Directora General: Carmen Lira Saade

México D.F. Lunes 28 de enero de 2002

Espectáculos

Ť El sitio estaba hasta las manitas de chavos que aún no nacían cuando surgió esta corriente

Con punkrock de los setenta y ochenta, The Strokes prendió el Salón 21

Ť Casablancas, Nick Valensi, Albert Hammond, Fabrizio Moretti y Nicolai Fraiture provocaron el ruido preciso y ensamblado que requiere el rocanrol en su más oriunda expresión

PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL

TheStrokesManja"I don't know why, but you guys... fucking rock!!", dijo al público chilango Julián Casablancas, vocalista y compositor fundamental de The Strokes, con su famélica actitud, a eso de los tres cuartos de concierto, la noche del sábado en el Salón 21; algo que podríamos traducir como: "No sé porqué, pero ustedes, mis chavos... ¡chingadamente roquean!"

El recinto de Andrómaco estaba hasta las manitas; la banda clasemediera, formada por seudopandros y postravers, ocupaba la usual "pista de baile", forrada con fibra sintética para la punketa ocasión. La mayoría de los asistentes aún no nacía, o recién lo hacía, cuando la corriente musical que los Strokes emulan era gestada: ese punkrock rasposo de los setenta-ochenta.

Puntualidad neoyorquina cuasi británica: a las 9:30, luego de que a los fresoides y tibios regios de Volován les llovieron recordatorios y exhortaciones a abandonar el tinglado, la masa trató de desafiar las leyes de la física para lograr que donde hubiera tres cupieran cinco. La reportera dudó en acercarse a la molienda humana, mas tuvo luego la certeza de que sólo adentrándose al maremágnum de madrinas, patines y cabezazos puede disfrutarse un buen rocanrol.

La turba se puso demente

Los autores de Is this it?, disco que ha hecho correr tinta en las redacciones roqueras y en las academias premiadoras, principalmente anglosajonas, nomás pintaron sombra y la turba se puso más que demente: "Buenas noches, México", dice Julián en raro español. Quienes los vieron en conferencia dudaron que tan autistas personajes fueran capaces de roquear y estallar tan fregonamente, pero mientras cabezas y piernas volaban pudo apreciarse que los Strokes, también autistas en escenario, con mínimo de espasmos provocaron ese ruido tan preciso y ensamblado que requiere el rocanrol para serlo, en su más deschongada, oriunda y undersetentera expresión.

Unos carnalitos de menos de 25 años tocando cual arrancados del CBGB de 1977 y puestos frente a uno: greñero tieso, seboso y descuidado; playera negra con saco; gestos pasmados, inocentes, como quien no ha vivido onces de septiembres. Ah, y lo más importante: la música; íntegra, potente y sangrienta aunque lechosa: cruza de heroína con champagne (puesto que son niños-bien apandrosados). Se les nota que son ultranerds que con su gurú JP Bowersock se pusieron a asimilar el ruidero de la escena neoyorquina de antaño: Velvet Underground, los Stooges de Iggy Pop (ah, cómo quiere Casablancas copiarle el look, aunque esté más bofo y gordis que quien se cortara el torso), Televisión, y pizcas de los Ramones. Lograr ese sonido de modo tan impecable es asombroso en estos días de escuincles oligofrénicos que sienten que mientras más rápido, violento y estruendoso sea estará mejor. The Strokes, los golpeadores, hasta bajan el tempo en sus rolas en vivo. Ya lo dicen en su página de Internet: "Te invitamos a frenar la veloz vida que has vivido, te la cambiamos por nuestras vivencias; nuestra música te hace olvidar quién eres y te abre las posibilidades de lo que tal vez quisieras ser". O sea: nada de vertiginio ni apariencias; muéstrate socroso tal cual eres. Aunque nada de tres acordes: canciones muy bien estructuradas, melódica y armónicamente. Simples pero pegadoras.

Alegría y pachequez

El tufo mariguano no espera. Al novio de esta servidora le rolan sin problema un toque, que de mano en mano comparte la alegría y pachequez del momento. No hay quien no esté eufórico. A ratos uno se siente en un toquín undergrasa, de tan mugrosón y rasposo aunque con ecualización perfecta. El vocalista dice en seudoespañol: "Muchas gracias a Volován".

Los moretones crecen, los voladores aumentan. Casablancas mira las rústicas láminas del techo con agrado, pero no se inmuta jamás, y aun así transmite, con su grave y elegante voz; apenas y jala un poco su camisa roja. Canta un poco tieso, jorobado, o se señala la cabeza con el dedo cuando interpreta "New York City cops, they're ain't too smart" (policías de Nueva York, no son muy listos). Es todo. Mas de la leche en las venas hacen jocoque: Nick Valensi, con lira tipo Les Paul, emite requintos crudos, ríspidos, pero concretos, nada de sobrepasarse; el loco chinudo de Albert Hammond Jr. le tupe también a la guitarra con requintos más escalofriantes; las chavitas mueren por Fabrizio Moretti, aunque su don está en la intensidad que logra con apenas una bataquita. El más freak es el bajista Nikolai Fraiture, que aunque sólo da dos pasos al frente de repente para regresar a su rincón, da el toque rítmico imprescindible del punk: dundundundundundun... No necesitan mucho volumen, sino precisión. Ciertamente se nota que son muy disciplinados... Ah, la magia del punk: aparentemente no hacen mucho, ¡pero cómo prenden!

Tocan todas las rolas de su disco, y todas suenan a hits: The modern age, Someday, Is this it, Soma, New York City Cops; el público se desgreña con los sencillos Last Nite y Hard to Explain. Tocan dos temas nuevos. Ahí se nota lo definido de su estilo: no son hitmakers ni fantoches, sino músicos verdaderos con claridad de lo que quieren. Cierran con Take it or leave it, también ovacionada. "Muchas gracias, México". Casi dos horas, y la gente no se quita del frente, piden otra aunque los secres ya quitan todo. No hay quien no se vea feliz, asombrado por tan inusitado suceso retro en días tan electro. Una bolita de adolescentes destila alegría: Miguel tiene 13 años y se dice ultrafan: "Son muy buenos, hicieron que hubiera slam. Yo perdí mi tenis pero lo encontré". Mariana, de 18: "Muy buen grupo; son muy prendidos y originales, no se parecen a nada". Dulce inocencia... la que se necesita para disfrutar de un gran rocanrol.