014a1pol Iván Restrepo De ecoturismo y Santos Reyes Mi amiga María Cristina trabaja desde hace años en una agencia de viajes. Tiene bajo su responsabilidad promover la visita de grupos extranjeros a nuestro país, y muy especialmente a las zonas que se distinguen por su enorme belleza natural, su flora y su fauna. Ha sido una de las pioneras en lo que mundialmente se conoce como ecoturismo, actividad que busca que el visitante conozca, goce y ayude a cuidar la naturaleza y que lo que gasta quede preferentemente entre la población local. Ella organiza viajes para apreciar la majestuosa Barranca del Cobre y áreas aledañas, las ballenas en Baja California y Puerto Vallarta, la mariposa monarca en Michoacán, o los flamencos y la diversa fauna de Celestún, en Yucatán. Pero esa labor cada vez topa con mayores obstáculos, pues al gobierno no le cae el veinte de la importancia que el ecoturismo tiene en todo el mundo, al crecer cerca de 20 por ciento al año. Los ingresos que genera no se quedan en los tentáculos de los grandes pulpos que conforman las agencias de viaje tipo "all inclusive" o en las ciudades, sino que benefician al sector rural, en el que más se requiere generar empleo y elevar la calidad de vida y donde se localizan los mayores atractivos naturales, la flora y la fauna que cautiva a miles de visitantes que desean algo más que sol, playa y disco. Entre esos obstáculos María Cristina anota la falta de promoción dentro y fuera del país sobre nuestras bellezas naturales, la invasión de las grandes compañías que traen a grupos "en paquete" guía incluido; la falta de programas para apoyar la formación de personal especializado en las áreas naturales de México; la carencia de medidas para proteger de la competencia desleal de las grandes agencias internacionales a los guías y a las pequeñas empresas nacionales que promueven con enormes dificultades el ecoturismo. Ahora, anota María Cristina, lo común es que "guías piratas" que no cuentan con autorización oficial, conduzcan a grupos procedentes de la Unión Europea, Estados Unidos o Japón por las zonas arqueológicas y las áreas naturales. En ocasiones los acompaña un "guía" nacional, un achichincle, mudo además, pues desconoce el área objeto de visita y apenas mastica el idioma de los visitantes. Algunas agencias de viajes locales han entrado en este juego por temor a perder clientela externa. Otras veces, funcionarios de ciertas embajadas tienen intereses en dichas agencias. Pero las discriminaciones también se dan en otros campos. María Cristina recientemente estuvo con varios funcionarios de la Comunidad Europea en la Riviera Maya, en Quintana Roo, donde comprobaron las condiciones de vida y la pobreza en que vive la mano de obra mexicana que edifica o trabaja en los lujosos hoteles y los campos de golf pertenecientes a las grandes cadenas internacionales. Se alojaron en un cómodo hotel ubicado en la zona de Tulum, pero en el que ninguno de los directivos hablaba español. Los idiomas oficiales eran el italiano y el inglés; la recepcionista era rusa, muy hermosa, pero a duras penas sabía algo de español. Como en México hay pleno empleo... María Cristina sostiene que mientras el gobierno habla y habla de hacer las cosas diferentes, de apoyar al campo, conservar los recursos naturales, ampliar el abanico de posibilidades turísticas (este renglón apenas le significa a México unos 20 millones de dólares, 3 por ciento de lo que recibe Costa Rica) y muchos otros proyectos loables, en la realidad lo prioritario es apoyar los grandes intereses trasnacionales y no crear los cuadros que el país necesita en la materia. Pero no hay que iniciar el año con mala vibra, aunque sobren motivos para ello. Como todavía hoy seguimos inmersos en la festividad de los Santos Reyes, a lo mejor sorprenden a María Cristina con buenas nuevas y no con más de lo mismo. De pilón hasta el secretario Víctor Lichtinger ordena poner fin al uso de motocicletas de llantas anchas en las playas, porque dañan el entorno, contaminan, son un peligro y con su ruido alteran la tranquilidad de los visitantes. ¤
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