Género
Estereotipos, modelos para armar
En este texto se explican, con claridad y en un lenguaje llano, las maneras en que la sexualidad se ha venido construyendo históricamente con el propósito de asignar a cada género un papel de dominio o dependencia, y asegurar así una organización social basada en la desigualdad y en la limitación de oportunidades para las mujeres. La perspectiva de género es, en este sentido, una herramienta para liberar el conocimiento y propiciar una mayor equidad social.
¿Por qué la diferencia sexual entre hombres y mujeres implica desigualdad social? ¿Qué tanto los comportamientos de hombres y mujeres son "naturales" o "aprendidos"? ¿Qué posibilidades hay de modificar los roles sexuales?
¿Sexo y género son lo mismo? No, el sexo está determinado por el cuerpo físico, se refriere a características derivadas de la biología (cuestiones anatómicas, fisiológicas, hormonales y cromosómicas.) Se nace con un cuerpo que tiene diferentes funciones, según si es de hombre o de mujer. De esta manera, el sexo se refiere a las diferencias biológicas entre varón y hembra: las visibles de los órganos genitales y las relativas a la procreación.
Pero todo este conjunto biológico no determina por sí mismo lo que debe ser, pensar y hacer una persona con cuerpo de hombre o con cuerpo de mujer, ni mucho menos justificar una situación de desigualdad entre mujeres y hombres. Y es aquí donde interviene el concepto de género.
Cada sociedad establece qué es lo propio para las mujeres y qué es lo propio para los hombres. Diseña modelos tanto para uno como para otro sexo y obliga a todas las personas a ajustarse a esos patrones. Por lo anterior, entender la diferencia entre sexo y género permite ver que lo que se creía "natural" --porque parece que ha sido así desde siempre-- no lo es, sino que es algo que la sociedad ha ido construyendo y que ha cambiado a lo largo de la historia.
Comúnmente se considera que es natural que hombres y mujeres actúen y piensen de determinada manera, dando la impresión de que tal o cual comportamiento es exclusivamente femenino o masculino, es decir, se asocian los aspectos sociales a los biológicos. Es importante comprender que la diferencia no hace desiguales a las personas; que la naturaleza nada tiene que ver con lo que las personas pueden ser y hacer, y que de eso depende la oportunidad de crear y explorar las capacidades individuales y la gran variedad de opciones de desarrollo personal y social.
Lo que determina la identidad y el comportamiento masculino o femenino no es el sexo biológico sino el hecho de haber vivido desde el nacimiento las experiencias, ritos y costumbres atribuidas a los hombres o a las mujeres.
La asignación o atribución de género se realiza en el momento en que se nace. Una vez que se declara que el nuevo ser es niña o niño se le viste de un color determinado, se le empieza a hablar de cierta manera, se le trata de determinada forma y se empiezan a tejer una serie de expectativas para el nuevo ser de acuerdo con su sexo.
La identidad de género se establece más o menos a la misma edad en que el infante adquiere el lenguaje (entre los 2 y 3 años), aunque el niño o la niña no comprenda la diferencia anatómica entre los sexos. Desde dicha identidad, el niño o la niña estructura su experiencia vital, el género al que pertenece lo hace identificarse en todas sus manifestaciones, sentimientos o actitudes de niño o de niña, ya sea comportamientos, juegos, lenguaje, etcétera. Cuando un niño se sabe perteneciente al grupo masculino y una niña al femenino, su identidad de género es el filtro por el que pasan todas sus experiencias. Deciden fácilmente cuáles juguetes les corresponden, cuáles tareas pueden cumplir o cómo comportarse.
La determinación de roles en función del sexo ha provocado también que ciertas profesiones se establezcan como exclusivas de hombres y otras de mujeres, siendo las de éstas últimas una prolongación de las tareas del hogar, que además suelen ser las peor remuneradas y las de menor reconocimiento social. Tal es el caso de la enfermería, la docencia, la pedagogía, el trabajo social o el secretariado. Por el contrario, tradicionalmente han sido consideradas como profesiones masculinas la ingeniería, la medicina, las leyes, los deportes, la arquitectura y las artes, entre otras, que son profesiones que gozan de prestigio social.
El establecimiento de dos mundos separados entre hombres
y mujeres, condiciona los papeles y limita las potencialidades humanas,
al estimular o reprimir los comportamientos en función de su adecuación
al género.
La fuerza de un concepto
La importancia del concepto de género y de la perspectiva de género radica en que no solamente son herramientas para la investigación social, sino que a partir de su utilización en la vida cotidiana pueden influir tanto en los estilos de vida particulares, como en las formas de organización de cualquier grupo humano, llámese familia, escuela, amistades, trabajo, instituciones religiosas o gubernamentales. La perspectiva de género es una manera de ver el mundo y las relaciones entre las personas y es también una forma de cambiar a la sociedad hacia relaciones más armónicas entre hombres y mujeres.
Adoptar la perspectiva de género implica
visualizar, analizar y actuar sobre las situaciones de desigualdad, discriminación
e intolerancia generadas a partir de la diferencia sexual. En este sentido,
utilizar la perspectiva de género significa que se hace un
esfuerzo por comprender y proponer relaciones equitativas entre hombres
y mujeres, donde lo primero que sale a la luz no es su sexo sino su capacidad
y potencialidad como personas. La incor-
poración de la perspectiva de género en
el estudio de la realidad social, ha hecho posible proponer nuevas formas
de ser y de estar en sociedad.
Sin embargo, la mayor dificultad que se les presenta
a las personas para poder comprender los problemas de género
que viven cotidianamente es, curiosamente, visualizarlos, ya que se han
convertido en algo "normal", en algo que es parte de la vida misma. Problematizar
la condición de género implica "mover el tapete", cambiar
el lugar desde el que siempre se han visto las cosas y construido las relaciones.
Es darse cuenta de que la forma de comportarse, las palabras que se utilizan
al hablar, los sueños y las expectativas de vida, la manera de sentir
y relacionarse, entre muchas otras, están cargadas de prejuicios,
estereotipos, normas, prohibiciones y valoraciones. Es decir, se trata
de un proceso difícil que involucra cuestionamientos profundos a
las personas mismas, a sus grupos y a la sociedad en general.
En este sentido, conocer y comprender conceptos como sexo y género y saber en qué consiste la perspectiva de género, se convierte en una herramienta imprescindible en la búsqueda de la identidad individual, en el deseo de entender a las y los demás, en la creación de relaciones humanas basadas en el respeto, la tolerancia y la reciprocidad, y por tanto, en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Equidad es aceptar la diferencia, pero no la desigualdad.
Tomado y adaptado de Caminos hacia la Equidad. Material Educativo. Reflexionando sobre jóvenes y género. Instituto Mexicanos de la Juventud/SEP/Comisión Nacional de la Mujer/UNICEF.
¿Qué cosa es la perspectiva de género?
La sociedad está organizada de tal forma que todas las personas que la componen, a través de las diferentes instituciones sociales, aprenden a relacionarse de determinadas maneras que aseguran la estabilidad del sistema. En este sentido, son estas instituciones quienes promueven y refuerzan los roles de género.
La familia. Es la primera instancia transmisora de valores y costumbres, donde se aprende la dinámica de relación de una pareja, la forma de tratar a niños y niñas, la manera de ejercer el poder económico y la autoridad, las reglas y normas que son diferentes para hombres y mujeres, y el trato entre hermanos o hermanas.
La escuela. A través de la educación se aprenden las normas y valores culturales que pasan de una generación a otra, también los contenidos sexistas o discriminatorios, la manera de tratar a niños y niñas, lo permitido y lo prohibido.
La Iglesia. A través de las religiones, como conjunto de creencias y prácticas institucionalizadas, se transmiten comportamientos y valores, ajustados a normas basadas en principios morales, que establecen distinciones entre los papeles atribuidos a los hombres y a las mujeres.
Los medios de comunicación. Difunden y mantienen diversos estereotipos. Los hombres aparecen como dueños del espacio público, como sujetos importantes, exitosos, violentos, aventureros, intrépidos, libres, fuertes y conquistadores, mientras que las mujeres son representadas como amas de casa, abnegadas, buenas, dulces, etcétera.
La perspectiva de género es una manera de ver el
mundo y las relaciones entre las personas, además es una opción
que sirve para generar un cambio en la sociedad buscando relaciones más
armónicas entre hombres y mujeres. Adoptar la perspectiva de género
implica visualizar, analizar y actuar sobre las situaciones de inequidad,
discriminación e intolerancia generadas a partir de la diferencia
sexual.
Tomado del folleto Género, caminos hacia la equidad. Imj, Sep, Cnm, Unicef.