Ceará, Nordeste brasileño. Foto: Celso
Oliveira
POESÍA
DESDE CHIAPAS
Hai-kú tzotzil
Jo'onkutik no'ox
Ta jun la sob Sk'ejimol balun ok'es La slikesunkutik
Alak'sba vejo' Sk'opilaletik avej Snuts batel ik'e
Sakil toketik Xcholsbaik la ta vinajel K'uxi animaetik
Ti nichimal k'op Taj ts'ibaj chi'uk ch'ich'ele Sk'eoik ta vinajel
P'ij chiayankutik Ta ilinel ak'ubale: Ja' jo'onkutik. |
Nosotros los indios
Una mañana Los cantos del Zensontle Nos despertaron
Arroyo hermoso Las palabras de tu voz Corren al viento
Las nubes blancas Se forman en el cielo Como las almas
Cuerpo del poema Escribo con mi sangre Cantos al cielo
Y renacemos luz De la rabiosa noche: Sí, somos indios. |
Antonio López Hernández nació hace treinta años en Huituipan, Chiapas. Es coordinador del grupo de diplomantes del noveno Diplomado en creación literaria de la Escuela de Escritores del Espacio Cultural Jaime Sabines de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y jefe de promoción y seguimiento de becarios indígenas del Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígena.Antonio López Hernández
La versión en tzotzil fue traducida al español por el propio autor. El poema en ambos idiomas está compuesto en haikús. La misma forma métrica aplicada al español, se usó en tzotzil. La idea de estas composiciones surgió de Antonio cuando conoció esa forma lejana en el tiempo y la geografía de nuestra tierra. Me parece un buen poema, y me lo parece mejor cuando escucho las opiniones de compañeros tzotziles; a ellos les agrada la musicalidad, la sintesis y el contenido en el lenguaje original del autor.(Nota: José Antonio Reyes Matamoros)
El sentido de la isla se ilumina los faroles de la calle resplandecen la luna y su lucero acompañante navegan en el cielo quietos, la quietud está en el movimiento incesante de alas de un pájaro que canta.
Javier Molina
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Tosen, riendo
Desde temprano se oyen las toses. Son los niños del pueblo. Moquientos, lagañosos, sonrientes sin motivo, atraviesan las banderas color de flores de la madre, la abuela, las hermanas solteras y salen al patio donde el sol ya impone su reino a los charcos que anoche olvidó la lluvia.
Animalitos desordenados, los pollos, el totol ruidoso, el perro, el cochino cochino, andan averiguando de dónde va a caer el desayuno.
Hambrientos los seres y el vapor caliente, las húmedas coyunturas hacen crack, desperezadas, listas para abrazar las lianas, las redes, las lajas y a brazo partido las milpas, las veredas y las hachas.
Las mujeres muelen el grano y amasan el origen de la fuerza. Los niños tosen, riendo. Los perros ladran perezosos, por mera formalidad. Y una calandria como loquita canta en olas, dibuja su voz las nubes: cangrejos, una gaviota, una barca, el timón, un niño apunta la tiradora y allá va, a cazar el aire, tamaña pedrada. La mañana, olor a sal, din, don, los niños del pueblo juegan a que sueñan el mar.
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