Juegos profanos, exageración del teatro formal revestido de cuento de horror
ARTURO CRUZ BARCENAS
Con 16 años de carrera, a la actriz Kate del Castillo de García ya no le bastan los papeles telenoveleros, las historias rosas en las que galanes de diversa monta la conquistan luchando contra la discriminación paterna, el odio de clase y madrastras elevadas a la enésima potencia de Elektra, por eso ahora participa en la obra Juegos profanos-El Infierno, que es "diferente", dijo, escrita en 1971 por Carlos Olmos, en la que de manera fársica se critican los conflictos de una familia pequeñoburguesa.
La
noche del pasado lunes, en el Centro Cultural Helénico, ella y el
actor Julio Bracho presentaron a la prensa un fragmento de la pieza teatral,
que será estrenada en ese sitio el próximo 4 de febrero a
las 20:30 horas. No es nueva la temática de enjuiciar los roles
dentro de la familia prototípica pequeñoburguesa. Dentro
de la siquiatría hay teóricos que han profundizado, como
David Cooper y Ezo Flavio Bazo, por citar sólo a dos, pero el director
y musicalizador, Sergio Cataño, señala que Juegos profanos
"va más allá".
Se señala en el boletín de prensa: "En esta divertida obra se juega con dos de los límites inconfesables de cada una de las familias que son gobernadas por las buenas costumbres y el espíritu católico-cristiano: el incesto y el parricidio. Alma y Saúl (Kate y Julio) son dos personajes que se tratan de explicar, a fuerza de jugar y recrear, el amor que se sienten el uno por el otro; están confundidos y asustados y necesitan decírselo a sus padres -de quienes aprendieron qué es el amor- para poder liberarse de la culpa.
Una cena alucinante
"Suponemos que los padres están muertos y que cada 24 de diciembre, día de la natividad de Jesús, sacan de sus escondites los esqueletos de sus padres (nosotros sabemos que es un juego; Alma y Saúl también), para representar una cena alucinante en un clima familiar por excelencia, con todos sus golpes bajos e indirectas."
En el fragmento, dijo el director, puede apreciarse, "sí y no", lo que será la obra en su totalidad. Lo más difícil en el trabajo de Cataño será lograr el tono de la obra. "Es la exageración del teatro formal revestido de cuento de horror, que puede aterrar a las mentes más cerradas que no aceptan que el juego sea un ejercicio liberador que lleve a los participantes a un delirio en el que descubran, a fuerza de brutalidad, imágenes que están o estuvieron contenidas en sus deseos profundos", se añade.
La probadita de lo que será la puesta en escena fue muy tacaña, pues fue sin escenografía y vestuario. Julio hasta tartamudeó una vez. Lo importante será el estreno de esta obra producida por Lancia, integrada, entre otros, por el ex futbolista Luis García, la propia Kate y Julio y el director. Se la juegan con su propio dinero, pues.
"La farsa puede llevar a la catarsis, por medio del humor negro", expuso Cataño, quien dijo tener 20 años haciendo teatro. Kate: "Es la primera vez que hago una farsa. Siempre había querido hacer este tipo de teatro y nunca se me había dado la oportunidad... Esto es lo más válido y lo más importante. Es un trabajo más difícil; llevamos seis meses ensayando. No lo conocía y estoy encantada".
Julio: "Tenía la inquietud de hacer teatro... ¡chingón! Y ahora con Kate... ¡chihuahua! Es una obra muy divertida, hecha por un gran equipo".
-¿Qué tan novedosa es esta obra? El tema fue muy tratado hace décadas...
-Sí. Esta obra la escribió Carlos Olmos en 1971, pero la obra tiene una lectura mucho más allá; es decir, al margen de la crítica que puede tener hacia la familia, fundamentalmente es una historia de amor... Va más allá de lo que es un incesto,un parricidio, pero la globalidad es una historia de amor. En ese sentido se nos hace vigente.
Ya en pleno coctelito, Cataño precisó que respetó la idea original del autor. "Yo también soy papá. Siento que a los padres lo puedes ver como a unos espejos".