Lunes 21 de enero de
2002 |
Semanálisis Horas bajas n Horacio Reiba |
Salvo que volvieran
a contratar a Baquero, no parece que el Puebla corra este
año riesgos de descenso. Sí amenaza a la Franja una
deserción de público todavía mayor de la promovida en
estos últimos años por la inepcia directiva, y en lo
futbolístico, un hundimiento de imprevisible profundidad
no ligado precisamente a la contratación de Boy, sino a
la falta absoluta de tino -hablar de "proyecto"
suena ya francamente grotesco- para aproximarnos a algo
semejante a un decoroso equipo de futbol. Culpa y disculpa del "Jefe". No necesita Tomás Boy abundar en las razones que lo exculpan del pésimo inicio de torneo de su flamante "equipo": en buena lógica, a nadie se podría exigir que bordase sin hilos o hiciera pirotecnia sin pólvora. De Carrillo -el mismo que siempre antepuso a cada una de sus huidas el pretexto de que no se respondía adecuadamente a su solicitud de refuerzos- heredó una estructura llena de parches de calidad inferior y peligrosos vacíos, y se ha visto obligado a contratar a toda prisa, a ciegas y hasta sin suerte: uno de los recién llegados -el boliviano Coimbra- se le lesiona de entrada; otro -el hondureño Hernández- se gana en quince minutos dos rojas fulminantes, una perdonada y otra efectiva. Está además en eso de cambiarle al equipo el modo de pararse y encarar los partidos, proceso que requiere tiempo, sobre todo cuando no se dispone de los hombres más apropiados para ofrecer el juego abierto y agresivo que el Jefe preconiza. Se avecinan, pues, tiempos duros para la Franja. Pero si no puede llamársele responsable por la postración actual del Puebla, sí lo es Boy de haber aceptado la encomienda en condiciones tan deventajosas. No podía ignorar la pobreza del plantel poblano, su inadecuación inicial al tipo de juego que a él le gusta, lo improbable de conseguir a fin de año refuerzos apropiados y la total imposibilidad de hacer pretemporada. Si las razones de su decisión fueron económicas, las tomó a sabiendas de lo difícil que sería responder en los dos frentes -el de los puntos y el de resituar al equipo en el gusto de la gente- que sin duda le habrá reclamado la directiva a cambio de un crecido salario. Nadie en su sano juicio le va a pedir que, de la noche a la mañana, haga del desplomado Puebla un equipo que gane y que luzca. Pero aceptar el paquete implicaba también aceptar las consecuencias, un cálculo de costo-beneficio que, aun en el peor de los supuestos -el temido cese por falta de resultados-, puede que a Boy le siga pareciendo conveniente. En cambio, para el equipo de la Franja representaría otro año perdido y un paso más hacia el abismo que tan concienzudamente ha venido preparándole la retahíla de empresarios y traficantes de los pelajes más diversos que, desde el 92 para acá, nos han tocado no en suerte sino en desgracia. ¿Tri de Oro? Copa de Oro bautizó el optimismo de los mercaderes a lo que se juega cada dos años por estos rumbos de la Concacaf, y allá se fue Javier Aguirre, con un plan ranchero entre ceja y ceja y una especie de Selección "B", cuajada de jóvenes sin mucho nombre. Como la titular tampoco cuenta con grandes figuras, aprovechará las próximas dos semanas en observar gente fresca y ganosa, con vistas a reforzar su plantel mundialista. Nada de esto parece descabellado. Pero las primeras conclusiones no son halagüeñas: el nivel sigue siendo de balón cuadrado, y puesto ahí, México tampoco tiene mucho que ofrecer ni con qué sobresalir. |