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Ť Ya no son hechos aislados, asegura el investigador
En México hay "terrorismo fiscal y de Estado": Tomasini Bassols
PATRICIA MUÑOZ RIOS
En México hay "terrorismo fiscal, terrorismo de Estado y de otros tipos", según expuso Alejandro Tomasini Bassols, del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien sostuvo que en el país existen diversas formas en que se violentan los derechos de las personas.
Expuso que el más "diabólico" es el ejercido por el Estado, que es dirigido, sistemático e indiscriminado y en grandes proporciones, pero también es grave el "terrorismo fiscal", el cual ejerce en el país la Secretaría de Hacienda y Crédito Público con el aumento permanente de impuestos con el que se ven amenazados los ciudadanos.
El investigador indicó que "en México se vive y se padece de manera cotidiana cierta forma de terrorismo, por ello hay que ir a las raíces y tratar de eliminarlo de manera política".
También explicó que ya no se puede considerar a estos actos como hechos aislados por parte de grupos de exaltados, pues hay varios tipos y en la mayoría de los casos responden a acciones de redes políticas, armadas o gubernamentales, que realizan operaciones de terror permanentes. No es sólo una acción de grupos de inconformes; en este país se da de otra forma y naturaleza, señaló.
El aumento de impuestos, por ejemplo, es una especie de terrorismo fiscal ya que tarde o temprano termina afectando la economía de la población y se ejerce en el país en forma indiscriminada y permanente. Es una forma de violentar los derechos de las personas que cada año están en la incertidumbre de en cuánto subirán los gravámenes y si se aplicarán otros nuevos.
"Los atentados del 11 de septiembre sólo hicieron explícito un fenómeno político cotidiano. Ahora lo importante es realizar el análisis cuidadoso de las modalidades de terrorismo, pues es erróneo pensar que se trata de la actuación de unos desenfrenados o locos que andan sueltos y con los cuales hay que acabar por la fuerza, como si se tratara de un problema de salud mental".
En realidad se trata de un asunto político con al menos tres grandes modalidades: el que ejercen los exaltados que colocan bombas y causan la muerte de mucha gente inocente; el que aplica el Estado a través de diversas políticas, como la tributaria o cuando actúa militarmente, y el de baja intensidad que viven millones de personas que se encuentran en condiciones de extrema pobreza y que padecen insalubridad, suciedad y hambre, y que no pueden salir de ella "porque cualquier intento que hagan es reprimido en forma severa" apuntó Tomasini.
Señaló que mucha gente que habita las llamadas ciudades perdidas o de miseria, como la zona de Chalco, vive en un estado de terror de baja intensidad, porque no tiene perspectivas de vida ni de progreso, y no pueden hacer nada para salir de ahí, donde la violencia a sus derechos está institucionalizada y no se percibe como agresión. No obstante, aclaró, México está muy lejos de vivir una colombianización.
También se registran en el país otras formas de agresión que son un terrorismo de baja intensidad, como los secuestros, asaltos, robos o asesinatos, que aun cuando poseen todos los elementos para ser considerados dentro de este fenómeno, no tienen el cariz político. "Sin embargo, si la situación no cambia puede fácilmente desembocar en un terrorismo abierto y una lucha fratricida".
Por ello, dijo, se deben encontrar vías de solución a los problemas urgentes del país antes de que las manifestaciones de descontento se generalicen y asuman un toque político, porque el terror político afecta a la población y, por otro, suscita una respuesta brutal e indiscriminada del Estado.
Agregó que cuando en el país haya soldados en las calles, policías que pregunten y pidan documentos a cada momento o entren en las casas, este fenómeno habrá sentado sus reales en México, y es algo que debe evitarse a toda costa.
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