Lunes 14 de enero de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Tauromaquia

Juego perverso

n Alcalino

Al eliminar a José Tomás de la cartelera capitalina, Herrerías no incumple con el torero, incumple con un público al que previamente le vendió a precios de oro un Derecho de Apartado, donde destacaban los nombres del de Gapagar, Joselito y Pablo Hermoso de Mendoza, hoy, prestidigitados como la paloma que se volvió confeti en esa chistera herreriana de donde lo únicos que siempre salen y se lo llevan todo son El Juli y Enrique Ponce, el socio, inexplicablemente ausente del cartel del 5 de febrero próximo, al que el pleito de marras acaba de procurar el anhelado hueco.
Trapos al sol. Los entrebastidores de la organización taurina han sido siempre secreto escenario de las más variadas pillerías, reacomodos y juegos de poder sin acceso al público. Al abrir tal Caja de Pandora con un torrente de declaraciones abiertamente descalificadoras hacia Martín Arranz y sus tres toreros, el tortuoso personaje que es Rafael Herrerías no solamente viola un tácito código de silencio, sino se expone él mismo a que alguien le pise la inmensa cola. Por lo pronto, expuestos dejó a sus dos toreros de cámara, protagonistas en el pasado de hechos semejantes a los que ahora denuncia con tanta vehemencia.
Comprometedores antecedentes. En su furia elemental, el empresario niega que "un apoderado español (Arranz) quiera imponernos fechas y ganado. Es una falta de respeto a la Plaza México y al público y los toreros mexicanos". Y sin embargo, Enrique Ponce no ha dejado de autocolocarse en cada una de las seis corridas de aniversario celebradas a partir de 1996, el día 5 de febrero, sin duda la fecha más productiva del año, tanto por el lleno seguro como por la barata de orejas que invariablemente se desata. Herrerías brama, asimismo, en contra de la pretensión de José Tomás, de despachar una corrida de Chafik en vez de la de Teófilo Gómez que la empresa quería hacerle tragar el 20 de enero. Y sin embargo, hace dos años consintió que El Juli se negara a despachar reses ya anunciadas de otra ganadería -Rodrigo Aguirre- que le pareció poco garante a su apoderado. ¿A qué obedece, ahora, reacción tan desproporcionada? ¿No será el invocado respeto a la plaza y público de México mero pretexto para encubrir turbias complicidades del empresario de la Monumental con el trust hispano rival del de Arranz y representados, es decir -de nuevo- con sus cuasiasociados Ponce y El Juli y la gente que los maneja? Muy pronto lo sabremos, pues al contrario de la palabra atropellada y torpe, los hechos suelen ser transparentes como agua de manantial.
Consecuencias a la vista. Libre ya de la molesta presencia de Hermoso de Mendoza, originalmente contratado para actuar el 5 de febrero al lado de El Juli -con lo que el cupo de españoles para tan señalada fecha quedaba completo-, el ingreso de Enrique Ponce al cartel está una vez más garantizado, sin importar que los apéndices cobrados por él en sus seis intervenciones anteriores no pasen de cuatro, mientras Julián López suma media docena, en apenas dos intervenciones, y un rabo en una sola Pablo Hermoso de Mendoza. Y al quedar fuera de los carteles fuertes de enero y febrero tanto con el jinete navarro como Tomás y Joselito, es de suponer que la pareja favorita del bigotudo personaje tendrá ocasión de despacharse con la cuchara grande. Tal es, una vez asentada la polvareda, la consecuencia más importante de la bravata tabernaria del empresario, buena para anular de golpe lo que parecía, por fin, una temporada cuyos alcances rebasarán la consabida fórmula Ponce-Juli, finalmente elevada a la categoría de contubernio con la llave de la México en el bolsillo, mientras nuestros pobres toreros -empezando por el heroico Zotoluco- se mantienen ninguneados y fuera de la conversación, tanto aquí como en España.