Ť El escritor y periodista compara la actual situación argentina con la de los setenta
Antes había vanguardia sin masas; ahora están las masas, pero no hay vanguardia: Bonasso
Ť La lucha de hoy revalora a los antiguos luchadores, considera el ex líder montonero
BLANCHE PETRICH
El escritor-periodista Miguel Bonasso, dirigente de Montoneros durante 12 años, analiza la insurrección civil de la Argentina de hoy con la mirada de una generación que, como la izquierda latinoamericana de los años setenta, carga la derrota.
En las movilizaciones de este verano porteño -asegura- ha escuchado reiteradamente este comentario: "šCómo se nota que no están los 30 mil desaparecidos! Quiere decir que en la lucha de hoy están ausentes 30 mil cuadros. También significa que hay una revaloración de los aportes de esa franja de luchadores liquidados".
Un episodio de la larga jornada del 19 de diciembre ejemplifica este nuevo enfoque de la sociedad argentina sobre la guerra sucia: mientras miles y miles rodearon la casa del ministro de Economía, Domingo Cavallo, otro contingente se desprendió por los rumbos de Belgrano hasta la residencia del ex miembro de la junta militar, general retirado Jorge Rafael Videla.
"Como en una visión de Todos los fuegos, de Benedetti, ardían hogueras en las cuatro esquinas. Le gritaban: šHijo de puta! El pueblo logró asociar a los responsables de la guerra sucia con los culpables del desastre económico actual."
-ƑFue una lectura generalizada sobre la historia argentina reciente?
Optimista patológico, Bonasso rectifica: "No, claro; no es una idea muy extendida".
Este articulista del diario Página 12, ex montonero, ex exiliado, le pone al mal tiempo una sonrisa: "Parece chiste macabro, Ƒno es cierto? Cuando había vanguardia no teníamos a las masas. Y ahora que están las masas no hay vanguardia".
Autor de Recuerdos de la muerte, un libro sobre la guerra sucia que en Argentina aún vendía un millar de ejemplares al mes antes de la caída de la industria editorial y de su nueva obra, Diario de un clandestino, Bonasso mira así a los insurrectos del nuevo siglo:
"Son heroicos. Reaccionan al decreto de estado de sitio lanzándose a las calles; han hecho retroceder a la policía pagando una cuota muy alta de mártires (son ya 32 los muertos); son jóvenes sin formación de militantes, una combinación de marginados y desocupados que se mueren de hambre. Es una extraordinaria combinación con clases medias que en los años de la dictadura fueron el clásico comodín, que ante la desaparición del vecino sólo murmuraba: 'si se lo llevaron, por algo será'. Y hoy está en la revuelta porque le han golpeado la víscera más sensible: el bolsillo."
Lo que explotó, dice, es el modelo contra el cual luchaban los subversivos en los años setenta, impuesto por los militares y llevado a sus extremos por los sucesivos gobiernos "democráticos"; un modelo socavado por la corrupción; un país vendido por el menemismo a precio de ganga a empresas extranjeras, principalmente españolas. Agrega que estas firmas hispanas tienen en Argentina niveles de ganancia inauditos: Repsol, Telefónica, los bancos Santander y BBV. Sacan de este país hasta 15 por ciento de ganancias, cuando en el mundo de los negocios hasta las más poderosas trasnacionales tienen una tasa de utilidades de 3 por ciento, máximo.
-Volviendo al tema de la vinculación que tienen los sucesos de hoy con la perspectiva de tu generación.
-Los que desafiamos el statu quo en los años setenta, como los que lo desafiamos hoy, tenemos que aprender a poner el oído en la tierra, aprender a escuchar lo que realmente quiere la gente.
-Es un movimiento espontáneo, políticamente desarticulado todavía. ƑNo ves el riesgo de que se diluya con el tiempo?
-Difícil, por una poderosa razón: Duhalde no tiene soluciones, la crisis está lejos de retroceder, 20 por ciento de los trabajadores del país están desempleados. Y las únicas propuestas están orientadas a profundizar la crisis. Lo que pretende ahora el modelo de la crisis es, primero, volver a la dolarización y convertir a Argentina en un Ecuador; segundo, romper el Mercosur, una alianza estratégica para Latinoamérica, y tercero, recetarle lo mismo a Brasil. Por ello no podemos desligar de todo este cuadro el reciente asesinato del principal asesor de Lula da Silva, Celso. Por eso mismo, creo yo que es urgente incorporar a Venezuela al Mercosur.
"A diferencia de las estrategias de los movimientos de los años setenta, hoy día hay que apuntalar la base económica del cambio. De jóvenes no solíamos pensar en esa línea. Hoy es indispensable."
-ƑDónde queda el papel de la política y de los partidos tradicionales?
-En Argentina el Partido Justicialista, que hace 50 años representaba a la clase obrera, no la representa más; ni el radicalismo, que hace un siglo era el representante de la clase media. En esa nueva fase, la clase política está fuera, descalificada.
-En eso tiene algo en común con movimientos que está hoy protagonizando la disidencia mundial: el zapatismo, los indígenas de los Andes, el "pueblo de Seattle", los globalifóbicos de todo el mundo, Ƒno?
-šY claro! El argentino es un movimiento antisistema. Aunque, curiosamente, los globalifóbicos no le han puesto mucha atención. Pero, ojo: de esta crisis pueden surgir los líderes de un nuevo y muy fuerte movimiento social. Sólo que las figuras más prominentes tienen miedo a pasar a la lucha política, precisamente por el enorme descrédito de los políticos.
Nuevamente, Bonasso se remite a la perspectiva generacional: "En 1969 se produce el cordobazo. En Córdoba, una ciudad obrera y de estudiantes, el movimiento social hace retroceder a la policía y al ejército y mantiene el control durante tres días. Yo no militaba en ese entonces, pero viendo esa gran hoguera que fue el cordobazo me preguntaba: Ƒcuándo veré yo un porteñazo? šY mirá lo que son las cosas! Hoy, ya de abuelo, me tocó ver el porteñazo".