Viví en
el mal de años, digamos tres,
viví y el
calendario señalaba
milnovecientossetentaysiete
Crédulo me
decía que la vida se hace
como el bronce en
las manos de Rodin,
como las parejas
enlazadas de Rodin,
y lo decía
Eleonora al caminar bajo
el follaje de los
fresnos y las casuarinas
de las plazuelas
de San Sebastián
en el íntimo
y rinconero barrio de Chimalistac
en el gran barrio
de San Ángel
Emerjo del Subway
y me sumerjo en la marea de gente
que sale de la mole
ennegrecida del City Hall
En sólo dos
siglos este país poderoso
deshizo al mundo
para hacer su país
Tomó por
asalto a los mexicanos
para hacerse él
Como casi todo pueblo,
el nuestro,
salvo en libros
de historia, no mira ni siquiera
el rostro mutilado
que el salteador le dejó
Hace ya varias generaciones
de hombres,
que pasaron como
generaciones de hojas,
que nos arrancaron
la mitad del rostro
y somos vistos con
los ojos del perro,
que mira desde la
puerta de la casa,
con fauces abiertas,
a punto de arrojarse,
al perro del vecino
que merodea hambriento
No es lucha de perros,
ni siquiera eso,
me digo mientras
deambulo
bajo un cielo color
trístido en la mañana gris,
y desciendo calle
Chestnut, una calle rectísima
con tiendas de baratillo
y de comida rápida
y construcciones
de vidrio y acero y ladrillo rojo,
pero detrás
de cuyas paredes se alcanza a ver
el dinero de los
hurtos gigantescos que
ha servido para
comprar el gran arte
y para pagar a hombres
que numeran y marcan
la piel y la carne
de animales y bestias
en el matadero gigantesco
de Wall Street
Pasaron veinticuatro
años,
claro, veinticuatro
años
La luna, la leve
luna, que dio el azahar a otros,
no me lo dio a mí,
y en la premura
del verano líquido
terminó todo
en escenas de boda
convencional
de una pareja seguramente
dichosa
Yo sentí
(igual que dos años antes),
cuando me negó
absolutamente,
cuando como cierva
asustada
buscaba el hueco
en el bosque
para engañarme
en su huida,
yo sentí
que los platos y tazas de mi casa
se caían
a pedazos en mi casa
Que muros y muebles
se ensombrecían
Que del libro más
optimista o baladí
no lograba pasar
por mi tristeza
de la página
cinco o la nota dieciséis
Que de pronto en
mis libros y cuadernos
lucía su
nombre escrito que se rompía
en su luz múltiplemente
y me rompía
la luz del alma
en el día contradictorio
Que daba lo mismo
todo
Ya daba lo mismo
todo
Ay de aquellos que
no oyen a tiempo
el canto de las
sirenas, o no lo oyen,
porque el amor pasa
como las naves,
porque el amor pasa
como las aves,
y no vuelve.
Vaya año oscuro
ese año del 77
Fue la única
época la única
que tomé
a diario tranquilizantes
Mi cuerpo de triple
roble se debilitó
y nada me regresó
la fuerza antigua
Yo no sabía
en ese momento
que los años
vigorosos se ensombrecían,
que una desconfiada
pero violenta madurez
empezaba en los
siguientes meses cuando
arrojé a
la basura las pastillas de los tranquilizantes,
y viví, o
seguí viviendo, o creí seguir viviendo
como mejor pude
Doy vuelta en calle
ocho y viro a calle Walnut
Entro al café
de La Cigale
Saludo al propietario
Se llama Atman
Canadiense pero
presenta su café como francés
Ordeno un doble
expreso Me siento
Bebo lentamente
el expreso
Hacer la vida como
el bronce en las manos de Rodin,
nada más
bello que las parejas enlazadas,
como decía
Eleonora en las conversaciones
bajo los árboles
de las plazuelas y de las calles verdes
en el barrio de
Chimalistac
Pero fue menguando
la fuerza corporal de juventud
Pero mi vida acabó
pareciéndose al barco de papel del niño
que un hombre arruga
y lanza al suelo con furia
mientras el llanto
le cierra la garganta
Arruiné gran
parte de mi vida, pero jamás me vio nadie
escupir la ética
en el charco sucio del jardín,
y eso, en verdad,
es lo único que entrego,
es decir, algo que
no se palpa ni se ve,
y tal cosa en México,
vamos, ni quien la tome en cuenta
Por eso a nadie
le importa
Pero eso a nadie
le importa
En México
cualquiera habla
de "conciencia tranquila"
o poder "ver de frente"
a los acusadores
y a la gente de bien
Por eso a nadie
le importa si lo digo
Pero eso a nadie
le importa si lo digo
El peor de todos
vomita y escupe sobre la camisa blanca
del mejor y después
lo acusa ante la justicia
o lo vulnera ante
la opinión pública
Salgo del café
y cruzo la calle
Oigo a lo lejos
las navegaciones fluviales y las llegadas
al puerto de las
imágenes de los sueños de William Penn
Ha habido días
fríos
nublados
de claro sol
Salvo los almendros
y los arces en la universidad
los árboles
de Filadelfia están desnudos,
pero los pájaros
ya llegan a las plazas
al saber de marzo,
y las ardillas,
con sus colas mayores que su cuerpo,
retozan en la hierba,
brincan, picotean migajas,
desprenden el vuelo
del vuelo de los árboles
Entro casi a ciegas
a Washington Square,
entro y oigo las
voces de miles
de soldados que
hicieron este país,
entro y cruzo la
plaza y sigo directo
y entro a calle
Spruce
y sigo y no paro
hasta llegar al río,
donde en las aguas
contemplo las sirenas
que un día
creí que cantaban para mí.