Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 14 de diciembre de 2001
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Economía
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MEXICO S.A

Carlos Fernández-Vega

CON EL PAVO EN EL horno y los turrones en la mesa, todo el mundo anda como loco presumiendo, cada quien por su parte, que tal o cual fuerza política "sí tiene voluntad" para sacar adelante la reforma fiscal, siempre -desde luego- en defensa de los intereses nacionales.

EN LOS HECHOS, TALES afirmaciones no han dejado hasta el momento nada práctico, nada sólido, nada palpable. Probablemente lo que cada una de esas fuerzas han dado en llamar reforma fiscal (desde la presumida -de abril a diciembre- por el inquilino de Los Pinos, hasta las supuestas propuestas "alternativas" -simples revolcones de la primera- de los partidos políticos y sus respectivas bancadas en San Lázaro) no resulte más que en un nuevo parche al ya de por sí parchado, injusto e ineficiente sistema impositivo nacional.

TODO EL MUNDO (económico, financiero, político y social, cada quien por su propia razón e interés) espera el arribo del de San Lázaro, pero en los hechos lo que resulte de esa "voluntad política" para "consensuar" la susodicha reforma fiscal -si es que algún día difunden la grata noticia de que algo se logró- se traducirá en la captación de unos cuantos, pocos miles de millones de pesos para que todos queden satisfechos y con la "conciencia" tranquila, aunque sea para entrarle de lleno a las fiestas decembrinas, cierre del año del cambio incluido.

CADA UNA DE LAS partes participantes en la "negociación" de la autodenominada reforma fiscal ha proporcionado una cifra distinta sobre los alcances de su propuesta: unos hablan de 70 mil, otros de 40 mil y algunos más de 20 o 25 mil millones. Pero ninguno de esos montos -aun adicionados- resulta suficiente para atender la deuda más vieja: la social.

MIENTRAS LOS PARTIDOS políticos, el Congreso de la Unión y la Presidencia de la República no vayan a fondo ("agarren el toro por los cuernos", como gusta decir en sus discursos el inquilino de Los Pinos), la carga fiscal en el país seguirá reposando sobre los hombros de los causantes cautivos, mientras los grandes consorcios y sus respectivas utilidades se mantendrán felices de la vida.

MIENTRAS ESO DECIDEN -si es que algún día deciden algo-, los problemas las exigencias van en aumento. Paralelamente, el reclamo por la falta de cumplimiento en lo que a promesas gubernamentales se refiere se mantiene al alza. Sólo al presidente Fox se le ocurre, en pleno estancamiento de las negociaciones sobre la reforma fiscal, ofrecer a gobiernos estatales y municipales una sobreasignación presupuestal con dineros que no existen.

EN ESTE SENTIDO, los alcaldes del país exigieron al chiquillo mayor no que les dé lo prometido a lo largo de los ocho meses de farándula de la inexistente y pomposa nueva hacienda pública distributiva, sino que no les quite lo que originalmente les había asignado en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2002, que, dicho sea de paso, ya se recortó.

AYER, EL CORO DE LOS alcaldes reunido en Veracruz alcanzó una sola nota: no a los recortes presupuestales que afecten a los municipios porque, dijeron, no se puede hablar de federalismo dejando a un lado el equilibrio en la distribución de los recursos de y para el país. "Sería un retroceso que en lugar de incrementarlos se intente eliminarlos o concentrarlos en otras instituciones que muy frecuentemente están fuera de nuestro alcance" fue el reclamo, ese sí "consensuado".

MIENTRAS LOS ALCALDES afinaban el tono del reclamo, dos de los principales promotores de la reforma fiscal foxista se niegan rotundamente a cambiar de disco. El secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, y el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez, utilizan -desde abril- el mismo discurso, a pesar de que en los ocho meses transcurridos desde que el inquilino de Los Pinos presentó su iniciativa fiscal dicha perorata no ha convencido a nadie.

PARA AMBOS PERSONAJES, si los chiquillos y chiquillas de San Lázaro no aprueban la brillante y equitativa iniciativa foxista, la estabilidad financiera del país no podrá mantenerse y, šlástima!, los estados y municipios no superarán la precaria situación que los caracteriza desde su existencia. En el lenguaje de los mortales, si el Congreso de la Unión no da el ansiado , ni un peso adicional para estados y municipios. Donde no pusieron mucho énfasis fue en el reconocimiento de que previo al urgido -si es que se da- y antes de la aprobación legislativa del Presupuesto de Egresos de la Federación 2002, los de por sí raquíticos dineros para estados y municipios ya fueron recortados.

PARA EL SECRETARIO de Hacienda y su pétreo discurso, "si la reforma hacendaria era importante antes de que en la economía se nos diera el frenón de los últimos meses y viéramos hacia delante una perspectiva de bajo crecimiento, ahora lo es con mayor razón, pues para tener un financiamiento sano y lograr consolidar las buenas expectativas que tiene la economía, es fundamental que el gobierno cuente con recursos adicionales". Y después de la sesuda disertación, Paco Gil sacó la zanahoria, al más puro estilo del chiquillo mayor: "Con la aprobación de la reforma fiscal se podrían incrementar hasta en 4.5 por ciento los recursos para los estados y municipios".

SOBRE EL PARTICULAR, el presidente Fox sólo atinó a suscribir una promesa más, ofreciendo a los alcaldes reunidos en Veracruz que su gobierno se mantendrá como aliado del municipio, pero todo indica que el apoyo será moral porque, dijo, "la administración federal no ha contado con los recursos para afrontar en serio sus obligaciones".

Las rebanadas del pastel:


EN ARGENTINA SIGUE la mata dando: la tasa de desempleo llegó a 18.3 por ciento en octubre, que equivale a más de 2.8 millones de personas sin trabajo, apenas una décima porcentual por debajo del récord registrado en 1995, informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos. El alegre anuncio se dio en medio del séptimo paro general contra el modelo económico del presidente Fernando de la Rúa, quien cumple dos años en el poder. La marca histórica de desocupación se registró de mayo de 1995 durante el gobierno de Carlos Menem (1989-99) y en medio de la crisis financiera mexicana. Las dos mayores tasas de desempleo se han registrado, por una mera casualidad, cuando Domingo Cavallo ha ocupado el Ministerio de Economía... Y AYER, TAMBIÉN, parece que Menem y De la Rúa no tuvieron nada mejor que hacer que reunirse en la Casa Rosada para platicar de los buenos tiempos... PERO LO MEJOR de todo es que hoy, felizmente, es viernes.

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