Amy Flores asegura que el ex directivo de la
empresa sabía más de lo que dijo
Asistente del ex director financiero de Enron acusa
a Skilling de haber mentido al Congreso
El ex presidente de la compañía habría
estado al corriente de las actividades de LJM2
AFP
Washington, 8 de febrero. El ex presidente de Enron,
Jeffrey Skilling, quien dejó su cargo en agosto, mintió ante
los legisladores cuando dijo que no estaba al corriente de las actividades
de una sociedad financiera citada a propósito de las supuestas malversaciones
del grupo, declaró este viernes la asistente de uno de los principales
directivos de la sociedad.
"Mintió (...) Skilling sabía más
de lo que dijo" el jueves, aseguró a la cadena de televisión
estadunidense ABC Amy Flores, la asistente del ex director financiero de
Enron, Andrew Fastow.
Fastow, quien se negó a testificar el jueves ante
el Congreso, renunció a Enron en octubre de 2001 luego que se descubrieron
manipulaciones contables en el grupo y de estructuras financieras en las
cuales él participó.
Según Flores, Skilling estaba al corriente de
las actividades de una de las sociedades financieras asociadas a Enron,
LJM2, y él mismo participó en un seminario de LJM2 en octubre
de 2000 en Florida.
Skilling declaró que no estaba al tanto de alguna
transacción "diseñada para cancelar pérdidas" o esconder
información de la dirección.
El ex presidente indicó ante el Congreso el jueves
que la firma fracasó debido a una dramática falta de liquidez
por una crisis de confianza.
La quiebra de Enron conmociona a los medios económicos
y financieros estadunidenses y tiene ramificaciones políticas, debido
a los vínculos entre el gobierno de George W. Bush y los responsables
del grupo de distribución de energía.
La debacle del grupo de Houston, Texas, la más
importante de la historia de Estados Unidos, llamó más la
atención que los acontecimientos en Afganistán y la lucha
contra el terrorismo.
La comparecencia de responsables y ex dirigentes de Enron
en el Congreso el jueves fue difundida en directo por las cadenas de televisión,
y los miembros de la administración Bush no pueden dar una conferencia
de prensa sin que se los interrogue sobre el asunto.
El ex presidente de Enron, Kenneth Lay, debería
testificar el martes ante el Congreso, según el senador Byron Dorgan,
quien dijo este viernes que los abogados del ex jerarca del grupo de corretaje
de energía estadunidense, sugirieron que éste no invocará
su derecho a permanecer en silencio.
Dorgan dijo que los abogados de Law no indicaron al comité
que el ex presidente de Enron fuera a invocar la quinta enmienda de la
Constitución, que le permite no hacer declaraciones que podrían
ser utilizadas posteriormente en su contra, y que hasta el momento el organismo
espera que Lay dé su testimonio.
Lay fue convocado de oficio por tercera vez por el Comité
de Comercio del Senado para testificar sobre la quiebra de Enron en una
audiencia el martes próximo.
El caso Enron ya produjo una víctima: Clifford
Baxter, un ex vicepresidente de la compañía, encontrado muerto
a fines de enero en su automóvil. El contenido de una carta encontrada
a su lado no fue hecho público por la policía, que concluyó
que se trató de un suicidio.
Todo comenzó en octubre último con el anuncio
de que los resultados financieros del grupo debían volverse a calcular
para integrar las enormes pérdidas de sociedades financieras paralelas,
utilizadas para obtener capitales para Enron en los mercados financieros.
Los títulos de Enron eran entonces uno de los valores
más apreciados de la bolsa estadunidense, y la empresa trepó
al séptimo lugar de las capitalizaciones bursátiles del país.
Gracias a la liberalización del mercado energético en Estados
Unidos, Enron se impuso como socio obligado en los contratos de compra
y venta de energía, sobre todo en el oeste del país.
Empresa de producción y distribución de
energía en sus orígenes, Enron se transformó gradualmente
en auténtico intermediario financiero bajo el impulso de su presidente,
Kennth Lay, y de su brazo derecho, Jeffrey Skilling.
Los directivos de Enron estaban estrechamente vinculados
a la elaboración de la nueva política energética estadunidense
a través de un grupo de trabajo coordinado por el vicepresidente
de Estados Unidos, Richard Cheney.
Pero los complejos montajes financieros de Andrew Fastow,
ex director financiero de Enron, constituían el talón de
Aquiles de la empresa, que no los incluía en su contabilidad, controlada
de manera muy laxa por la auditora Arthur Andersen. Esto permitía
mantener la ilusión de suculentos beneficios.
A partir del anuncio de la revisión de resultados
en octubre, el valor de la acción se fue en picada, arruinando a
los accionistas y a la mayor parte de los aproximadamente 20 mil empleados
del grupo, cuyos programas de ahorro y retiro se componían mayoritariamente
de títulos de su propia empresa.
La rapidez de este desplome, los vínculos de amistad
que unen a Kenneth Lay con la familia Bush, y las estrechas relaciones
de Enron con la redacción del programa energético trasladaron
rápidamente el asunto del terreno financiero al político.
George W. Bush y Richard Cheney rechazan, sin embargo, cualquier colusión
con la empresa quebrada.
Pero la Casa Blanca será ahora llevada ante la
justicia por el GAO, el organismo encargado de verificar la buena gestión
de los fondos públicos. El GAO quiere obtener el texto de las conversaciones
entre dirigentes de Enron y el grupo de trabajo sobre energía, que
Richard Cheney se niega a suministrar.