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Coma, beba y sea precavidoŤ
Es temporada de divertirse... y pagar las consecuencias
al día siguiente. He aquí algunos consejos para evitar la
cruda
Clare Dwyer Hogg
La temporada navideña significa una o varias fiestas,
lo cual invariablemente implica ingerir alcohol. No muchos de nosotros,
si somos sinceros, pensaremos pasar la temporada sin alcohol, pero, ¿significa
esto que debamos acabar apabullados por cegadores dolores de cabeza o visión
empañada? No nos resignemos a sufrir las miserias de la secuela
alcohólica: hay formas de limitar el daño.
Informes del gobierno británico divulgados esta
semana indican que el consumo de alcohol, tan sólo en el caso de
las mujeres, se incrementará en 30 por ciento entre 1999 y 2004,
y si bien las autoridades de salud replantean sus estrategias al respecto,
la proximidad de las fiestas navideñas indica que los fiesteros
tendrán que aplicar algunas estrategias propias.
Ian
Marber, cofundador de la clínica de nutrición El Médico
de la Comida, en Londres, basa sus consejos sobre el alcohol en la suposición
de que las personas sin duda se excederán. "No hablamos de dos vasos
de vino", admite, "así que al abordar este asunto hay que ubicarnos
en el mundo real."
Vivir en el mundo real, por lo tanto, significa hacer
el sufrimiento matutino menos horrible de lo que es. Y si de eso se trata,
más vale estar preparado. "No deje de comer algo antes de salir",
señala Marber. Puede parecer una precaución obvia, pero,
según indica, el fenómeno de las fiestas de oficina implica
a menudo que las personas se van directo del trabajo a la reunión
y acaban consumiendo gran cantidad de alcohol sin nada sustancial en el
estómago para absorberlo.
Marber reconoce que cuando da consejos en temporadas como
ésta abandona sus valores tradicionales normales a fin de lidiar
simplemente con las consecuencias de la bebida. "Incluso comer una galletita
salada con queso riccotta o algo así puede significar una gran diferencia
más tarde", indica. También recomienda tomar un suplemento
de vitamina B antes de salir.
Más tarde, ya en casa, cuando la fiesta terminó
y el cansancio empieza a sentirse, ¿qué deben hacer los bebedores
para mantener feliz su organismo? Marber sugiere tomar azúcar. "Aunque
en general no soy fanático de ella, definitivamente recomiendo,
al llegar a casa después de una gran noche, tomar un vaso de jugo
diluido y tener uno junto a la cama."
Es importante procurar que se restablezcan los niveles
de glucosa en el torrente sanguíneo, porque con el alcohol la sangre
absorbe gran cantidad de carbohidratos simples. Al bajar los niveles de
glucosa, el cuerpo libera adrenalina para contrarrestarla; por desgracia,
es probable que este proceso se desate mientras uno duerme la mona y entonces
pase de la inconsciencia a un súbito despertar en el que el corazón
late con fuerza y quedan muchas horas para repasar las diabluras de la
noche anterior.
Por supuesto, lo más probable es que la mayoría
de bebedores se olviden de comer o tomar sus suplementos antes de entrarle
a los cocteles. En tal caso, es poco probable que se tenga tiempo o presencia
de ánimo para salir a tomar un rápido remedio de hierbas;
entonces hay que recurrir al más simple de los remedios: el agua.
Penny Povey, jefa de herbolaria de la Farmacia Cura Urbana, enfatiza la
importancia de ésta, la más natural de las sustancias. Sugiere
que los bebedores tomen un vaso de agua por cada copa, aunque acepta que
la mayoría de la gente no sigue ese curso de acción. "Es
difícil, así que si no se puede, hay que tratar de tomar
al menos tres vasos de agua durante la noche", señala.
Si la fiesta se prolonga mucho ?digamos de 6 de la tarde
a 2 de la mañana? nos espera una larga deshidratación, la
cual es, según Povey, la causa principal de los malestares matutinos.
Pero si uno, atrapado en el frenesí de la fiesta, olvida tomar agua,
quedan algunos remedios de último minuto. "Las bebidas de la noche
significan que el organismo ha perdido electrolitos esenciales, por lo
que antes de dormir hay que tomar leche o Lucozade para remplazarlos."
Para los que prefieren preparados con nombre de medicina, Povey recomienda
preguntar en la farmacia por algún reconstituyente que contenga
potasio y otros electrolitos. "Hay que tomar uno antes de dormir, para
poner en marcha el proceso, y otro al despertar." Es de esperarse que la
náusea haya comenzado a disiparse para la hora en que uno abra los
ojos llenos de legañas al día siguiente.
Si de todos modos llegan los primeros espasmos de náusea
al recibir la fría luz de la mañana, no queda mucho que hacer,
pero no hay por qué estar deprimidos además de crudos: un
té de menta o jengibre ayuda a calmar el malestar, y no olvidemos
el desayuno. Eso sí, dejemos a un lado las tradiciones y apartémonos
de los desayunos fritos aun si el cuerpo clama por carbohidratos. "Nada
de cosas fritas. No queremos un desayuno grasoso porque el cuerpo ya de
por sí sufre el ataque del alcohol de la noche", señala Povey.
No por ello hay que limitarse a masticar una galleta seca
y tomar jugo de zanahoria. "Unos huevos revueltos sin grasa y un jugo de
naranja, por el contenido de azúcar", sugiere la dietista. "Proteína
y carbohidratos arreglan las cosas." Un consejo que los que sufren sabrán
apreciar.
Pero el mejor consejo es el que no querrían oír.
El ejercicio, anatema para el crudo, es uno de los mejores remedios. Los
jugos linfáticos que corren por los vasos sanguíneos se retardan
al acumularse las toxinas, lo cual contribuye a la sensación difusa
que sigue a una noche de juerga. Con el ejercicio los jugos linfáticos
se ponen en acción, lo cual nos ayuda a librarnos de toxinas. Incluso
tomar aire fresco durante 30 minutos da buenos resultados, señala
Povey. Puede que esto resulte demasiado para el bebedor decembrino contumaz,
para quien el clásico Alka-Seltzer y el sofá parecen la mejor
opción, pero si uno cae con demasiada facilidad en esta categoría,
quizá valdría la pena cambiar un poco de hábitos.
Por desgracia, la regla es que no hay una cura rápida
para la cruda. Tal vez un poco de previsión pueda reducir las dolorosas
secuelas de la juerga este año. Si no, la prudencia que viene con
el recuerdo de los males pasados puede ayudarnos en los festejos del año
próximo.
Traducción: Jorge Anaya
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