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Ť Las distribuidoras, atadas de manos para llevar
estrenos al mismo tiempo que en EU y Europa
Los cines en Buenos Aires, con un pie en la sala
de urgencias
AFP
Buenos Aires, 13 de enero. El mercado cultural
argentino agravó su salud esta semana tras la devaluación
de casi 29 por ciento del peso, que empujó al alza el costo de los
libros importados y colocó en la misma senda el de las entradas
de cine.
La desaparición del peso fuerte -que por la ley
de convertibilidad tenía un precio igual al dólar- implicó
que la cotización del billete verde se elevara a 1.40 y en algunos
casos hasta en 1.70, y ello colocó a cines y librerías de
Buenos Aires con un pie en la sala de urgencias.
En los cines, la situación se ubica en la misma
línea y las salas hacen esfuerzos por evitar lo que parece inevitable:
promueven ofertas de todo tipo (dos por uno, pagos con bonos, palomitas
de maíz de regalo) para atraer al público intentando al mismo
tiempo no aumentar el precio de la entrada.
Las
entradas cuestan 3.50 pesos dos días a la semana y 7 los sábados
y domingos.
Al trabajar con dólares, las distribuidoras se
ven atadas de manos para traer filmes que se estrenan al mismo tiempo en
el mercado estadunidense y europeo.
El diario La Nación, por su parte, alertaba
sobre el peligro que se cierne sobre una sociedad que gozó del buen
cine en tiempo real y que todavía no se puede dar el lujo de ver
en las pantallas El señor de los anillos: La comunidad
del anillo, cuyo estreno anunciado para el 1o. de enero fue postergado.
"¡Seremos el último país del mundo
en verla, no puede ser!", se quejó un puñado de fanáticos
del micromundo de J.R.R. Tolkien.
Varias librerías, cerradas
Además de la devaluación, la industria cultural
venía soportando una recesión que lleva casi cuatro años
y que significó que entre 2000 y fines de 2001, 250 librerías
cerraran sus puertas, según el matutino Clarín.
Argentina, que durante décadas tuvo en sus libros
y librerías un referente obligado para la vida cultural de América
Latina, y cuyas ediciones estaban a la vanguardia del continente, siente
los efectos de la crisis en el público y los editores.
La devaluación ya se trasladó a los precios,
con aumentos de 10 por ciento en algunas librerías en relación
con los precios que regían hasta el 6 de enero, cuando un fulminante
relámpago acabó con la convertibilidad.
En la librería Yenny, un vendedor indica: "Tuvimos
que subir los precios por lo menos 10 por ciento y ofrecemos rebajas entre
30 y 50 por ciento en los libros ilustrados e importados, en un intento
por vender como sea y no acumular más pérdidas".
La cadena Distal optó también por reducir
entre 30 y 50 por ciento algunos de sus títulos ilustrados e importados,
como primera reacción ante el cambio, según la administradora
de uno de sus locales de Florida.
Las librerías Hernández y Fausto, las dos
en la Avenida Corrientes, lucen un aspecto desalentador: los clientes se
cuentan con los dedos de las manos.
Por su parte, las editoriales resolvieron en algunos casos,
como Planeta, congelar toda distribución de libros hasta marzo,
cuando regresen al deprimido mercado con una reducción de los títulos
mensuales, que pasarán de 14 a ocho, en tanto que las tiradas bajaran
de cinco mil a tres mil.
"Seremos muy selectivos con los autores y los temas",
dijo Ricardo Sabanes, director de Planeta, a Clarín.
El editor Faustino Linares enunció en el mismo
diario una sentencia lapidaria: "En materia de lectura, la edición
en lengua castellana ha perdido a su madre argentina. La industria editorial
de este país no podrá recuperar su hegemonía en el
mercado".