Murió Francisco Cabañas, primer medallista olímpico de boxeo
ROSALIA A. VILLANUEVA
Víctima de una insuficiencia respiratoria murió Francisco Cabañas, primer medallista olímpico mexicano en boxeo, al conseguir la de plata en Los Angeles 1932. Tenía 90 años y solamente recibió el adiós de sus familiares, el ex luchador Daniel Aceves, el ex réferi Ernesto Arcos y pocos medios de comunicación.
Cuenta su hija Rocío que a su padre "lo acabó la tristeza y depresión'', porque hace nueve días su compañera de toda la vida, Rosario Mejía, falleció de neumonía. "Fueron 64 años de matrimonio y mi mamá se lo jaló'', dice con resignación mientras observa el féretro gris y tres arreglos florales de rosas blancas y crisantemos con la leyenda "¡Adiós campeón!"
Los recuerdos brotan y la hazaña olímpica anecdótica que dejó Cabañas nuevamente resurge entre sus deudos, porque además de ser un padre y abuelo ejemplar nunca perdió ese espíritu de lucha que lo distinguió, pues sin la ayuda de ninguna autoridad deportiva se financió (con 300 pesos que ahorró su madre Ana María Pardo) el viaje a Los Angeles, que el Comité Olímpico Mexicano jamás le rembolsó.
"Mi bisabuela tenía una tiendita y ese dinero era el fruto de muchos años; no se los quería recibir pero ese sacrificio valió la pena porque se fue y regresó con la medalla'', recuerda su nieto Francisco Cabañas III, quien dijo que su abuelo se fue desilusionado del deporte porque el legado que construyó con la escuela mexicana de boxeo en la Conade "se guardó y le dieron carpetazo'' en la administración de Ivar Sisniega.
Agregó que su abuelo siempre recibió homenajes en vida, era aclamado por la multitud y por los presidentes, que lo reconocían cuando abría el desfile deportivo del 20 de noviembre, pero en las dos últimas ediciones ya no se presentó por estar al lado de su esposa enferma.
Daniel Aceves, subcampeón olímpico en lucha grecorromana en Los Angeles 84, señaló con orgullo que Cabañas "fue visto siempre como un símbolo por su caballerosidad, pero sobre todo por su don de gentes y disposición de ayudar a las personas. Ese fue su mejor legado''.
Indicó que el ex pugilista en la división mosca les dio consejos, pero sobre todo el ejemplo de "ratificar los sueños, buscarlos y perseverar en aquellos anhelos que teníamos. Nos platicaba de cómo se había ido a Los Angeles en tren y saludar a Hitler en Berlín 1936, cuando fue como entrenador olímpico''.
Lamentó que Cabañas nunca haya sido reconocido y le negaran el Premio Nacional del Deporte.
Poco directivos, medallistas olímpicos y deportistas asistieron a la capilla ardiente, aunque según Aceves por lo menos se le avisó a diez e incluso a Raúl González, quien está fuera de México.
Este mediodía Francisco Cabañas será sepultado en el panteón Español. Le sobreviven sus hijos Francisco, Ana María, Rocío y Jesús, 17 nietos y siete bisnietos.