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Ť Según ley del programa, es un derecho definitivo
Quitaron subsidio de Procampo a dueños de ejidos expropiados
Ť Recibían ayuda 85% de los más de 4 mil jornaleros afectados por el decreto de enajenación Ť Demostraron cultivo de básicos
MATILDE PEREZ U.
85 por ciento de los poco más de 4 mil propietarios de las 5 mil 384 hectáreas expropiadas en los municipios de San Salvador Atenco, Texcoco y Chimalhuacán para la construcción del nuevo aeropuerto internacional estaba registrado en el Programa de Capitalización del Campo (Procampo), pero con la enajenación de las tierras en favor del Estado también les derogaron ese derecho. Ahora tienen que afrontar individualmente los gastos para sembrar sus parcelas.
A pocas semanas de que el Congreso de la Unión aprobara la Ley de Desarrollo Rural, y posteriormente la de Capitalización del Procampo, con la cual los productores pueden obtener por adelantado los ocho años del subsidio a la producción, se llevó a cabo la expropiación de ejidos (22 de octubre) que dejó en el desamparo a los campesinos. El gobierno federal hizo a un lado la parte jurídica de indemnización y dejó fuera del padrón de Procampo a los campesinos de dichos municipios.
Mientras el gobierno guarda silencio en torno a la suspensión de un derecho que otorga más valor a la tierra de los ejidatarios mexiquenses, éstos iniciaron la batalla jurídica, por la vía de los amparos, para conservar sus tierras. Son parte de los 2.8 millones de productores que acceden al Procampo, y al igual que la mayoría de los beneficiarios del programa son de bajos ingresos y usan casi toda su producción para el consumo familiar.
Para tener acceso a dicho subsidio, los agricultores de los municipios de San Salvador Atenco, Texcoco y Chimalhuacán tuvieron que comprobar que destinaban sus parcelas a alguno de los nueve cultivos básicos -entre ellos maíz y frijol- antes de 1993, como lo establecía la normatividad del programa al momento de su nacimiento. Uno de los artículos transitorios del decreto de creación (julio de 1994) establece: "los productores que a partir del inicio del ciclo agrícola otoño- invierno de 1995-1996 se encuentren registrados en el directorio del Procampo tendrán derechos definitivos a los beneficios que se determinen durante la vigencia del programa", de 15 años.
Entre los ejidatarios mexiquenses está vigente una duda: Ƒla expropiación deroga automáticamente esos derechos definitivos que establece el decreto del Procampo, a pesar de que cumplieron con las normas establecidas?
El gobierno federal sostiene que con el programa ayuda a la capitalización de los campesinos; frena la degradación del medio ambiente al promover la conservación de suelo, agua, bosques y selvas; propicia la conversión productiva de aquellas superficies en las que es posible establecer actividades de rentabilidad mayor, y coadyuva a la regularización de la tenencia de la tierra. Incluso, el lema publicitario del programa es: "un Procampo más humano".
La revisión de la lista del Procampo con la de los jornaleros afectados por la expropiación en el caso del ejido de San Salvador Atenco -quienes desde octubre del año pasado mantienen un campamento de resistencia fuera de las oficinas del comisariado ejidal, ubicadas a un costado del palacio municipal- establece que 300 de los mil 482 ejidatarios recibían subsidios a la producción.
Entre los 312 nombres que aparecen en dicho inventario está Jesús Adán Espinosa Rojas, quien junto con Ignacio del Valle y otros ejidatarios forman el grupo de resistencia para impedir que sus tierras sean ocupadas por los gobiernos federal o estatal. La mayoría de los campesinos beneficiados tenía registrada entre media y una hectárea, excepto Sebastián Méndez Flores, quien contaba con apoyo para producir en cuatro hectáreas, y José Cerón Pacheco, en dos hectáreas.
Dicho ejido prácticamente desaparece con la expropiación, e incluye los terrenos donde se ubican la telesecundaria, el auditorio -localizado a un lado de la presidencia municipal-, la planta tratadora de agua y el panteón.
A lo largo de casi tres meses, los labriegos de San Salvador Atenco han manifestado que no están dispuestos a vender su tierra porque con ella perderían sus tradiciones, sus costumbres, su único sustento y, sobre todo, porque "la madre no se vende, y la tierra eso es para nosotros".