Orlando Delgado
Inflación y salarios
Por tercer año, el crecimiento de precios resultó menor que la meta: en 1999 éstos aumentaron 12.32 por ciento y se había estimado 13 por ciento; en 2000 se planteó 10 por ciento y terminó en 8.96, y en 2001 se presupuestó 6.5 y el dato al final fue 5.1 por ciento. En los Criterios Generales de Política Económica para 2002 se propuso lograr una inflación de 4.5. El Banco de México, durante los tiempos electorales de 2000, propuso lograr un crecimiento anual de los precios de 3 por ciento para 2003, aceptado por el entonces candidato Fox y después ratificado al llegar a la Presidencia, y que con el resultado obtenido parece alcanzable. Aunque Estados Unidos y Canadá tuvieron inflaciones cercanas a 2 por ciento en 2001, en muchos países europeos los precios crecen alrededor de 3 por ciento. Estamos, en consecuencia, cerca del desempeño de los países desarrollados.
En materia salarial existe información para los trabajadores remunerados con el salario mínimo legal y para los empleados de la industria manufacturera. El salario mínimo ha sido revisado a partir del criterio de que debe incrementarse en línea con la meta de inflación: si ésta resulta mayor, como ha ocurrido casi todos los años, el salario real se deteriora; si sucede lo contrario, el salario mínimo real recupera parte de lo perdido. En 2000, cuando los mínimos crecieron 10 por ciento, estableciéndose en 37.90 pesos, y para 2001 cuando se incrementaron 6.5, quedando en 40.36 pesos. Para 2002, el incremento a los mínimos legales fue de 4.5, es decir, alcanzaron 42.15 pesos, lo cual resulta acorde con la meta de inflación propuesta. Estos aumentos reales no han sido suficientes para recuperar las pérdidas de los años anteriores: considerando sólo de 1995 a 1999, el deterioro real fue de 24.56 por ciento, en tanto la recuperación de estos dos años suma 3.1 por ciento.
En cuanto a las remuneraciones manufactureras existen dos índices: el de salarios, sueldos y prestaciones medias, y el total de los sueldos, salarios y prestaciones. En 2000, el índice del total creció 16.9 por ciento y el medio 16.2. En 2001, con la información disponible a agosto, el índice total avanzó 3.8 y el promedio lo ha hecho en 6.8; el crecimiento de los precios enero-agosto fue de 2.45. En estos años mejoraron los sueldos y salarios reales pagados en la manufactura en casi diez puntos porcentuales, lo cual es un incremento significativo, pero que no logra recuperar lo perdido durante los largos años del neoliberalismo priísta: en el sexenio anterior, sin tomar en cuenta 2000, el salario manufacturero perdió en términos reales 49.8 por ciento.
Esta mejoría en los dos últimos años, además, no resulta significativa si se compara contra la remuneración mínima por hora en Estados Unidos que pasó de 13.8 dólares en 2000 a 14.3 en 2001. En una jornada de ocho horas el salario fue de 110.4 dólares en 2000 y 114.4 en 2001, lo que en pesos significaría mil 65.36 y mil 61.63, respectivamente. Esta equivalencia en pesos refleja la importante apreciación del tipo de cambio que elimina el crecimiento en las remuneraciones estadunidenses de 3.6 por ciento en 2001/2000 y que las convierte en una reducción de 0.3 por ciento.
En la reducción de la inflación han confluido diversos factores que se concentran en el tipo de cambio: en 2000, año con un crecimiento del producto de 6.9 por ciento, el precio del petróleo, el crecimiento de las exportaciones, las remesas de los mexicanos en el exterior y las entradas de capital fortalecieron la política cambiaria y explican la apreciación real del peso. En 2001 hubo decrecimiento, la política monetaria mantuvo restricciones a la cantidad de dinero en circulación, mientras el mercado de dinero recibía la influencia de las sucesivas reducciones de las tasas de interés en Estados Unidos, logrando importantes disminuciones en las tasas domésticas y reduciendo el ritmo inflacionario. Por supuesto, esta combinación impactó desfavorablemente la actividad económica.
El 4.4 por ciento de crecimiento de precios, la reducción de casi 10 puntos en las tasas de interés y los incrementos reales en las remuneraciones coexistieron sin conflicto. La vieja tesis neoliberal de que la meta de inflación sólo es posible lograrla si los incrementos salariales se alinean con la inflación esperada, ha sido superada y ya no puede sostenerse.