Directora General: Carmen Lira Saade

México D.F. Miércoles 30 de enero de 2002

Espectáculos

Ť Se abre el camino a lo perverso, coinciden especialistas en siquiatría y sicopatologías

Series como Big Brother estimulan el voyeurismo y el exhibicionismo

Ť Los actores se satisfacen al saberse vistos y el televidente-cómplice al espiar: Ricardo Blanco

Ť "Es un circo": Elizabeth Rodríguez; "peligro para el aprendizaje infantil": Rocío Hernández

ROBERTO DE LA MADRID ESPECIAL

Especialistas en siquiatría y sicopatologías aseguran que programas como Big Brother, en el que 12 individuos permanecerán aislados durante 106 días, vigilados y escuchados 24 horas al día, estimulan el comportamiento primitivo en las personas que se satisfacen exhibiendo su conducta al saberse vistos; esto hace que se le abra camino a lo perverso, o sea, el principio de un desorden síquico, donde la ley y la moral salen sobrando; en lo perverso está contenido el origen de la violencia y las agresiones.

Los especialistas, también, opinan que ese tipo de series televisivas en lugar de ayudar a la humanidad la frenan y regresan a lo primitivo; es un circo romano, una forma arbitraria de jugar con la soledad y el abandono de la gente, que provoca una transformación y transferencia síquica. Precisan que el concepto del reality show no tiene que ver nada con la realidad, pues las personas siempre actúan porque saben que hay cámaras.

Tocan lo íntimo, lo sensual

El catedrático de la Universidad Iberoamericana Ricardo Blanco Beledo, doctor en sicoanálisis e investigador en la UNAM, asegura que este tipo de series "son un éxito, desde luego, porque tocan fibras básicas como lo íntimo, lo sensual".

Explica que la transmisión de un programa donde se invade o se simula invadir la privacidad del otro es un estimulador a gran escala de dos instintos y potenciales parafilias que hasta ahora han sido controlados por la moral: el voyeurismo y el exhibicionismo. "Por un lado el placer de los actores de una supuesta telenovela de la realidad, que se satisfacen exhibiendo su conducta, sobre todo la sexual, al saberse vistos por miles de personas." Y por el otro, el hecho del televidente-cómplice que satisface el instinto de espiar lo íntimo "a través de la cerradura de una puerta" que es la propia pantalla del televisor. Todo esto hace que se le abra camino a lo perverso, entidad en el mundo de ls sicología que se entiende como el principio de un desorden síquico donde la ley moral sale sobrando. "Lo perverso es el argumento del narcisismo, donde la ley la pone uno o donde uno mismo es la ley que extingue a los demás, ahí está contenido también el origen de la violencia y las agresiones". Lo que, por definición, no es conveniente a la salud de una sociedad que busca adaptación e integración de sus elementos, y nobig brother la estimulación de pequeños dioses que dicten qué es lo que para ellos es el bien, o sea lo caótico.

Abrir una ventana a la intimidad o enseñar cómo se espía lo íntimo, aunque esto no sea un íntimo espontáneo (actores predispuestos), agrega, tiene implicaciones sicosociales muy fuertes y quizá no previstas por los mismos productores ni espectadores: "Ayuda a justificar la permisibilidad del narciso, del desorden, del equivocismo, actitudes sicológicas donde todo se vale y donde no hay cimientos teóricos ni éticos para el comportamiento humano, y donde reina el 'simplemente es así, porque a mí me parece'".

El doctor Blanco Beledo además argumenta que este tipo de series televisivas en lugar de ayudar a la humanidad, le dan marcha atrás, la frenan y nos regresan a lo primitivo: "son disolutorios, diluyen el conocimiento que con mucho trabajo se ha hecho complejo, para regresarlo a lo primitivo, a lo básico donde los sabores más ricos no son la poesía o la lectura, sino la contemplación de una escena, donde dos personas simulan hacer el amor en un baño espiados por una cámara". Idea que no se puede comprender sin dar un repaso a la teoría del conocimiento humano que señala un avance en el pensamiento a partir del grado "simple-complejo" que algo puede tener.

Forma arbitraria de jugar con la soledad y el abandono

Por su parte, Elizabeth Rodríguez, sicóloga de la Universidad Anáhuac, afirma que Big Brother "es un circo". Explica que es una forma arbitraria de jugar con la soledad y el abandono de la gente que está en su casa ávida de identificarse con alguna figura (de la televisión) y carente de las relaciones afectivas por la deshumanización cada vez más fuerte de la sociedad. "Los jóvenes de la actualidad pasan mucho tiempo solos. Su única compañía es la televisión, a la que terminan convirtiendo en su Gran Hermano o en el Padre que les hace falta, la hacen suya y la hacen su guía".

El método, agrega, es la simple figura de la transformación y transferencia síquica: "Si el hombre que va a ir al baño te gusta, sientes que tú te vas a bañar con él; si él le da el beso a la chava, tú sientes que lo estás dando. Para mí Big Brother es un circo como el de los romanos porque se utilizan cosas primitivas para divertir".

Explica además que ese tipo de programas resulta ser un éxito por otro factor muy importante: la comparación inconsciente: "Si ves la intimidad del otro y es más jodida que la tuya, entonces tú te sientes bien con la tuya".

La experta en sicopatologías asegura que el concepto del reality show también es engañoso; "este juego no tiene que ver nada con la realidad, las personas siempre estarán actuando y además condicionadas por el premio, y porque saben que hay cámaras".

Aprendemos por visualización

Por otro lado, Rocío Hernández, investigadora en sicología social del posgrado de la Facultad de Sicología de la UNAM, asegura que el hecho de que un programa como Big Brother esté al alcance de todos los hogares es sin duda un peligro en el aprendizaje infantil.

"Los niños no saben qué está pasando con sus valores morales cuando ven que se espía, y no me cabe la menor duda que cuando aprendemos por visualización tendemos a imitar, esto es parte del aprendizaje humano" afirma la investigadora. Explica que el niño es el receptáculo más moldeable que pueda haber, y que si a su proceso de incorporación social le llegan datos como "andar espiando" o "apre h ender" a espiar, el resultado puede ser el mismo, lo que en un futuro como adolescente, aunque nunca como elemento determinante pero sí condicionante, pueda derivar en una parafilia incontrolable por los factores de la experiencia que tuvo en su infancia.

Los investigadores concluyen que no es tan importante calificar al programa como bueno o malo, sino fomentar en los dueños de las televisoras la conciencia de que ese medio de comunicación puede ser una de las soluciones para elevar el grado de hominización, como una arma letal para extinguir la poca complejidad que en el área ética tienen las sociedades de hoy, las cuales se deterioran cada día más por la misma influencia de la televisión.