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Olga Harmony
Regale un libro de teatro
¿¿Y por qué no?, me pregunto. Un
libro es un regalo mucho más personal de lo que se supone, porque
podemos obsequiar cualquier cosa a quien no nos interese, por puro compromiso,
pero elegir un libro habla del deseo de compartir el deleite que nos produjo
su lectura con alguien que nos resulta cercano. Incluso ahora que se ha
perdido la añosa y un tanto provinciana costumbre de dedicar aquellos
títulos que no son de la autoría del obsequiante, el libro
es testigo de un afecto. Pero, me cuestionará el posible lector,
no se entiende el porqué precisamente un libro de teatro, si casi
nadie gusta de su lectura, si es cosa de especialistas. Ojo, respondo yo,
casi podría decirse que por eso: puede ser una lectura iniciática
y entonces el placer compartido se vuelve doble.
Tengo sobre mi escritorio los últimos libros que
me han regalado y me gustaría hablar de ellos. Ediciones El Milagro
nos da la oportunidad de conocer, conjuntamente con la embajada de Francia,
cuatro textos dramáticos de Gao Xingjian, premio Nobel de Literatura
2000, que es muy difícil que podamos disfrutar de otra manera, reunidos
bajo el título de La huida. El teatro de Gao oscila entre
sus lecturas del llamado teatro del absurdo y la exquisitez, también
abstracta, de los modelos teatrales chinos, aunque algunas de las obras
del volumen hayan sido escritas en su exilio francés.
También -en coedición con Conaculta, INBA
y FIC- el espléndido volumen que recoge la obra que hasta el momento
ha producido el escenógrafo Alejandro Luna, ganador del Premio Nacional
de Arte 2001, y que además de resultar imprescindible para quien
se dedique a estos menesteres es un verdadero libro de arte, digno de las
mejores bibliotecas
También Ediciones El Milagro se une a la campaña
de Conaculta Hacia un país de lectores con su colección
La Centena, que ofrece en pequeños y cuidados volúmenes textos
individuales de dramaturgos mexicanos, los cuatro primeros ya llevados
a escena: la versión definitiva de Las adoraciones, de Juan
Tovar; De la calle, del llorado Jesús González Dávila;
la muy exitosa Feliz siglo nuevo, doctor Freud, de Sabina Berman;
Paisaje interior, de Estela Leñero, y la obra infantil de
Berta Hiriart El deseo de Tomás, que puede ser un muy buen
regalo para una niña o niño, al igual que la obra ganadora
del Premio FILIJ de Dramaturgia, el Mejor Teatro para Niños, Malas
palabras, de Perla Szchumacher, este último librito editado
por Conaculta y Ediciones Corunda.
El teatro es considerado, y con razón, un arte
efímero. Volver, en lectura, sobre un texto que nos interesó
particularmente es el posible objetivo de la colección ya mencionada.
Un grupo de jóvenes editores intenta preservar también esta
memoria, a través de Escenaria, la colección de material
escénico de Anónimo Drama Ediciones. Tienen hasta ahora cuatro
títulos (a los que esperamos se añadan muchos más)
de estrenos recientes: No te preocupes, ojos azules, de Sergio Zurita;
Circo para bobos, de Edgard Chías y Marco Viyra; Opción
múltiple, de Luis Mario Moncada, y Divino Pastor Góngora,
de Jaime Chabaud. Los dos primeros tomitos en coedición con
el Centro Cultural Helénico, donde se presentaron.
El Fondo Editorial de Conaculta Tierra Adentro, en coedición
con el Centro Cultural Helénico, publica El teatro de La Gruta,
con seis obras estrenadas (Luis Mario Moncada, director del centro
y responsable de la publicación, aclara que el sexto se incluye
porque es un próximo estreno y por sus indudables cualidades). Del
malogrado Gerardo Mancebo del Castillo se ofrece su mayor éxito,
Las tremendas aventuras de la capitana Gazpacho; de Humberto Leyva,
Stabat Mater, la segunda obra de su trilogía; del tijuanense
Edward Coward, Pedro y Lola; de Edgar Chías, ¿Ultimo
round?; de Antonio Zúñiga, Estrellas enterradas, y
de Francisco Olivié, Y cuando desperté... ¡ya se
me había hecho tarde!
Más difícil de adquirir es el volumen editado
por el Centro de Artes Escénicas del Noroeste (CAEN), que en su
colección Los Inéditos presenta dos obras de Víctor
Hugo Rascón Banda, Sazón de mujer y Table dance.
Me gustaría poder extenderme en el prólogo de la actriz
y directora costarricense María Bonilla, como me hubiera gustado
poder detenerme en la introducción que hizo Sergio Pitol para el
libro de Gao, en cada uno de los textos enunciados, aunque la riqueza y
variedad de éstos justifiquen mi invitación a regalar y por
supuesto a disfrutar por lo menos un libro de teatro.
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