Ojarasca 56  diciembre 2001

Testimonios de los campesinos ecologistas de Petatlán, Guerrero

"Como el águila con la lagartija, al levantón"



En los días cercanos a la excarcelación de Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, presos por crímenes que no cometieron y perseguidos por defender los bosques de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, los campesinos de aquella región guerrerense bajaron a la capital del país a hacer oír su voz, a contar su historia, una semejante a la de los dos liberados, que insisten debe reconocerse su inocencia y no sólo sacarlos de la cárcel. Bajaron también para exigir "esclarecimiento y castigo a los responsables del asesinato de Digna Ochoa, defensora de los derechos humanos [...], quien tenía el compromiso de la defensa legal de los campesinos ecologistas perseguidos y encarcelados por nuestra lucha".

Llegados al Distrito federal, los campesinos ecologistas de Guerrero pusieron el foco en uno de los espinosos fenómenos de la sociedad mexicana: la presunta relación del ejército con los caciques y el narco y su posible participación en ejecuciones, secuestros, amenazas y persecuciones.

Dos de ellos, apartados por un momento del grupo, testimonian parte de su historia en los siguientes términos:

 
Por ai de 77, nos organizamos como dos mil gentes y vinimos a Chilpancingo. Ahí había una organización, no recuerdo cómo se llamaba pero era de campesinos, no era de ecología, en ese tiempo ni la conocían ni sabíamos con qué se comía, y le hicimos un plantón a Figueroa; un licenciado Eduardo Murreta nos lidereaba. Hicimos plantón en la ciudad y allí estuvo el gobernador --ya entonces lo habían liberado de su secuestro. Sí nos atendió pero me dijo, a tí güero (yo estaba de secretario del comisariado), te voy a chingar. Los voy a encarcelar, voy a acabar con ustedes para que sepan quién es Figueroa. Eso nos gritó, pues, ya en privado, ya con la pura comisión. Afuera a verlo eran como dos mil. Estábamos pidiendo que en tocante a la madera, ya no quedara todo en promesas.

Las madereras llegaban con los ejidos y les decían: les vamos a dar carreteras, les vamos a dar clínicas, les vamos a hacer casas para asambleas, casa ejidal y les vamos a hacer cultivo de café; promesas de esas. Y año con año sacaban madera y no hacían nada. Entonces nosotros les paramos, en ese tiempo. No nomás nosotros en el ejido, en los demás ejidos también tenían organización pero nosotros éramos los más guerrosos, los que defendíamos más. Insistimos e insistimos tanto de que se nos diera asesorías técnicas en la madera que lo curioso está en que nos mandaron a los militares, despistando que iban por otros problemas, pero era para reprimirnos. Llegó el grado que salimos de los pueblos a escondernos porque estaba duro si lo agarraban a uno en aquel tiempo. Violaban a mujeres y a los hombres los desnudaban y en veces los mataban. Nosotros no nos dejamos.


Como lo comprueban los hechos, a más de treinta años estas violaciones no se han enmendado. Cuentan que en 1998, Bernardino Bautista, entonces Consejo de Vigilancia de El Mameyal, sacó con su gente como "unos 5 mil o 6 mil metros de madera". Las comunidades decidieron entonces un paro total. Nadie podría talar ni transportar madera.
 

De esas maderas no tenemos ningún beneficio, quedan nada más en unos ciertos bolsillos, en la mesa directiva de algunos comisariados ejidales nada más, y de los caciques. Y para las comunidades, para los ejidatarios, no hay nada. Nada de centros de salud, escuelas --lo que sea todo eso--, no hay nada, se nos han muerto 19 niños de piquetes de alacrán porque no tenemos cómo curarlos. Estamos olvidados de todos [...]

Éramos un grupo pequeño los que nos enfrentábamos, de unas 300 gentes por ahí. De varios ejidos, gente del Mameyal, de La Botella, de San José de los Olivos, de Corrales. Los de más arriba estaban en contra, no querían el paro, también el miedo, pues, de que nos hicieran como el águila con la lagartija, al levantón.


Desde entonces "se han visto obligados a huir para no ser aprehendidos por el ejército mexicano, viviendo en las montañas, escondiéndose en las cuevas de los riscos. A consecuencia de la persecución, muchos de los compañeros están gravemente enfermos de tanto dormir en las humedades [...] y no pueden atenderse médicamente porque tienen orden de aprehensión acusados de delitos que no han cometido". Pero el paro de la madera era impostergable:
 

Allá donde vivimos hay unos terrenos muy grandes, como de unas 10 o 15 hectáreas, hay que echarles agua. Todos los años sembramos frijol y maíz, jitomates y chiles. Hace 15 años, había mucho agua. En donde está la comunidad, donde está mero la iglesia que tenemos ahorita, era una laguna, una lagunita, donde quiera levantaba uno el hervidero de agua. Había mucho monte, la montaña era cerrada. Entonces empezaron a entrar las compañías a explotar los montes, ¡los montes!, y hubo comisariados que se arreglaban con ellas. [...]

Cuando nos organizamos, ya fijándonos en las labores que nosotros hacíamos, vimos que ahora el agua se nos agotaba en marzo y nos tocaba buscar bombas para que saliera. Pensamos y analizamos que todo eso era por la tala del bosque. Entonces nos fuimos reuniendo, para buscar el cómo le íbamos a hacer, porque se perdía la laguna y todo estaba seco, y de haber humedad ora había zancones de polvo, por la misma explotación que hubo allí. Así que las labores nos las aventábamos sabiendo que el agua era nomás hasta marzo, y de allí para acá con bombas. Y ahora que nos pusimos a cuidar y a cuidar, a ponernos al frente, a exigir pues, por la defensa de los bosques, ahora nos dura hasta abril y vemos que puede aumentar.


"Además de los ya muy conocidos casos de Cabrera y Montiel, tenemos tres compañeros presos", dice un boletín de prensa que repartieron. "Pilar Martínez, Francisco Bautista Valle y Gerardo Cabrera, quienes no han recibido ni el apoyo jurídico ni la solidaridad de las organizaciones de la sociedad civil ". Agregan a las personas a quienes se les ha levantado "injustamente órdenes de aprehensión: Jesús Bautista Fuerte, Servando Bautista Fuerte, Rodolfo Cabrera González, Palemón Cabrera González, Rogelio Carrillo Mendoza y Roberto Cabrera Torres".

Lo más curioso, no dejan de repetirlo, es que ellos son los que cuidan el bosque y en eso, les va la vida. No sólo por quienes los persiguen, sino luchando contra el fuego.
 

En las temporadas de incendio, ya de octubre o noviembre pa' adelante, hasta junio, hemos batallado hasta que se viene el agua. Por semana, los niños, mis niños, tengo unos chiquillos, bajan con bombas y con ramas y horquetas, ayudan así pequeñitos a combatir la lumbre. Porque no tenemos un equipo especial que nos ayude, no tenemos. Nosotros estamos luchando a nuestro cuerpo --a como Dios nos da a entender--, cortándonos horquetas para arrastrar toda la lumbre y ponerla a raya, noches enteritas. Los niños bosteciando, todos amarillos de arrear la lumbre hacia la montaña. En marzo, imáginense la yesca, cómo arde, se levantan las flamas hasta las puntas de los árboles. Se nos han quemado bombas, porque nos persigue el lumbrero mientras vamos apagando, en veces las flamas nos avientan contra los alambres de púas que no vemos entre el humo y el ardor. Hace poco hubo un niño, ahí de nosotros, de diez años; con su bomba y con trabajos andaba ahí en la noche, entre todos nosotros rociando el fuego, y como a aquello de las 12 de la noche, las llamas nos empezaron a aventar, nos correteaban, y contra los alambres nos fuimos. Todos pudimos pasar la cerca y el niño seguía atorado con su bomba, taraceado por los alambres, y los demás le decían "deja la bomba que te vas a quemar" hasta que por fin la soltó y se escurrió por bajo de la alambrada. Cuando se calmó el fuego, ya al amanecer, su bomba la levantamos y era pura varilla, lo que era fierro. Nosotros hemos luchado contra la lumbre noches enteras, semanas, por salvar los bosques.

Ahorita, después de mucho batallar hay árboles de todos tamaños, muchos metros de árboles, se ve, es lo que tenemos cuidando. Y el agua va aumentando, ahora ya quiere caer el hielo, por lo mismo, por la reforestación nuestra.


Los campesinos ecologistas de Guerrero, sin menospreciar a Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, "compañeros de lucha" para ellos, insisten sin embargo en que su brega es comunitaria y exigen al gobierno de Vicente Fox "justicia a los campesinos indefensos, alto a la persecución, encarcelamiento y asesinatos a los campesinos luchadores ecologistas, apoyo a las familias de los campesinos asesinados por el único delito de defender los bosques.

  

Entrevista y notas: Ramón Vera Herrera

 

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Cinturones de miseria de Saõ Paulo. Foto: Nair Benedicto
 

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