Ť Campesinos con productos contaminados pueden demandar a empresas, afirma
Niega Cinvestav que maíz transgénico ponga en peligro variedades criollas
Ť Tramita el centro permisos para cultivar productos genéticamente modificados; entre éstos, papa, sandía, calabaza y papaya Ť Plantea modificar leyes para autorizar siembra comercial
ANGELICA ENCISO ENVIADA
Irapuato, Gro. Los campesinos de la sierra norte de Oaxaca que tienen contaminados sus cultivos con maíz transgénico pueden demandar legalmente por este hecho a las empresas que elaboran esos productos, señaló el director del Cinvestav Irapuato, Luis Herrera Estrella.
Hace
unas semanas la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(Semarnat) reconoció públicamente que en las milpas de la
sierra oaxaqueña se había descubierto contaminación
con maíz transgénico, que incluye el gen BT para combatir
plagas, lo que podría poner en riesgo la pureza del grano cuyo origen
es México, argumentan organizaciones ecologistas.
El responsable de la institución pública más importante en el desarrollo de organismos genéticamente modificados (OGM) aseguró que este hecho no representa una amenaza para la diversidad de maíces en México. Expresó que durante décadas las variedades criollas han "convivido" con las especies comerciales, incluidas las híbridos de empresas trasnacionales, sin que ello haya ocasionado su desaparición. Las industrias que producen el maíz transgénico BT son Syngenta, Monsanto y Aventis.
En una visita a las instalaciones del Cinvestav, donde el especialista y otros investigadores presentaron los distintos desarrollos de OGM -productos a los que se les introduce un gen de una variedad o especie distinta para un objetivo específico- que se realizan en este centro, Herrera Estrella aseguró que durante años los productos criollos de México han intercambiado genes con las variedades mejoradas, lo cual los ha enriquecido, y "el pequeño productor ha incorporado los genes que le permiten obtener los materiales criollos mejor adaptados a su región".
Afirmó que no es sorprendente que si alguien sembró maíz transgénico se hayan transferido genes a las variedades criollas a través de los procesos naturales de polinización, pero también es claro que los campos comerciales más cercanos a las zonas donde se localizó la contaminación están a cien kilómetros de distancia, lo cual hace difícil que haya sido por simple polinización.
Precisó que se realizan estudios sobre este hecho, pero en caso de confirmarse la presencia de maíces transgénicos en materiales criollos no hay riesgos para su consumo, ya que estos productos pasan por estrictas evaluaciones que garantizan su inocuidad.
Los productos genéticamente modificados
En el Cinvestav se ha desarrollado papa transgénica -que incluye un gen que combate los principales virus que afectan este producto-, pero todavía no se ha autorizado su siembra comercial. También el centro ha presentado permisos para el cultivo de sandía, calabaza y papaya.
Aseguró que la presión de grupos ecologistas ha dificultado sacar al mercado cualquier tipo de producto, aunque está comprobado "que no ocasionan daños a la salud. Las evidencias indican que favorecen al medio ambiente", aseguró.
Herrera Estrella señaló que el principal problema que se enfrenta para el desarrollo de los transgénicos es que hay un vacío legal que impide la producción comercial. Consideró que lo necesario es que haya reglamentos, "los cuales son más fáciles de modificar".
En el centro también se desarrollan vacunas que se podrían aplicar a alimentos transgénicos. Actualmente en el país se importan vacunas por entre 300 y 500 millones de pesos, lo cual, en 2000, representó el uno por ciento del producto interno bruto, gastos que se podrían reducir si se introduce un gen que funcione como vacuna en algún alimento.
Hasta el momento en el Cinvestav se han hecho pruebas de vacunas para la hepatitis B y enfermedades diarreicas, además de que se trabaja en otras para combatir el cáncer, la malaria, el cólera, el rotavirus y el VIH.