Alejandro Nadal
Transgénicos a la deriva
ƑTienen derecho las compañías tabacaleras a cobrar regalías a los fumadores pasivos por inhalar el humo de los cigarros producidos y comercializados por esas empresas?
Ante los tribunales, las tabacaleras alegarían que los cigarros son elaborados con su tecnología y están cubiertos por una marca registrada. Los fumadores pasivos se defenderían diciendo que el humo había sido inhalado involuntariamente, y que además ni siquiera lo habían disfrutado.
ƑQué pasaría si el juez en turno fallara en favor de las compañías tabacaleras? ƑAbsurdo? Pues algo similar sucede en el caso de la contaminación de cultivos con material transgénico.
En marzo del año pasado, Monsanto demandó al agricultor canadiense Percy Schmeiser por usar semillas de canola con material transgénico proveniente de semillas que vendió la citada empresa. La canola (de la familia de las crucíferas) es usada en la producción de aceites y aditivos de la industria alimentaria y pecuaria. Canadá es el mayor productor y exportador de canola del mundo.
Schmeiser cultiva canola orgánica, pero hace dos años sus campos fueron contaminados con polen de canola transgénica cultivada por sus vecinos (60 por ciento de la canola producida en Saskatchewan es transgénica.) Sin saberlo, Schmeiser guardó semillas de su cosecha y las plantó en los ciclos siguientes.
Posteriormente, inspectores de Monsanto tomaron muestras (subrepticiamente) del campo de Schmeiser. Su análisis reveló la presencia de material transgénico proveniente de las semillas de canola con el gen resistente a los herbicidas producidos por Monsanto. Los abogados de la empresa aconsejaron demandar a Schmeiser por violar leyes de propiedad industrial y aunque Schmeiser ni siquiera usó el plaguicida Roundup Ready de Monsanto, la corte le condenó a pagar 85 mil dólares por uso indebido de tecnología patentada. Schmeiser interpuso un recurso de apelación.
En el fondo, la demanda de Monsanto busca expropiar a los agricultores el control sobre el proceso productivo en el campo.
En respuesta, hace dos semanas la confederación de agricultores orgánicos de Saskatchewan demandó a los gigantes Monsanto y Aventis por contaminar sus campos con material de la canola transgénica que comercializan. Los agricultores alegan que el polen a la deriva de la variedad transgénica usada por otros productores ha invadido sus campos, llevando el material transgénico a la canola orgánica.
Como la certificación para canola orgánica no tolera la presencia de material transgénico, el daño económico es evidente y el mercado europeo paga un sobreprecio por ésta. Pero ahora ese mercado se evapora y la demanda contra Monsanto y Aventis incluye una suma multimillonaria para compensar las pérdidas. La demanda también busca evitar que Monsanto introduzca el año entrante su variedad de trigo transgénico en Manitoba y Saskatchewan. El trigo es el cultivo básico de las praderas canadienses. Los productores orgánicos no usan insumos químicos y recurren a la rotación de cultivos (que incluye la transición constante entre canola y trigo) para el control de plagas.
En la batalla legal de Saskatchewan entran en conflicto el derecho de propiedad industrial (las patentes sobre semillas transgénicas) y el derecho de propiedad a secas (a escoger qué producir y cómo producirlo.) Incluso está en juego el derecho de los consumidores en un mercado libre a elegir lo que quieren consumir.
El año pasado las exportaciones desde Estados Unidos a Europa cayeron a 6 mil toneladas (de 3 millones en 1996) debido a las restricciones impuestas sobre maíz transgénico. Brasil y China ya promueven sus ventas de maíz libre de transgenes en el mercado de Japón (principal comprador de maíz de Estados Unidos.) Australia y la India usan la misma estrategia en el mercado europeo de soya.
Este es el marco de referencia clave para analizar las implicaciones económicas y legales de la contaminación de variedades locales de maíz en nuestro país con material transgénico. La ventaja comparativa de México, como centro de origen y variabilidad genética del maíz, es muy importante. Pero las importaciones de 2 millones de toneladas del transgénico cada año terminarán por contaminar el acervo de germoplasma de maíz mexicano y cancelar esa ventaja.
Las empresas de agrobiotecnología han escogido líneas de defensa equivocadas. Afirman que el material transgénico no daña la salud humana y no afecta la biodiversidad. Esas afirmaciones pueden ser o no cuestionables, pero en este caso son irrelevantes. Lo que se ventila en esta disputa es el derecho de los productores y consumidores a escoger el producto que desean producir y consumir. Si Monsanto y Aventis triunfan, impondrán a todo el mundo su tecnología transgénica. Si fracasan, hasta su salud financiera, lo mismo que el polen, quedará a la deriva.