miercoles Ť 5 Ť diciembre Ť 2001

José Steinsleger

Chau, Harrison

La razón parecería asistir a muchos actores sociales de los años sesenta que hoy revisan las "desviaciones" de su juventud. Con sorna o nariz fruncida suelen decir: "éramos soñadores como los Beatles y nos dejamos llevar por la sentencia del Che: ser duros sin perder la ternura jamás". ƑQuerrán decir que en el otoño de sus vidas se volvieron tiernos tras renegar de la dureza consciente de aquel hiperbeatle llamado Che? Por su ligereza intelectual maquillada de sabiduría, por su inconsecuencia y por sus palabras vacías de contenido, los conocéis.

Entre el sentido-sentido de aquella época (cuando la era cristiana era cristiana) y el sinsentido de la actual podemos construir un puente de muchos sentidos. ƑO no tuvo sentido el suicidio de aquellos jóvenes de Vietnam y de Checoslovaquia para protestar contra la guerra y la opresión?

En cambio hoy... Ƒcómo encontrarle sentido a los jóvenes que en Chile o Argentina se suicidan por carecer de empleo? Mucho antes de los grafitis que en el París de 1968 propusieran la "imaginación al poder", los Beatles cantaban oliunidislav. Y con ingenuidad y alegría legiones de jóvenes de los tempranos sesenta les tomaron la palabra: hacer el amor es hacer la revolución y viceversa. Sin embargo, resulta estremecedor recordar que la primera prueba de grabación de los Beatles, Love me do, tuvo lugar un 11 de septiembre... Pero bueno, corría 1962 y George Martin, el flemático productor del cuarteto de Liverpool, tras preguntar si algo no les gustaba del ensayo, obtuvo esta respuesta del jovencísimo George Harrison (19 años): "bueno... para empezar, no me gusta su corbata".

Pocos años después entendimos que aquel desenfado contra la autoridad debía ser también el nuestro. La beatlemanía universal quedó en evidencia cuando la señorita Polti, la de las piernas que parecían garrotes de yeso, refunfuñó en la clase de dibujo: "creo que de tanto oír a los Beatles andan muy distraídos". Por lo que a pesar de nuestro nacionalismo antimperialista en ciernes respondimos "Yeeeah!...". Además, Yesterday sólo podía ser cantado en inglés chapurreado porque resultaba vomitivo tararear en español: "fue ayer/cuando de repente comprendí/que sin ti jamás seré feliz".

Así fue como en la búsqueda para encontrarle sentido a la rebelión como instinto creador y gozoso descubrimos una frase de Ortega y Gasset, apuntada por Susan Sontag en su ensayo Una cultura y la nueva sensibilidad (1965): "Dice el maestro en La deshumanización del arte: '...si el arte estuviera para redimir al hombre sólo podría hacerlo salvándole de la seriedad de la vida y restituyéndole a una inesperada adolescencia'."

En el cuarteto de Liverpool, Ringo Starr era el de los chistes lineales, Paul McCartney el romántico con cara de ángel y John Lennon el político epicúreo y comprometido. Pero cuando el parco George Harrison, de perfil bajo y medio místico, abría la boca, resultaba el más agudo del equipo.

Harrison fue una suerte de Bin Laden pacifista. En la primera gira de los Beatles por Estados Unidos, entre gritos y desmayos de niñas histéricas que arrojaban sus calzones humedecidos sobre el escenario, un reportero de la revista Life preguntó a George: "ƑQué opinan de la campaña que se organiza en Detroit para eliminar a los Beatles?"

"Sí, bueno... -respondió el Beatle-. Pero nosotros tenemos nuestra propia campaña para eliminar a Detroit."

El establishment de la época no digirió con facilidad a los Beatles, tal como hoy manipula a cualquier grupo de rock que se ilusiona con la "transgresión". A fines de los sesenta, cuando el loco Charles Manson asesinó en una orgía a la joven actriz Sharon Tate, compañera del director Roman Polanski, el periódico The New York Post creyó encontrar relaciones satánicas con los Beatles porque en las paredes de la residencia donde se cometió el crimen apareció la palabra pig (cerdo).

En lenguaje hippie era equivalente a "cerdo burgués". Un tema de George Harrison se llamaba Piggies, con lo que el vínculo quedaba plenamente comprobado. Inspirado en una fábula de Esopo, Piggies describe la vida en el país de los cerdos. Los cerdos chiquitos se arrastran en el lodo y la vida empeora. Los cerdos grandes, de camisas almidonadas, se regocijan con ese lodo. Y por todas partes montones de cerditos viviendo vidas cerdas, etcétera.

Es decir que los Beatles, que habían empezado como chicos buenos, acabaron como chicos malos. Pero ahora, con la desaparición de George Harrison, creo que los Beatles ya son más: Paul, John, Ringo, George, Mafalda, yo y quienes se apunten en la lista.

ƑA qué mundo se habrá ido el arcano compositor de Within you without you (Dentro y fuera de ti) que abre el lado dos de El Club de los corazones solitarios del sargento Pepper (1967)? Ahí nos vemos, George. Y gracias por aterrizar en este mundo que quisiste cambiar.