Luis Hernández Navarro
De Porto Alegre a Porto Alegre
Este 31 de enero dará comienzo el segundo encuentro del Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre, Brasil. Hace apenas un año que se efectuó en esa misma ciudad un evento similar bajo la consigna Otro mundo es posible.
La ciudad de Porto Alegre es la capital del estado de Rio Grande do Sul en Brasil. Está gobernada por el Partido del Trabajo (PT). Allí se desarrolla una de las experiencias de participación popular en la administración pública más relevantes de América Latina, en la que se demuestra que la práctica política y la gestión gubernamental de la izquierda puede diferenciarse claramente de la derecha. No es extraño, pues, que auspicie la celebración de una reunión internacional contra el neoliberalismo.
El primer encuentro del FSM se efectuó entre el 25 y el 30 de enero de 2001, de manera simultánea al Foro de Davos, en el que deliberan gobernantes y representantes de empresas y bancos. Fue una especie de cumbre anti-Davos de los globalizados. Formó parte del ciclo de movilizaciones de resistencia a la hegemonía del pensamiento y del poder neoliberales, iniciada en diciembre de 1999 con las protestas de Seattle. Se caracterizó por privilegiar la elaboración de propuestas alternativas.
Los debates del foro giraron en torno a cuatro ejes temáticos que tenían como centro la cuestión de la riqueza y la democracia. Sus conclusiones principales fueron recogidas en la Carta de Porto Alegre, en la que se formulan ocho propuestas para aumentar la participación ciudadana en todos los ámbitos de la vida humana, se busca solucionar la exclusión y el desempleo, y se impulsa la formulación de una nueva declaración universal de los derechos y deberes ciudadanos.
El segundo foro se efectuará en una situación mundial radicalmente distinta. Primero fueron las protestas de Génova en contra de la realización de la Cumbre del Grupo de los Ocho en julio del año pasado. Trescientas mil personas en las calles fueron protagonistas de las acciones de masas contra la globalización más numerosas de todas las realizadas durante los últimos dos años, pero sufrieron una respuesta brutal por parte del gobierno de derecha de Silvio Berlusconi. El debate dentro del movimiento acerca de la legitimidad de la violencia contra los objetos que simbolizan la gran propiedad, los alcances de la desobediencia civil y la caracterización de los estados nacionales adquirió un tono de gran intensidad.
Después vinieron los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y la "guerra contra el terrorismo", que arrinconaron a los movimientos de resistencia a la globalización y pusieron la lucha por la paz en un lugar central de la agenda política internacional. La ofensiva estadunidense rompió las viejas reglas del juego del orden internacional y la lógica para gobernar y legislar la mundialización, reglas que eran el marco de referencia obligado, tanto de sus impulsores como de sus detractores.
Todo ello en una situación de recesión económica de los tres grandes bloques económicos planetarios, de despidos masivos, de una ola de patrioterismo y xenofobia antinmigrantes en los países del primer mundo, de desgaste y desprestigio de las Naciones Unidas y de retroceso en las libertades civiles.
Desde el 11 de septiembre, los halcones de Washington han pretendido asociar -desvirtuando su naturaleza- los movimientos de resistencia a la globalización con el terrorismo, y la lucha en contra de éste como parte del combate a favor del libre mercado. El Foro de Porto Alegre tratará de ser, muy probablemente, satanizado.
El segundo Foro Social Mundial organizará 26 conferencias a las que se puede asistir libremente, promovidas por distintas organizaciones, enmarcadas en cuatro ejes temáticos distintos: producción de riquezas y la reproducción social; acceso a las riquezas y sustentabilidad; afirmación de la sociedad y espacios públicos, y poder político y ética en la nueva sociedad. En ellas se propiciará un amplio y variado intercambio de ideas y de propuestas respecto al neoliberalismo y las alternativas para enfrentarlo.
Ante la escalada guerrerista, asuntos que son parte de la construcción de una verdadera justicia internacional, como el de la paz, la defensa de la autodeterminación y la soberanía nacional, las libertades civiles, la tolerancia religiosa y cultural, el combate al racismo y a la xenofobia adquirirán peso específico relevante y marcarán la dinámica del encuentro. Por ello la consigna definitiva del foro, que sustituiría a la del año pasado, podría ser: Otro mundo de paz y justicia es posible u Otro mundo sin guerras es posible.
Porto Alegre será magnífica oportunidad para esclarecer la naturaleza de los nuevos tiempos, así como para reagrupar y relanzar el movimiento contra el neoliberalismo.