en la posguerra sus opiniones resultaran tan contrastantes.
El más interesado en establecer una ''versión
común" acerca de lo sucedido en la reunión era el propio
Heisenberg.
En efecto ?comenta Frayn? él volvió en 1947
con su guardián británico e intentó llegar a un acuerdo
con Bohr. Esta resultó ser una misión demasiado delicada
(al menos según las memorias de Heisenberg) ''ambos llegamos a sentir
que sería mejor no molestar a los espíritus del pasado".
Empero, un asunto de tal envergadura no pudo borrarse
tan fácilmente, como se constata con el revuelo que provocó
la publicación de la correspondencia inédita de Bohr.
Dilema moral de científicos
Otro autor interesado en el asunto ha sido Jorge Volpi,
quien lo desarrolló en su novela En busca de Klingsor.
En una entrevista publicada en Espéculo. Revista
de Estudios Literarios de la Universidad Complutense de Madrid, el
escritor mexicano es cuestionado respecto de si los científicos,
en este caso, no manejaron a los políticos y militares, obteniendo
fondos para la investigación sólo por el orgullo de tener
razón y comprobar sus teorías.
Volpi responde: ''Este es uno de los dilemas morales,
no solamente de los científicos alemanes, aunque desde luego está
planteado ahí con Heisenberg, pero que también era el de
los científicos aliados que trabajaban en el Proyecto Manhattan.
¿Hasta dónde, simplemente, estaban utilizando los recursos
militares para probar sus teorías, para poder confirmar que estaban
en lo cierto y los otros estaban equivocados?. o ¿hasta dónde,
en realidad, estaban funcionando para el poder que los financiaba para
construir la bomba?
''Si una palabra define el carácter del episodio
es incertidumbre. O, para no desvirtuar el término ?algo que tanto
los científicos como los escritores deben temer constantemente?
ambigüedad, indeterminación o, simplemente, misterio."