Mapa de peligros del Citlaltépetl Mirna Servín La presencia de un volcán activo aun cuando se encuentra en reposo implica peligro, por ello, un mapa que represente los fenómenos que potencialmente pueden ocurrir a su alrededor resulta indispensable para salvaguardar la población a través de una planeación económica, social, urbana y ecológica que contemple estos peligros. Este es el propósito del Mapa de peligros del volcán Citlaltépetl (Pico de Orizaba), elaborado por científicos de la UNAM y de la Universidad Estatal de Nueva York, en Bufalo (EU), presentado recientemente por sus autores. Por la trascendencia del hecho y para profundizar sobre el tema, Claus Siebe, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, explica en entrevista con La Jornada que es indispensable dar a conocer la información existente y convencer de su utilidad a las autoridades para que fomenten la investigación científica, la educación, la protección civil y la prevención de desastres. Los mapas deben estar listos antes de que inicie cualquier erupción eventual, apunta Siebe, "pero si se toma en cuenta que en México los volcanes se encuentran cerca de poblaciones, se puede concluir que no hay suficiente investigación al respecto". Tan sólo en este caso, de acuerdo con datos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) en las zonas aledañas al Citlaltépetl habitan 710 mil 609 personas que podrían verse afectadas en caso de un evento eruptivo en poblaciones como Ciudad Serdán, Puebla, y localidades de Veracruz como Orizaba, Fortín de las Flores, Córdoba y Ciudad Mendoza. En el documento presentado se señalan tres zonas de diferente grado de peligro alrededor del volcán representadas con tres colores: rojo para el área más peligrosa y más cercana al cráter, anaranjada para la que puede ser afectada con mucho menor frecuencia o de peligro intermedio, y la amarilla, la más alejada del cráter y menos riesgosa, que sería dañada sólo por erupciones de gran magnitud, lo que ocurre con poca frecuencia. "La diferencia entre otros mapas similares, pero más sencillos, es que ahora se tomó en cuenta la topografía de la zona, ya que esto puede significar la diferencia por donde fluyan las corrientes de lodo y material del volcán". En su elaboración participaron el doctor Michael Sheridan y Bernard Hubbard, de la Universidad Estatal de Nueva York, así como Gerardo Carrasco y Sergio Rodríguez, del Instituto de Geología de la UNAM, y el mencionado doctor Claus Siebe, todos especialistas vulcanólogos. Se contó con el apoyo financiero de Conacyt, la NASA y la UNAM, y la participación de Protección Civil del gobierno veracruzano y del Centro Universitario de Prevención de Desastres Regionales de la Universidad Autónoma de Puebla. Siebe explica que hacer una mapa de este tipo es como determinar la personalidad de alguien: "si sabemos que la persona es muy iracunda, entonces es probable que en cualquier momento estalle, pero en el caso de los volcanes, esto se determina con estudios geológicos". Para este trabajo sobre el Pico de Orizaba, el doctor Sheridan desarrolló un programa por computadora para simular flujos piroclásticos (mineral o roca formada por fragmentos pétreos expulsados por la explosión), flujos de lodo, usando los datos que los investigadores mexicanos han aportado. "Reconstruimos la historia eruptiva del volcán con base en los depósitos que éste ha producido a lo largo de los miles de años. De esta manera, sabemos qué clases de fenómenos lo formaron, si fue una erupción de gran magnitud, mediana o pequeña y se establece una cronología de cada cuando hay una erupción y los peligros que representa". Sin embargo, advierte el especialista, como las erupciones más peligrosas ocurren con tan poca frecuencia, la población las olvida y a lo largo de varias generaciones se vuelve a repoblar la zona que alguna vez estuvo devastada y que debería permanecer protegida. De esta forma, acota Siebe, se sigue invirtiendo dinero en asentamientos que están localizados en puntos muy vulnerables y aunque no se sabe con certeza, tal vez se esté contribuyendo a que los desastres en el futuro sean más grandes, ya que la población e infraestructura crecen cada vez más en zonas de peligro. Luego, apunta, "vienen los planes emergentes de tipo bomberil en los que se gasta un dineral para atender a la gente desamparada, cuando en realidad a partir de información científica, una planeación eficiente y poco dinero se puede evitar una situación desastrosa". El doctor Claus Siebe señala que hay países con una historia socio-económica similar a la mexicana, como Colombia y Ecuador, que actualmente tienen más mapas de peligros de sus volcanes que México, mientras que en este país, el del Citlaltépetl es apenas el tercero de este tipo. Los dos anteriores fueron del volcán Popocatépletl y el de Colima, en los que el especialista también colaboró. A raíz de nuestro proyecto, refiere el investigador, se obtienen mapas de utilidad práctica. "Contrariamente a lo que en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se cree, que la ciencia es una especie de adorno, esto no es así. El mapa es sólo uno de los miles de ejemplos de que la ciencia también puede ser de utilidad social y relevante para la economía de un país". En este sentido Siebe indica que entre los volcanes que requerirían especial atención para su estudio, debido al grado de riesgo que representan, se encuentran el de Tacaná (con influencia geográfica en Chiapas y Guatemala), el Chichonal (Chiapas), el Ceboruco (Nayarit), y el de San Martín Tuxtla (Veracruz). "Es hora de que empecemos a sentar los fundamentos para que este tipo de proyectos y programas despeguen, ya que la inversión es mínima, sobre todo si se compara con los costos de evacuaciones y los costos que implica atender las emergencias", concluye el investigador. |