07an1esp
Leonardo García Tsao
Cielo de vanidad
Los remakes hollywoodenses suelen ser ejercicios
totales en futilidad. Ahí tienen la calca (a colores y mal actuada)
de Psicosis, perpetrada por Gus Van Sant, como prueba máxima
de una inspiración estancada. Ahora Cameron Crowe ha hecho con Vanilla
Sky una versión gringa de Abre los ojos, para confirmar sus
limitaciones como realizador y el desbordado narcisismo de su actor/productor
Tom Cruise.
Secuencia
por secuencia se trata de una copia fiel aunque inflada de la película
española de Alejandro Amenábar. En este caso, el amoral protagonista
se llama David Aames (Cruise) y su estatus se ha elevado al de multimillonario
dueño de un emporio editorial neoyorquino. Todo lo demás
es idéntico: tras pasar una noche con Julie Gianni (Cameron Díaz),
una de sus múltiples conquistas, David celebra su cumpleaños
y conoce a la española Sofía (Penélope Cruz, repitiendo
el mismo papel pero en mal inglés) de quien se enamora perdidamente.
Al día siguiente, una perturbada Julie le ofrece a su esquivo acostón
un paseo en su coche y provoca un accidente suicida. El hombre queda con
el rostro desfigurado y la vida aún más trastornada. La realidad
se vuelve pesadillesca en tanto David se encuentra preso, acusado de un
asesinato que no recuerda haber cometido, e interrogado por un siquiatra
(Kurt Russell) sobre su pasado.
No obstante una resolución demasiado descabellada
que supone, entre otras cosas, actividad cerebral en un individuo muerto,
el original de Amenábar conseguía crear esa sensación
de desasosiego de vivir en un mundo alterno, una dimensión desconocida
de la que el protagonista no está consciente (un tema similar sería
abordado en su siguiente realización, Los otros). De todo
Hollywood, Crowe parecería el director menos indicado para emularlo.
Sus películas hasta ahora se habían instalado en una especie
de realismo prosaico, sin insinuación alguna de vena lírica.
Encima, ese reportero de rock promovido a cineasta no podría ser
más fresa si hubiera nacido en Irapuato. El imaginar un mundo onírico,
de matices inquietantes, no es exactamente su fuerte. Si es cierto que
la imitación es la forma más sincera de la adulación,
Crowe pone de manifiesto los aciertos de Amenábar al reproducir
hasta los mismos encuadres sin lograr acercarse a un mínimo de convicción.
Vanilla Sky tendría un subtexto interesante
si hubiera explorado el tema de la vanidad de una estrella. Quítenle
a Tom Cruise su carita y ¿qué nos queda? Ese vacío
no intenta responderse porque la película se centra en ese narcisismo
como significado principal. Las secuencias del cortejo entre David y Sofía
constituyen una orgía de sonrisas deslumbrantes y miradas coquetonas,
un consternante espectáculo de dos bonitos profundamente enamorados
de sí mismos. Cuando el protagonista es deformado, uno siente hasta
alivio; al menos así, Cruise deja de sonreír y echarnos las
altas. (Nunca controlado por Crowe, el actor ejerce al cansancio sus únicos
dos registros: el aire de confianza que se cree simpático y la exaltación
exagerada. Ni Kubrick pudo sacarle otro matiz).
Otra vez, las comparaciones con Abre los ojos son
desfavorables. Si bien Eduardo Noriega no es un intérprete de un
amplio rango, sí lograba sugerir la perplejidad y la rabia de un
niño rico que lo pierde todo en un instante. Y hablando en voz baja,
Najwa Nimri expresaba la peligrosidad de una mujer despechada, mientras
Cameron Díaz insiste en sus mohines de gringa boba.
Por su parte, Crowe no es capaz ni de idear una banda
sonora adecuada. Encargada a su esposa Nancy Wilson (la otrora guitarrista
del grupo Heart), la selección de canciones pop dentro de la estrategia
de rocola ilustrada parece arbitrariamente inclinada a incluir las favoritas
de la pareja, sin tomar en cuenta si apoyan la atmósfera o el sentido
de la escena en cuestión.
Acudan al original y eviten las imitaciones. Ante Vanilla
Sky hay que cerrar los ojos y pasar sin ver.
(NOTA: Sobre mi crítica a El señor de
los anillos, varios lectores señalaron mi error de llamar elfo
al humano Aragorn. Entre mis propósitos del Año Nuevo está
no volver a confundir a hobbits, elfos, enanos u orcos con los de mi propia
especie).
VANILLA SKY
D: Cameron Crowe/ G: Cameron Crowe, basado en el guión
de Abre los ojos, de Alejandro Amenábar, Mateo Gil/ F. en
C: John Toll/ M: Nancy Wilson; canciones varias/ Ed: Joe Hutshing, Mark
Livolsi/ I: Tom Cruise, Penélope Cruz, Cameron Díaz, Kurt
Russell, Jason Lee/ P: Cruise-Wagner Productions. EU, 2001.
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