Carlos Fazio
Capitalismo mafioso
Enron quebró, pero el clan texano sigue al mando. Fox podrá cambiar de patrón. Ergo, si la Guadalupana no hace un milagro, seguirá al servicio de la plutocracia cleptómana y el "nuevo orden global" de la dinastía Bush, para perjuicio de los mexicanos
En su carrera hacia la presidencia de Estados Unidos, durante el primer debate televisado con el candidato demócrata Al Gore (3/10/00), el aspirante republicano George W. Bush dijo que de llegar a la Casa Blanca buscaría reducir la dependencia estadunidense del energético extranjero y para ello promovería una política hemisférica de energía con Canadá y México. Reveló que había conversado el asunto con el presidente electo de México, Vicente Fox.
Ya instalado en la oficina oval como resultado de un proceso electoral tipo república bananera, George II -según llamó jocosamente The Economist al número dos del clan petrolero texano- aseveró que el gas natural descubierto en México es "hemisférico". "Si se encuentra un yacimiento de gas en México es en beneficio de Estados Unidos y Canadá, aunque éste se encuentre en México (...) una buena política energética es una que entienda que tenemos energía en nuestro hemisferio". Admitió, entonces, que había "animado" a su cuate Fox a que tomara la "decisión" de abrir la exploración de petróleo y gas a la inversión extranjera. "Eso sería en nuestro beneficio", dijo (20/3/01).
Bush Jr. inició su carrera como landman -pequeño empresario que investiga los derechos de propiedad de terrenos aptos para la exploración y luego los arrienda-, y a la sombra presidencial de su padre creó después la Zapata Oil, Arbusto Energy, Bush Exploration y se asoció con la Harken Energy Corporation. De esa época datan las actividades de Dubya como cabildero corruptor en favor de las trasnacionales petroleras.
El senador argentino Rodolfo Terragno divulgó en La Nación de Buenos Aires la crónica de un negocio frustrado. Bajo el título "Bush, Enron y yo", Terragno afirma que en 1988, cuando era ministro de Obras, la Enron propuso a Argentina un proyecto energético leonino. Pese a la presión del embajador estadunidense Gildred, la propuesta no avanzó.
Una mañana, Terragno recibió en su despacho una llamada del "hijo del presidente de Estados Unidos" (el joven Dubya era candidato a gobernador de Texas). Al contestar el teléfono, Baby Bush fue al grano: "sé que usted tiene sobre su escritorio un proyecto de Enron. En mi opinión sería muy beneficioso para su país. Fortalecería los vínculos entre Argentina y Estados Unidos." Bush trató de aprovecharse de su apellido para que se le concediera a Enron un contrato por centenares de millones de dólares.
En marzo del año pasado, cuando participó en México en la quinta reunión hemisférica de ministros de Energía, el secretario Spencer Abraham, cuya carrera política ha sido lubricada por Enron desde 1989, siguió abogando por la desregulación energética de México y la "norteamericanización de los mercados" en la materia.
En abril siguiente, Bush se encontró con Fox y el premier canadiense Jean Chrétien, en Quebec, y suscribieron un acuerdo de "coordinación energética" para satisfacer las necesidades "de los pueblos de Norteamérica" en ese rubro.
En mayo, el vicepresidente Richard Cheney presentó en Washington el Plan para el Desarrollo de una Política Energética Nacional. Dick Cheney sabía del tema: fue presidente de la empresa Halliburton, una de las 500 de Fortune y principal proveedora de equipamiento petrolero para gigantes multinacionales como Exxon Mobil, Texaco, Shell, Chevron y British Petroleum.
Hoy Enron está en el ojo del huracán. México fue definido en el Plan Cheney como una "fuente primordial y segura de energía para Estados Unidos". Desde entonces, las cuencas de Burgos, Sabinas y Pedregosa, en el norte de México, frente a Texas, con sus reservas de gas no explotado, aparecen como un bocado apetitoso para el cártel energético texano (Exxon-Mobil, Enron, Halliburton, El Paso Co.) que controla a la Casa Blanca.
Cheney presidió el grupo de trabajo de Energía y mantuvo media docena de reuniones con Kenneth Lay, forjador de Enron, la firma rutilante de la Nueva Economía (la séptima corporación de energía más grande del país y la segunda de Texas, detrás de Exxon-Mobil), hoy en bancarrota fraudulenta.
Kenny Boy, como le llamaba su amigo, el jefe de la Casa Blanca, aportó 300 mil dólares a las candidaturas de Bush para gobernador de Texas y 113 mil a su candidatura presidencial de 2000. En el equipo del "premier Dick" destacó Karl Rove, gran estratega y consejero de Bush y uno de los millonarios accionistas de Enron, igual que Thomas White, vicepresidente de la empresa antes de asumir la jefatura del Ejército en el Pentágono (35 altos funcionarios de la administración Bush aparecen conectados con Enron).
Henry Maxman, congresista demócrata, detectó 17 medidas adoptadas por el grupo de trabajo de Energía que reflejan los criterios e intereses de Enron. Pero los cabilderos de Enron también negociaron con el gobierno de Ernesto Zedillo (actual empleado de Alcoa Aluminiun Co., la trasnacional que dirigía Paul O'Neill, secretario del Tesoro involucrado en el escándalo Enron) y con Vicente Fox (el "amigo" de Bush) la apertura energética de México.
Las reformas energéticas enviadas por ambos al Congreso de la Unión tienen la firma de Enron. Paul Krugman, del New York Times, definió la democracia estadunidense como "un sistema corrupto". Pero el capitalismo de compadres, encabezado por la mafia petrolera-gasera texana, además de criminal y corrupto, es corruptor. La explosión de la burbuja de Enron (como antes las de las empresas puntocom) es apenas un accidente.
El pragmático O'Neill dijo que "las empresas van y vienen. Es parte del genio del capitalismo". Enron quebró, pero el clan texano sigue al mando. Fox podrá cambiar de patrón. Ergo, si la Virgen de Guadalupe no hace un milagro, seguirá al servicio de la plutocracia cleptómana y el "nuevo orden global" de la dinastía Bush, para perjuicio de los mexicanos.