Las vidas de los animales
J.M. Coetzee
Ofrecemos a nuestros lectores, con autorización
de Mondadori, un adelanto del nuevo libro de J.M. Coetzee, ganador en dos
ocasiones del máximo galardón en lengua inglesa, el Booker
Prize, y dueño de una prosa contundente, seca, que llega como daga
hasta el cerebro desde una incisión en las entrañas. En su
nueva novela, el autor sudafricano entabla literatura, filosofía
y profundas convicciones humanas en una fábula sobre las relaciones
entre el hombre y los animales
Está
esperándola en la puerta de embarque cuando llega su vuelo. Han
pasado dos años desde la última vez que vio a su madre; muy
a su pesar, se sorprende al comprobar cuánto ha envejecido. Su cabello,
del que sólo recordaba algunas mechas grises, ahora es completamente
blanco; camina con los hombros caídos; tiene las carnes flácidas.
Nunca han sido una familia muy dada a las muestras de
efecto. Un abrazo, unas palabras sólo murmuradas, y queda resuelto
el trámite de los saludos. En silencio, siguen el flujo de los viajeros
hacia la sala de recogida de equipajes. Recogen su maleta y emprenden el
viaje en coche, que tendrá hora y media de duración.
-Un viaje muy largo -comenta él-. Debes de estar
agotada.
-Lista para dormirme -dice ella. En efecto, durante el
trayecto se duerme un rato, la cabeza apoyada de cualquier manera contra
la ventanilla.
A las seis en punto, cuando ya empieza a anochecer, aparcan
delante de la casa en las afueras de Waltham donde vive él. Su mujer,
Norma, y sus hijos salen a recibirlos al porche. Con una muestra de cariño
que debe de costarle un gran esfuerzo, Norma extiende los brazos y exclama:
-¡Elizabeth!
Las dos mujeres se abrazan; los pequeños, como
niños bien educados, aunque de manera más comedida, imitan
a su madre.
Elizabeth Costello, la novelista, se alojará en
casa durante los tres días que ha de durar su visita al Appleton
College. No son días cuya llegada él haya ansiado. Su mujer
y su madre no se llevan bien. Mejor habría sido que Elizabeth se
hubiera alojado en un hotel, aunque él no sea capaz de insinuar
siquiera tal opción.
Las hostilidades se reanudan casi de inmediato. Norma
ha preparado una cena ligera. Su madre se percata de que sólo hay
tres platos en la mesa.
-¿Es que no cenan los niños con nosotros?
-pregunta.
-No -replica Norma-. Cenan en el cuarto de jugar.
-¿Por qué?
La pregunta es ociosa, pues conoce de sobra la respuesta.
Los niños cenan aparte porque a Elizabeth no le agrada ver carne
sobre la mesa, mientras que Norma se niega a modificar la dieta de los
niños para adaptarla a lo que llama "la delicada sensibilidad de
tu madre".
-¿Por qué? -pregunta Elizabeth por segunda
vez.
Norma le lanza a él una mirada de enojo. El suspira.
-Madre -le dice-, los niños van a cenar pollo.
Esa es la razón.
-Ah, entiendo -dice ella.
Su madre ha recibido una invitación del Appleton
College, en donde John es profesor adjunto de física y astronomía,
para pronunciar la conferencia anual de la Cátedra Gates y reunirse
después con los estudiantes de literatura. Como Costello es el apellido
de soltera de su madre, y como él nunca ha pensado que existiera
razón alguna para divulgar su parentesco con ella, cuando se cursó
la invitación se desconocía que Elizabeth Costello, la escritora
australiana, tuviera un familiar entre la comunidad docente de Appleton.
El hubiese preferido que las cosas siguieran igual.
Elizabeth Costello es famosa en el mundo entero sobre
todo por La casa de Eccles Street (1969), una novela sobre Marion
Bloom, esposa de Leopold Bloom, que hoy se menciona en el mismo contexto
que El cuaderno dorado o La historia de Christa T, por ser
una obra rompedora y pionera en el campo de la ficción feminista.
A lo largo de la última década ha florecido a su alrededor
una pequeña industria crítica; existe incluso un Boletín
Elizabeth Costello que se publica periódicamente en Albuquerque,
Nuevo México.
Habida cuenta de su renombre como novelista, esta mujer
entrada en carnes, de cabellos blancos, ha sido invitada a Appleton para
hablar sobre el tema que ella misma escoja; ella ha respondido a la invitación
con la decisión de charlar no sobre sí misma ni sobre sus
obras de ficción, tal como sin duda les habría complacido
a sus anfitriones, sino acerca de uno de sus caballos de batalla predilectos:
los animales.
John Bernard no ha querido divulgar su parentesco con
Elizabeth Costello porque prefiere abrirse camino a su manera en el mundo.
No es que se avergüence de su madre. Al contrario, está orgulloso
de ella, a pesar de que su hermana, su difunto padre y él mismo
aparecen en los libros de su madre de una manera que a veces a él
le resulta bastante dolorosa. Sin embargo, no está muy seguro de
desear escuchar una vez más su discurso sobre los derechos de los
animales, sobre todo porque sabe que después, en la cama, su mujer
lo agasajará con sus desdeñosos comentarios al respecto.
Conoció a Norma y se casó con ella cuando
los dos eran estudiantes de posgrado en la Johns Hopkins. Norma es doctora
en filosofía, especializada en la filosofía de las ideas.
Tras mudarse con él a Appleton, no ha conseguido encontrar una plaza
docente. Esto le causa amargura y es una fuente de conflictos entre ambos.
Norma y su madre nunca se han caído bien. Es probable
que Elizabeth hubiera optado por no llevarse bien con ninguna mujer que
se hubiera casado con él. En cuanto a Norma, nunca ha tenido reparos
en decirle que los libros de su madre están sobrevalorados, y que
sus opiniones sobre los animales, la conciencia animal y la relación
de los seres humanos con los animales son vacuas, pueriles y sensibleras.
Ahora está preparando un ensayo crítico para una revista
de filosofía sobre los experimentos de aprendizaje del lenguaje
con primates. A él no le extrañaría que su madre apareciera
en una despectiva nota a pie de página.
El carece de opiniones al respecto en un sentido u otro.
Cuando era niño tuvo hámsters durante una temporada; aparte
de eso, su familiaridad con los animales es muy escasa. Su hijo mayor quiere
tener un cachorro. Tanto él como Norma se resisten; no les importa
el cachorro en sí, pero prevén un perro adulto, con las necesidades
sexuales de un perro adulto, y les parece que solo traerá complicaciones.