Ugo Pipitone
ƑY las instituciones qué?
Dos alcaldes brasileños de izquierda asesinados en los últimos días. Y uno de pronto siente escalofríos, como frente a un fantasma que renace de un pasado a veces oculto pero, de alguna manera, siempre vivo y creador de desastres colectivos. Un pasado-presente común a gran parte de la región: la mezcla de instituciones de mala calidad y delincuencia común y política.
No merece ni la pena insistir sobre esa especie de basurero cívico a cielo abierto constituido por las "fuerzas del orden" brasileñas. Medio millón de policías que, no por casualidad, dos de cada tres ciudadanos declaran temer. Repitámoslo: una sociedad que teme a sus "fuerzas del orden". ƑCuánta América Latina hay en eso? ƑCuántos ecos cercanos y lejanos? Y nosotros hablando de economía en desayuno, comida, merienda y cena. Ahí está la clave de progreso, modernidad, bienestar y casi todas las demás virtudes imaginables.
Pero, de pronto, nos encontramos con dos cadáveres de alcaldes del estado de Sao Paulo, el más rico de Brasil, y los silogismos se disuelven. La economía es camino ineludible, de acuerdo, Ƒpero acaso las instituciones son menos importantes? A uno se le ocurren preguntas ociosas y hasta absurdas, como ésta: Ƒnos habría ido mejor o peor en las últimas décadas si los gobiernos de América Latina se hubieran dedicado más a la reforma institucional que a la política económica? La pregunta es descabellada, pero la respuesta está lejos de ser obvia.
A la conclusión de sus ocho años de mandato presidencial, Fernando Henrique Cardoso declara la "guerra contra el crimen organizado". Está bien que uno tenga los reflejos lentos, pero Ƒtanto? Con más de 50 por ciento de las preferencias electorales y con ocho años de gobierno, el partido de Cardoso declara, implícitamente, que bajo su gobierno no pudo convertir las "fuerzas del orden" en eso justamente. Que el escorpión con las dos tenazas de corrupción y delincuencia sigue vivito y coleando.
Es posible que a largo plazo (pero Ƒqué quiere decir "largo plazo"?) delincuencia y corrupción institucionales no anulen toda posibilidad de salida del atraso. Pero algo es seguro: complican todo el escenario y vuelven más largo, azaroso y desesperante el camino. No constituye una casualidad que, en China, para delitos de corrupción de empleados y funcionarios públicos, el castigo contemplado por la ley sea la pena de muerte. Una barbarie, sin la menor duda, y, sin embargo, una "barbarie racional" que surge de entender que todo paso adelante en el terreno económico será precario si no construye a su alrededor estructuras institucionales sólidas y creíbles. Por estas partes del mundo, la política china supondría una hecatombe.
El día en que (y si la ley de probabilidades se confirma, tendremos que esperar hasta el Juicio Universal) se descubrieran los asesinos de los alcaldes de Campinas y de Santo André, nadie se asombraría si fueran policías o ex policías a las órdenes de Dios sepa quién. Lo que sabemos es que los atentados han sido reivindicados por un fantasmagórico Frente de Acción Revolucionaria y lo que también sabemos es que las elecciones presidenciales se tendrán en Brasil dentro de nueve meses.
Intereses de conservación, delincuencia organizada y fragmentos criminales de las instituciones entran en agitación sabiendo que, en un clima de temor ciudadano, las elecciones nunca han favorecido el cambio democrático. Esta, evidentemente, es la racionalidad de los actuales crímenes políticos en Brasil. Y tal vez no haya casualidad en que las primeras víctimas de esta maquinaria infernal sean dos alcaldes brasileños de izquierda. En efecto, es justamente en la administración local donde la izquierda brasileña ha dado mejor prueba de sí misma y de su capacidad para construir fórmulas de desarrollo económico con la apertura hacia nuevos espacios de solidaridad y participación ciudadana.
Frente a los (Ƒresiduos?) rasgos de retórica cívico-patriótica de gran parte de la izquierda brasileña organizada en el Partido de los Trabajadores, los administradores locales de ese mismo partido constituyen una novedad importante. Y ahí se ha decidido golpear.