JUEVES Ť 6 Ť DICIEMBRE Ť 2001
Ť Debe salir luego de la captura de Bin Laden: analistas
Aumentan los resentimientos contra Estados Unidos en Pakistán
AFP
Islamabad, 5 de diciembre. La resignación de los paquistaníes respecto a la presencia de los estadunidenses y sus numerosas actividades en su territorio no debería prolongarse más allá de la captura de Osama Bin Laden en Afganistán, estiman los analistas.
Además de la utilización de bases militares, de aeródromos o de corredores aéreos, Estados Unidos colabora de cerca con los servicios de seguridad paquistaníes en las operaciones de colecta de informaciones sobre Bin Laden y su organización Al Qaeda, acusada de haber organizado los atentados del 11 de septiembre.
La semana pasada los paquistaníes supieron que la FBI instaló unas 30 computadoras en el aeropuerto de Karachi, conectadas a bases de datos de Estados Unidos, y que agentes estadunidenses estaban entrenando a policías locales. También fueron informados, pero sin detalles, de que George Tenet, el jefe de la CIA, viajó a Pakistán para entrevistarse con su presidente.
"El pueblo paquistaní tolera esto porque comprende que está en relación con las operaciones de Bin Laden", dijo un analista político, "pero comienza a decirse que la soberanía del país está comprometida".
El resentimiento paquistaní con Estados Unidos comenzó a aparecer durante la guerra de 1965 contra India por Cachemira.
Se acentuó durante el conflicto de 1971 que culminó con la creación de Bangladesh (ex Pakistán oriental). Los paquistaníes se sintieron traicionados por Washington, que rechazó apoyarlos frente a Nueva Delhi.
El apoyo dado en los años 80 al dictador Zia Ul Haq, que derrocó y luego hizo ahorcar al popular primer ministro Zulficar Alí Bhutto, aumentó aún más el rencor de los paquistaníes, que se transformó en cólera durante la campaña militar estadunidense de 1991 contra Irak.
En esa época las manifestaciones antiestadunidenses en Pakistán reunieron a cientos de miles de personas. Hay que recordar también que Estados Unidos acababa de anunciar, paralelamente, el fin de su compromiso con Afganistán y Pakistán.
Anteriormente Islamabad era el tercer beneficiario de la ayuda estadunidense en el mundo, después de Israel y Egipto.
Los sentimientos antiestadunidenses se reavivaron en Pakistán cuando aviones es-tadunidenses comenzaron a bombardear Afganistán el 7 de octubre pasado.
Aun cuando las manifestaciones a favor de los talibanes sólo reunieron a unas decenas de miles de personas, millones de pa-quistaníes se sintieron solidarios con sus "hermanos musulmanes afganos".
Curiosamente una parte de ese rencor se volcó hacia los líderes islamitas radicales paquistaníes, que llamaron a sus partidarios a ir a combatir en Afganistán junto a los talibanes, estimó Hassam Azkari Rizvi, ex responsable de la Universidad del Punjab.
Los fondos que Washington comenzó a liberar para ayudar a Islamabad contribuyeron a calmar la cólera de los paquistaníes.
No obstante, advirtió el analista, si Estados Unidos trata de mantener una presencia militar permanente en Pakistán o si no respeta su compromiso de ayuda económica masiva a Islamabad, el tono podría subir en el país y el futuro político del general presidente Pervez Musharraf sería cuestionado.
Por el contrario, Musharraf podría consolidar su poder si las operaciones antiestadunidenses en Afganistán permiten la instalación de un gobierno estable en Kabul y el regreso de los refugiados, y sobre todo si la economía paquistaní repunta en los próximos seis meses.