Leonardo García Tsao
MercanCIA vendida
En la secuencia inicial de Juego de espías, el agente de la CIA Tom Bishop (Brad Pitt) se introduce en una cárcel china de alta seguridad y finge morir electrocutado para poder rescatar a una persona presa; sin embargo, su treta es descubierta y Bishop se ve rodeado por guardias armados. Si se tratara del agente 007 veríamos una proeza espectacularmente descabellada mediante la cual lograría escapar de sus captores. Pero como se trata de un enfoque de pretensiones realistas sobre el espionaje, el agente es capturado.
El resto de la realización más reciente de Tony Scott se centra en el dilema del veterano agente Nathan Muir (Robert Redford), quien un día antes de jubilarse se somete al interrogatorio de sus superiores en el cuartel general de la CIA, para explicar cómo fue que su protegido Bishop llegó a intentar, por su cuenta, una operación clandestina en China. Esa exposición da pie a una serie de flashbacks que ilustran los operativos donde colaboraron padrino y apadrinado, desde el fin de la guerra de Vietnam, pasando por una Berlín aún dividida entre oriental y occidental, hasta culminar en la guerra de Beirut en 1985. (La acción presente se sitúa en 1991 para poder adecuar esos hechos con la edad de los actores, aunque no se hace mucho esfuerzo por rejuvenecerlos en los flashbacks). Al comprobar que los nuevos y burocráticos mandos de la CIA no pretenden salvar a Bishop de ser ejecutado por los chinos, Muir tratará de usar sus mañas en el oficio para lograrlo de forma encubierta.
El guión de Michael Frost Beckner y David Arata es rebuscado pero no en la línea de expertos literarios del género como John Le Carré o Len Deighton, quienes han encontrado en los torcidos caminos de la intriga internacional un escenario propicio para reflexiones morales y existenciales. La estructura de saltos en el tiempo no obedece a ningún juego más complicado que la descripción, en orden cronológico, de la relación profesional entre veterano y aprendiz. En el proceso, se revelará que Muir es un agente de la vieja escuela para quien los fines justifican los medios; mientras Bishop cuestiona si es válido el sacrificio de inocentes en el cumplimiento de cada misión.
La postura ética de Bishop encontrará su punto de quiebra en el episodio más interesante de Juego de espías, situado en Beirut. El joven agente se enamora de la británica Elizabeth Hadley (Catherine McCormick), una voluntaria en un campo de refugiados, que servirá de enlace con un médico susceptible de ser usado para asesinar a un jeque terrorista. El conflicto de un romance entre espías encontró su expresión definitiva en Tuyo es mi corazón (Hitchcock, 1946), por ejemplo. Sin embargo, a Scott no le importan sus personajes y desperdicia esa oportunidad de darle una resonancia emocional a la intriga.
Y es que Scott sigue siendo el hermano desventajado de Ridley. Es un cineasta dado a ostentar su virtuosismo técnico aunque no venga al caso. La formación publicitaria pesa demasiado en su estilo, y siempre hay momentos en su cine que parecen anunciar algún producto de lujo. Esa debilidad lo obliga a filmar una simple conversación entre Bishop y Muir desde un helicóptero y a editarla con los cortes acelerados de rigor. Puro exhibicionismo gratuito.
Por supuesto, cualquier sugerencia de cuestionamiento político se rinde al culto de la experiencia, encarnada por el narcisismo de Redford. En plena reivindicación de la vieja escuela -la misma que se entrometió en el gobierno de naciones extranjeras desde la Segunda Guerra- la astucia marrullera del viejo Muir saldrá triunfante sobre la corrección política y haciendo a un lado las consideraciones de rigor lógico (la diferencia de horarios, en particular, no guarda similitud alguna con la realidad).
Un aspecto en especial inverosímil de la secuencia climática es también el más preocupante. ƑSerá posible lanzar una incursión militar sobre territorio extranjero, con tan sólo una firma falsificada y un par de telefonazos de larga distancia?
JUEGO DE ESPIAS
(Spy Game)
D: Tony Scott/ G: Michael Frost Beckner, David Arata, sobre un argumento de Frost Beckner/ F. en C: Daniel Mindel/ M: Harry Gregson-Williams/ Ed: Christian Wagner/ I: Robert Redford, Brad Pitt, Catherine McCormack, Stephen Dillane, larry Byggman/ P: Beacon Communications, Red Wagon Entertainment, Zaltman Film. EU, 2001.