Ť La escritora murió el jueves a causa de embolia; dejó inconclusa La máscara de un ídolo

Relatos clásicos, legado de Lupe Dueñas a la literatura mexicana

Ť Pertenece a la generación de mujeres que logró su autonomía en la creación: Beatriz Espejo

CESAR GÜMES Y ERICKA MONTAÑO

La escritora Guadalupe Dueñas, prosista y autora de cuentos clásicos en la historia de la literatura mexicana, falleció el jueves a los 94 años en la ciudad de México.

Dueñas nació en Guadalajara el 19 de octubre de 1907 y entre sus obras se encuentran Tiene la noche un árbol, Antes del silencio, Imaginaciones y No moriré del todo. Deja inconclusa la novela La máscara de un ídolo, porque "sentía que era en cierta forma una falta de respeto a Miguel de la Madrid", declaró el hermano de la autora, Manuel Dueñas.

Desde que dio a conocer su primer volumen de ficción, Las ratas y otros cuentos, en 1954, fue considerada por sus contemporáneos. El reconocimiento no tardó en llegar: en 1959 obtuvo el Premio José María Vigil por su libro Tiene la noche un árbol, que publicó en el 58. De forma posterior publicó Girándula y diversas obras para la televisión como Las momias de Guanajuato y Carlota y Maximiliano. Varios de sus trabajos dentro del cuento merecieron la traducción al francés, alemán, inglés e italiano.

La también escritora Beatriz Espejo describió así el entorno de Dueñas para Creatividad feminista: "A finales de los cuarenta surgieron las escritoras dueñas del aura que les permite ganarse el pan y la autonomía. Entre ellas destacó Rosario Castellanos...Las mujeres siguieron apareciendo una tras otra y tomaron sus puestos a veces de manera fulgurante. Elena Garro es quizás la mejor prueba, con sus ojos de niña traviesa y la originalidad de sus narraciones o piezas dramáticas, y Amparo Dávila y María Luisa Mendoza y Luisa Josefina Hernández y Guadalupe Dueñas y Esther Seligson y Brianda Domecq...''

Su obra literaria ha sido objeto de estudio en centros nacionales y extranjeros, tal es el caso del curso El cuento latinoamericano, impartido en el Evergreen State College de Washington, en cuya bibliografía necesaria, además de clásicos como Teoría y técnica del cuento, de Anderson Imbert, o Cómo se cuenta un cuento, de Gabriel García Márquez, es preciso pasar examen a Lo fantástico y lo real en la narrativa de Juan Rulfo y Guadalupe Dueñas, de Rose Minc.

Cercana colega de Efrén Hernández, en cuya casa se dieron cita Jaime Sabines, Juan Rulfo, Juan José Arreola y Pita Amor, más la propia Guadalupe Dueñas, su labor dentro de la narrativa ha sido estudiada y difundida en México, entre otros estudiosos, por Ricardo Bernal, quien ha impartido cátedra sobre narrativa fantástica en la Universidad del Claustro de Sor Juana y el laboratorio de cuento fantástico de la Casa de la Cultura Jaime Sabines. En su curso aparece Dueñas al lado de Amparo Dávila, así como de Emiliano González.

El Teatro Isauro Martínez (TIM) de Torreón, sitio que se ha convertido en centro cultural, mantiene programas como el Café Literario, que ha incluido el estudio de la prosista, al lado de la obra de escritoras como Elena Poniatowska, Rosario Castellanos, Angeles Mastretta, Amparo Dávila, Carmen Rosenzweig, Inés Arredondo y Beatriz Espejo. Este trabajo ha estado a cargo del escritor Saúl Rosales, coordinador del área de Literatura en el TIM.

En su ensayo El cuento mexicano contemporáneo señala el estudioso Lauro Zavala a propósito de Dueñas y la inquietud temática de su generación: "A partir de 1970, en parte como consecuencia de la crisis de 1968, los cuentistas muestran una mayor preocupación por los problemas políticos del país y por reflejar el lenguaje popular urbano, sin dejar de lado el humor y la experimentación con el género fantástico; en este periodo sobresalen, entre otros, Guadalupe Dueñas, Amparo Dávila, Elena Poniatowska y Eraclio Zepeda".

Sobre su novela inconclusa, La máscara de un ídolo, Manuel Dueñas señaló: "No creo que pueda armar realmente las cosas que dejó. Ella realmente no quiso finiquitar todos los detalles, porque sentía que era en cierta forma una falta de respeto a Miguel de la Madrid, porque, como le tocó observar a López Portillo y a él, realmente la novela era la descomposición del individuo por el poder. Sintió que los iba a ofender y por eso suspendió los trabajos".

La escritora falleció a consecuencia de una embolia que la aquejó desde el pasado 18 de diciembre. Según datos proporcionados por su familia, la narradora conservó su lucidez característica hasta el último momento. Sus restos fueron incinerados el viernes y depositados en la Basílica de Guadalupe.