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EDUCACION ARTISTICA
Ť Evelia Kochen: los bailarines que egresan deben paliar
el desempleo
La deserción en la Escuela Nacional de Danza
es superior a 50 por ciento de la matrícula
Ť Necesario, un seguimiento tutoral para enriquecer la
enseñanza de las artes, sugiere
CRISTINA MARTIN URZAIZ ESPECIAL PARA LA JORNADA
En las grandes crisis ''la creación artística
es lo único que nos mantiene vivos, en nuestro lugar, sin tener
que depender de los poderosos", sostiene la bailarina y maestra de danza
Evelia Kochen.
Estudiante de ballet clásico en la Academia de
la Danza Mexicana, hoy Sistema Nacional para la Educación a la Danza,
la docente se integró después a la Compañía
Nacional de Danza; luego al Ballet Independiente ?con Raúl Flores
Canelo?; siguió Utopía, de Marco Antonio Silva, y más
adelante con Cecilia Lugo. ''He recorrido todas las compañías
independientes y no independientes", señala.
En 1993 formó, con cuatro bailarines, Viraje Danza
Contemporánea, compañía en la que invirtió
el orden establecido, es decir, que los bailarines eligieran con quién
trabajar ''en lugar de lo que siempre ha sucedido en la historia de la
danza, que los coreógrafos deciden con quién quieren trabajar,
y con esa idea y esa inquietud formamos este grupo y trabajamos con los
coreógrafos que queríamos trabajar".
Durante dos años, Kochen estudió la técnica
Limón Humphrey en Nueva York. De ahí ''me surge la inquietud
de por qué los estadunidenses poseen todos los derechos y el conocimiento
de José Limón y aquí en México no había
nada, por lo que empecé a proponer residencias culturales entre
bailarines y maestros de la Compañía José Limón
y sus pares mexicanos".
Egresados, sin asideros
Evelia
Kochen habla de la carencia actual del ''maestro", así como se entendía
en la Edad Media y el Renacimiento, ''cuando se tenía a alguien
que era el guía desde el principio hasta el final; todo el tiempo
había alguien que opinara del trabajo, a quien recurrir cuando hubiera
dudas, que corrigiera el trabajo de maestra, de coreógrafa, de bailarina,
un apoyo no sólo emotivo, sino profesional".
Refiere que en Nueva York encontró ese tipo de
relación maestro-alumno con el director de la escuela Limón,
Alain Danielson, ''quien es como mi padrino", lo cual no es común
en México, donde el bailarín, una vez que concluye su carrera,
no cuenta con ese respaldo.
A partir de entonces, recuerda, ''tuve la necesidad de
decir a los bailarines mexicanos que había otra manera de aprender
y de enseñar, con más humildad, con más entrega, con
más apertura, con más placer, con menos angustia''.
Kochen considera que la falta de ese ''maestro" para los
jóvenes resulta algo doloroso, pues ''a veces los veo deambular,
tratan de estructurar y de hacer, de crear unos con otros, pero siento
que no tienen asideros, preguntándose a partir de dónde crear,
adónde ir".
De alguna manera, reconoce, ''todos pasamos por eso, pero
podemos hacerles el camino más fácil escuchando sus inquietudes
e ideas''.
La función del docente, explica, es comunicar al
alumno que para ser ''animal de danza o de teatro" siempre debe rodearse
de un rito, no de pose, de apariencia, y que al subir a un foro para bailar
o actuar tiene que haber un rasgo de rito y respeto.
Se trata de que el alumno sepa que tiene a quién
acudir cuando concluye su formación académica, porque ''cuando
uno sale de la escuela después de tanto tiempo de estar adentro
siempre respaldado por una institución, es un desconcierto. Los
alumnos de danza y de teatro, después de que terminan, siguen aquí,
no pueden irse porque están descobijados'', en la orfandad.
Una vez que terminan los estudios, expone la maestra,
algunos se reúnen con integrantes de su generación; otros,
los talentosos, tienen suerte y se incorporan a una compañía;
tienen adónde recurrir, pero por lo general están desprotegidos.
Abunda: ''Lo que me gustaría decirles es justamente eso, que no
porque salieron de la escuela ya no pueden hablar conmigo, sino que en
el caso de que requieran asesoría, adelante, que cuenten conmigo".
Creer en el arte como salvación
El nivel de deserción en la Escuela Nacional de
Danza del Centro Nacional de las Artes es superior a 50 por ciento, pues
de cada grupo de 20 alumnos sólo seis o siete concluyen los estudios.
''Es la única escuela, aquí en el CNA, en la que se entra
desde la primaria y se pasa allí la adolescencia, por eso viene
la deserción", sostiene Evelia Kochen.
Antes, recuerda, ''las compañías independientes
duraban varios años. Ahora los bailarines en una semana dan tres
funciones de tres obras distintas, con tres coreógrafos distintos,
desde un comercial hasta Bellas Artes. No los puedo criticar porque es
otra época y los coreógrafos están en ese plan''.
En cuanto al desempleo, asegura que los jóvenes
tratan de agruparse y elaboran estrategias contra la desocupación.
''Salva mucho el ser maestro, inventar un curso, dar un taller, hacer comerciales.
"Por más que la política cultural, que no
existe hoy día en el país, quiera comercializar la visión
y el concepto de la creación artística, todavía quedamos
quienes dentro del trabajo y la creación artística creemos
en el arte como algo que salvará a la humanidad y no como producto
de venta."
Remata: ''La de los artistas es una raza que no está
en extinción; no hay país carente de expresión artística,
porque no necesitamos un edificio como el del CNA para hacer una escuela
de arte. Se puede hacer en los jardines, o como antes, en las plazas de
los pueblos, en los kioscos".