MIERCOLES Ť 5 Ť DICIEMBRE Ť 2001
Nora Patricia Jara
Fox-López Obrador: tras la rispidez, los acuerdos
En estos tiempos de balances o evaluaciones vale la pena repasar la relación del Presidente de la República con las autoridades y ciudadanos del Distrito Federal, misma que tuvo un inicio ríspido entre el presidente Vicente Fox y el jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, cuando este último no quiso tomar la llamada de Fox el día siguiente de conocerse los resultados del 2 de julio de 2000. De esto ya ha pasado más de un año y la convivencia entre la Federación y la capital del país, pese a todo, se ha dado en un clima de corresponsabilidad y colaboración, al alcanzarse acuerdos entre las partes, que intentan hacer más accesible la vida en esta ciudad.
Si bien en los primeros días de enero el jefe de Gobierno advertía que no existía competencia con el Ejecutivo federal y que ya se habían acabado los tiempos de no poder tocar a los intocables, mantuvo también constantes críticas y acusaciones, al tiempo que manifestaba que respetaría la investidura presidencial y su ámbito de atribuciones, mismas que, dijo, estaban bien definidas. A partir de ahí el llamado Peje sostuvo un marcaje personal a la actividad de Fox y sus declaraciones parecían sólo obedecer a las reacciones foxistas, creando un clima hostil para las partes.
En ese periodo inicial del gobierno del cambio se presentó otro desencuentro: el de la controversia constitucional que interpuso López Obrador ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación por considerar que el Presidente violaba la Constitución e invadía competencias del Legislativo al decretar la aplicación del horario de verano de este año; el diferendo obtuvo un fallo favorable al gobernante de la capital de la República, resolución que fue respetada por el representante federal, abriendo un canal de comunicación que permitió a los dos mandatarios comenzar a limar asperezas.
Así llegaron al fin los primeros acuerdos, uno de ellos sustancial para el rescate del Centro Histórico de la ciudad de México, que derivó en la instalación de un consejo y el consentimiento de los interesados para generar estímulos fiscales que impulsen la inversión en la zona. Destaca la necesidad de renovar el federalismo sin partidismos, según expresaron, al menos en el discurso, los dos mandatarios.
Para esos acuerdos, Vicente Fox y López Obrador se tuvieron que reunir en dos ocasiones, primero en la residencia oficial de Los Pinos y luego en el salón de la Tesorería de Palacio Nacional. Acordaron trabajar conjuntamente también en el combate a la inseguridad, mediante la instalación de mesas de trabajo, así como intensificar acciones conjuntas para establecer líneas de colaboración entre la Policía Federal Preventiva y la Secretaría de Seguridad Pública del DF.
Dentro de la esfera política, a los anteriores encuentros les siguieron los pactos de no agresión, con lo que las fuertes críticas hechas al inicio del gobierno foxista por parte del gobernante capitalino se hicieron más mesuradas, dejando sin alimento a los interesados en crear una ruptura entre las dos administraciones, al grado de que el ambiente de distensión permitió que el GDF se sumara al malogrado pacto político que suscribió la Secretaría de Gobernación con todos los partidos del país.
Si bien la relación no ha sido miel sobre hojuelas, debido a la incertidumbre económica, la falta de generación de empleo, los despidos de trabajadores y la impunidad que rodea a la situación de inseguridad pública que padecemos, se dio el diálogo en más de una ocasión, permitiendo el ejercicio de gobierno de las partes.
Aún falta mucho por conciliar sin duda y, más allá de encuentros formales y de protocolo, es necesaria y urgente una gira del Ejecutivo federal por esta capital; no hay que olvidar que el voto útil captó la atención de muchos sectores marginados que habitan los cinturones de miseria que rodean al DF y que merecen la atención personal y el compromiso no sólo del gobierno de López Obrador sino también del presidente Fox.
Desde aquí mi solidaridad y afecto para José Antonio Alvarez Lima y Antonieta Rascón.